Durante mis vacaciones en México, me invitaron a participar en un taller de muñecas de trapo tradicionales de la localidad de San Idelfonso Tultepec-Amealco en el estado de Querétaro. Ese día yo salí con más que una muñeca en mis manos.
Mi familia y yo fuimos recibidos por Maru y Zenaida, dos mujeres indígenas otomíes, vestidas con la indumentaria típica de su región; artesanas y practicantes de la herbolaria tradicional, quienes nos bendijeron mediante un ritual con humo de incienso que le daba un toque místico y espiritual al evento, y bajo una lluvia de pétalos de diferentes flores de la localidad, cantaron un rezo que decía: “Como los granos unidos en mazorca, hoy nos reunimos con todos los pueblos para cantar y celebrar nuestra fe, con la esperanza de hacer un mundo nuevo. Como la espiga que brota hacia arriba, así queremos un mundo de armonía. De transformar esta vida de pobrezas con semillas sembradas de justicia”. Sin duda, un excelente inicio que continuó con la degustación de una infusión hecha a base de diferentes hierbas, servido en un típico jarro de barro.
Ahí conocí a Dontxu, que, en lengua de los otomíes, el hñähñu, significa “muñeca”, la que representa a la mujer indígena otomí desde hace más de 130 años. Maru nos explicó que, en su tradición, esta muñeca originalmente se elaboraba con un tipo de planta, cuya inflorescencia asemejaba la falda de un vestido. Posteriormente, la figura de Dontxu se elaboró con tela conocida como manta de algodón, bordada con las figuras y los colores de las flores de la región. “Cuando nace una niña se le elabora una muñeca, la cual la acompañará en todo su crecimiento. Cuando ella cumple 13 años, a la muñeca se le pone un muñequito bebé, que significa que ya está lista para tener descendencia”, nos explicó Zenaida.
Isabel, otra de las artesanas del grupo explicó que Dontxu es un tributo a nosotras las mujeres, que simboliza nuestra fortaleza, nuestro conocimiento y nuestro poder, porque siempre nos mantenemos de pie, pese a que estemos tristes, aunque llueva en nuestro corazón, aunque el sol tarde en salir para nosotras; y si hay que llorarle a la vida, hay que llorar con ganas para regar la milpa y poner una semilla de maíz, de frijol o de calabaza, porque eso, al final, nos dará de comer; porque nosotras somos capaces de cambiar nuestro destino y nuestro mundo.
En la creación de cada muñeca va toda una carga histórica de tradición y costumbres que representa la cultura de la mujer indígena otomí.
Estas mujeres indígenas artesanas se organizaron y crearon el Grupo Dontxu Lélé, una cooperativa de 20 familias otomíes que buscan empoderarse para generar sus propios ingresos producto de su trabajo, elaborando muñequitas, así como ungüentos e infusiones hechos con mezclas de distintas plantas medicinales. De esta forma han preservado los conocimientos de su cultura ancestral, que han pasado de generación en generación. Su trabajo ha logrado traspasar fronteras donde sus obras han sido muy apreciadas. No obstante, Isabel también comentó que debido a los juguetes modernos y a las figuras barbies de las nuevas generaciones, ponen en peligro la continuidad de esta tradición.
Elaborar esa muñequita con mis propias manos fue recrearme a mí misma, y sentirme orgullosa de la gente indígena de mí país, auténtica y talentosa.
9 de agosto: Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo
Hay más de 476 millones de pueblos indígenas que viven en 90 países de todo el mundo, lo que representa el 6.2% de la población mundial, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los pueblos indígenas son los poseedores de una gran diversidad de culturas, tradiciones, idiomas y sistemas de conocimientos únicos. Tienen una relación especial con sus tierras y tienen diversos conceptos de desarrollo basados en sus propias cosmovisiones y prioridades. “No dejar a nadie atrás: pueblos indígenas y la llamada a un nuevo contrato social”, (ONU, 2021).