Por primera vez en más de dos décadas, México superó el año pasado a China como la principal fuente de las importaciones de Estados Unidos. El cambio refleja las crecientes tensiones entre Washington y Beijing, así como los esfuerzos de Estados Unidos para importar de países más amigables y cercanos.
Cifras publicadas el miércoles por el Departamento de Comercio muestran que el valor de las mercancías importadas por Estados Unidos desde México creció un 5% de 2022 a 2023, a más de 475.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, el valor de las importaciones chinas cayó 20% a 427.000 millones.
La última vez que el valor de las mercancías mexicanas importadas por Estados Unidos excedió al de las chinas fue en 2002.
Las relaciones económicas entre Estados Unidos y China se han deteriorado gravemente en años recientes, mientras Beijing ha luchado agresivamente en el área comercial y ha hecho ominosos gestos militares en el Lejano Oriente. En 2018, el gobierno del entonces presidente Donald Trump impuso aranceles a las importaciones chinas, argumentando que las prácticas comerciales de Beijing violaban las reglas del comercio mundial.
El presidente Joe Biden mantuvo esos aranceles tras asumir el cargo en 2021, dejando claro que el antagonismo hacia China sería una de las pocas áreas en común para demócratas y republicanos.
Como una alternativa al traslado de su producción a China —algo que las empresas estadounidenses han hecho durante mucho tiempo— el gobierno de Biden ha instado a las empresas a buscar proveedores en países aliados (“friend-shoring”) o a volver a fabricar en Estados Unidos (“reshoring”). Las perturbaciones en las cadenas de suministro relacionadas con la pandemia de COVID-19 también hicieron que las empresas estadounidenses buscarán suministros más cerca de Estados Unidos (“near-shoring”).
México ha sido uno de los beneficiarios del alejamiento de Estados Unidos con respecto a las fábricas chinas. Pero el panorama es más complicado de lo que parece. Algunos fabricantes chinos han establecido fábricas en México para aprovechar los beneficios del tratado comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, que permite el comercio libre de aranceles de muchos productos en América del Norte.
En términos generales, el déficit comercial estadounidense —es decir, la diferencia entre lo que Estados Unidos vende y compra en el exterior— se redujo 10% el año pasado, alcanzando los 1,06 billones de dólares.