María Julia Castañeda
Ciudad de México.- Entre el sueño cumplido de generaciones de mujeres y la sombra omnipresente de su predecesor, la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum, tomó el mando este martes en el Zócalo, arropada por miles de personas que vibraban entre la esperanza del cambio histórico y el eco del legado de Andrés Manuel López Obrador, quien aunque ausente, seguía siendo una figura simbólica.
Desde muy temprano, los simpatizantes de distintos estados del país comenzaron a darse cita a las puertas del Palacio Nacional, en la capital mexicana, con la misma expectativa de presenciar un momento histórico.
Lolis Urieta contó a EFE que llegó desde las 07:00 hora local (13:00 GMT), para alcanzar estar en las primeras filas, con la emoción de poder contar a sus próximas generaciones que vivió el momento de un “sueño concedido” para las mujeres.
“Yo creo que era lo que ya necesitábamos las mujeres. Tenemos que seguir rompiendo los techos de cristal”, señaló la empresaria de 52 años.
“No tenemos que ir a buscar, tenemos que ir a que nos entreguen lo que por derecho nos ha correspondido siempre y se nos negó”, agregó.
A unos pasos, Raúl Becerra, maestro de 34 años, reconoció que nunca había imaginado que una mujer llegaría a gobernar el país, lo que consideró un gran logro para “fortalecer a la mujer”.
El maestro originario de Veracruz comentó que llegó desde las 02:00 hora loca del martes (08:00 GMT) junto con unos 5.000 compañeros para “apoyar al cambio de gobierno” y al ahora expresidente López Obrador (2018-2024).
“Es un gusto estar aquí con Obrador. Nos da tristeza que se vaya, pero bueno, nos deja un legado y es un gusto también estar aquí con la doctora (Sheinbaum)”, expresó.
Poco a poco, la plancha del Zócalo se fue llenando de banderas blancas y guindas, colores del oficialismo, con el nombre y rostro de la presidenta, y leyendas como “Claudia es la primera”.
Agradecimiento a López Obrador
También destacaban algunas pancartas dirigidas a su predecesor, con mensajes como: “Hasta siempre presidente” y “Gracias AMLO”, además de playeras y muñecos “amlitos”, como se les conoce a las figuras de peluche de López Obrador.
La mezcla de nostalgia y esperanza se repitió en Josefina Concepción Calvo, de 69 años, quien dijo sentirse como “un granito de arena” en la lucha de López Obrador por llegar a la presidencia, a quien conoció en 2006.
“Es una forma de agradecerle todo lo que hizo por el pueblo y que hay continuidad con nuestra presidenta, que le abre las puertas a todas las mujeres”, dijo Calvo, mientras sostenía dos figuras de peluche de López Obrador.
Al grito de “¡Presidenta!” y “¡Es un honor estar con Claudia hoy!”, alrededor de las 16:00 hora local (22:00 GMT), Sheinbaum ingresó a la enorme explanada a las puertas del Palacio Nacional, para recibir el bastón de mando de los pueblos indígenas, con un ritual ancestral.
María Antonieta Hernández, de la comunidad mazahua del Estado de México, explicó que la ceremonia es para “aperturar las buenas energías, para que los trabajos que ella haga (Sheinbaum) obviamente los haga bien”.
“En específico con los pueblos indígenas es para atar, ‘amarrar’ los acuerdos, los compromisos”, detalló la mujer de 49 años.
Luego del emotivo ritual en el que participaron representantes de los 70 pueblos originarios y el pueblo afromexicano, Sheinbaum dio su primer mensaje a la nación, comenzando con una mención a su predecesor.
“Allá en tu casa, compañero Andrés Manuel, siempre estás en el corazón del pueblo de México”, dijo Sheinbaum, lo que fue respondido por el público cuando “¡Es un honor estar con Obrador!”.
Mientras enlistaba los 100 puntos de su próximo Gobierno, entre la multitud se alzaban figuras y carteles con mensajes a López Obrador, recordando su legado.
Con la sombra de su predecesor siempre presente, observando desde lejos, invisible, pero influyente, la imagen de Claudia Sheinbaum se levantó como una nueva esperanza en este cambio de era en México, no solo de Gobierno.