El hallazgo de un lugar de enterramiento ritual arcaico en la península de Samaná, en el noreste de República Dominicana, acerca un poco más a los expertos a dilucidar quiénes fueron los ancestros de la población de las Antillas, llegados hace miles de años desde el continente americano.
El arqueólogo responsable de esa excavación, el español Adolfo López, explicó en una entrevista a Efe que su equipo llevaba tiempo «detrás de eso».
«Llevamos cuatro años trabajando en la zona» buscando restos humanos arcaicos para identificar de dónde vinieron esos grupos, que fueron los primeros que poblaron la Isla Española, precisó el especialista.
UN HALLAZGO EXCEPCIONAL
«Lo que sí ha sido una sorpresa, porque no ha pasado nunca, es encontrar un sitio exclusivo de enterramientos. Es un centro ritual, no vivían allí, iban exclusivamente a enterrar a sus muertos» a ese lugar, explicó el experto.
También es excepcional hallar «tantísimos muertos porque estos eran grupos muy pequeños, puedes encontrar hasta media docena en un sitio, pero aquí hemos encontrado dieciocho», con una antigüedad aproximada de entre 3.000 y 4.000 años, afirmó.
Durante la excavación, los investigadores descubrieron «un área ritual muy grande con unas acumulaciones de ceniza de casi 30 centímetros» y también había restos de «haber hecho grandes festejos funerarios».
Entre los hallazgos hay «una piedra enorme que parece la cabeza de una iguana» y otra «labrada en forma de cráneo, que estaba dominando toda el área de enterramiento», con lo que no cabe duda de que se trata de «un sitio funerario ritual».
Otra peculiaridad del yacimiento es que, debajo del centro funerario, «hemos encontrado un suelo de uso de los mismos grupos arcaicos. Esto supone que ahí hubo un asentamiento arcaico muy importante, que después se abandonó para convertirse en un sitio para realizar enterramientos», detalló.
CÓMO ENTERRABAN LOS ARCAICOS A SUS MUERTOS
La importancia de estos descubrimientos radica en que «de los arcaicos se sabe poquísimo. Las investigaciones son muy antiguas» y, como resultado de estas excavaciones, se ha podido documentar que los arcaicos utilizaban fardos funerarios para enterrar a los muertos», algo que se desconocía. Es una forma muy rara de sepultura que «nunca se había encontrado en Las Antillas, afirmó López.
Los restos óseos pertenecientes a grupos arcaicos que se habían descubierto hasta ahora en República Dominicana se encontraban «en muy mal estado, muy revueltos», y los esqueletos no fueron tratados con el mismo cuidado que permiten las técnicas actuales.
A falta de que los resultados de la prueba de carbono 14 lo confirmen, «nuestros restos humanos pueden tener entre 3.000 y 4.000 años», indicó López, quien espera tener datos concretos en menos de un mes, una vez hayan sido analizados en Puerto Rico.
Esta aproximación sobre la antigüedad de los restos es resultado de su comparación con herramientas, restos de comida y lugar de enterramiento de un grupo cultural similar encontrado hace cincuenta años por el Museo del Hombre Dominicano a solo 5 kilómetros del nuevo hallazgo y en el mismo farallón, de modo que hay una relación directa entre ambos yacimientos.
NAVEGANDO DESDE EL CONTINENTE
La trascendencia del hallazgo también radica en que puede facilitar información sobre las rutas de navegación de los grupos que llegaron a la isla desde el continente, convirtiéndose en sus primeros pobladores, y sobre los contactos que se produjeron por la vía de navegación en canoa.
Estos grupos salían en grandes canoas desde las costas de la actual Venezuela, probablemente también de Colombia. A veces recalaban en islas más cercanas, otras iban directamente desde el continente a las Antillas Mayores, llevando consigo todo su bagaje cultural, muy anterior a la época de los taínos, llegados a la isla en el siglo XVIII a.C.
Esos movimientos de población son de gran interés para el Guahayona Institute de Puerto Rico, una de las entidades con las que trabaja el equipo de López, que quiere determinar el origen de las personas que dieron el salto a lo que hoy es República Dominicana hace unos 3.000 años a.C. y que «no sabemos muy bien de dónde vienen».
No son los únicos. Diversas organizaciones estudian su posible origen a través del ADN, ya que hay un enorme interés internacional por conocer cómo se realizaron unas colonizaciones tan antiguas de las islas, especialmente desde que se ha descubierto que eran grupos evolucionados «con técnicas de navegación avanzadísimas, que sabían perfectamente cómo orientarse en el mar».