Vista de la cárcel La Nueva Victoria, en una fotografía de archivo. (Foto: EFE/Orlando Barría)

El hacinamiento es uno de los principales problemas del sistema penitenciario de República Dominicana, donde en algunos casos se ve cuadriplicada la capacidad de las cárceles, según el informe de las Condiciones de Detención y de Prisión 2022 publicado este miércoles por la Oficina Nacional de Defensa Pública.

El problema del hacinamiento de la población carcelaria, que asciende a 27.256 presos, se produce sobre todo en los Centros de Privación de Libertad (CPL), el modelo tradicional penitenciario, donde se cuadruplica la capacidad de 4.679 internos de la que se dispone al albergar a 16.817 reclusos.

«Podemos afirmar que los diecinueve centros que pertenecen al modelo tradicional se encuentran totalmente hacinados», mientras los Centros de Corrección y Rehabilitación (CCR) del nuevo modelo penitenciario albergan a 10.498 privados de libertad, cuando su capacidad es para 20.519 reos.

Una de las cárceles con más hacinamiento es la Victoria (al norte de Santo Domingo) que, con capacidad para 2.103 reos, en el momento de elaborarse el informe acogía a 7.625 internos.

El texto alerta que el hacinamiento puede generar problemas relacionados con la salud y de violencia, y dificulta el desarrollo de programas educativos y de reinserción, al tiempo que puede facilitar el quebrantamiento de ciertos derechos fundamentales y la corrupción.

PROBLEMAS DE SALUD E HIGIENE

Además, hay gran cantidad de personas con problemas de salud física y mental, señala el documento, que resalta la escasa asistencia médica y la ausencia de provisiones o medicamentos, situación que se extiende a todos los centros, incluidos los del nuevo modelo. Incluso uno de los lugares no contaba con personal médico.

«Salud Pública -indica- no está facilitando medicamentos a los centros visitados, en ocasiones lo proporcionan los familiares» o provienen, en casos contados, de donaciones de entidades que no tienen que ver con el sector público, de modo que «el Estado está comprometiendo su responsabilidad internacional al no garantizar el acceso a un derecho tan sagrado como la salud».

También existe una importante falta de higiene en prisión, con situaciones que permiten «el acceso a las enfermedades», de acuerdo con el informe.

La falta de agua potable también es común, ya sea porque no llega suficiente a las instalaciones, por falta de cisternas o porque el suministro está programado para que llegue solo algunos días a la semana, a lo que se suma que el agua procede en su gran mayoría de pozo tubular y produce enfermedades en la piel.

La necesidad de colchones es común a los diecinueve centros del modelo tradicional, donde un gran porcentaje de presos duerme en el suelo y otros improvisan hamacas suspendidas en el aire. También se levantan alojamientos fabricados con materiales como cartón, lonas o zinc.

CELDAS DE MÁXIMA SEGURIDAD

Sobre la educación, en varios lugares visitados apenas se contribuye con la alfabetización, no existen cursos técnicos y en algunos centros son los propios reclusos los que se están capacitando, pues el Ministerio de Educación no facilita profesores.

Otro hallazgo importante es el procedimiento para sanciones que utilizan en las cárceles, así como las denominadas celdas de máxima seguridad.

Además, hay constantes quejas de los internos de los centros del nuevo modelo por maltratos físicos y verbales, formalizados mediante denuncias ante la dirección de los centros.

El informe también analiza la situación de las mujeres privadas de libertad, que considera un problema grave, ya que en algunas cárceles no existe verdadera separación de los hombres.

En el caso de los menores, no reciben un tratamiento adecuado y no hay condiciones para albergar adolescentes.

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