Reading, PA – En estos días tuve que frecuentar un lugar extremadamente frío y quedarme ahí por un cierto tiempo. En uno de esos días pensé que tendría que salir muy temprano; estaba abrigada para mí lo suficiente contra el frío, y aun así, mi cuerpo no resistía, por lo que comenzaba a ocasionar malestar. Pues resulta que pensé en ponerme un abrigo debajo del que ya tenía puesto, y les cuento que ese día fue el mejor día de todos.
Igual sucede en la vida cotidiana, en nuestra amada República Dominicana y en el mundo; vamos caminando con pesares; a veces nos inunda el desánimo, la inseguridad, la incertidumbre, entre muchas cosas más que nos hacen sentir incómodos. En ocasiones, los que tienen la responsabilidad de manejar nuestros recursos públicos, no lo hacen de la manera correcta y eso genera impotencia; o qué decir de los problemas familiares, laborales, personales y, en fin, de toda índole.
El caos se apoderó del mundo y eso nos afectó, aparte del caos personal inherente al ser humano por períodos específicos. Queramos o no, esos momentos llegan; como es el caso específico de las personas que trabajan toda su juventud y el gobierno dominicano les dificulta luego cobrar su pensión.
Así me comentó una amiga estos días; trabajó muchos años y ahora nadie le responde acerca de su dinero. Créanme que similar al episodio de frío que me tocó vivir, el malestar de ella parece interminable, entre otras situaciones que se hacen evidentes en el día a día. El descontento puede estar contigo por la razón que sea; a veces pensamos que es inevitable, pero no es así; las cosas pueden ser diferentes. No te rindas, quizás lo que te hace falta es ponerte un segundo abrigo.
¡Que el impacto del Señor nos mantenga el pulso equilibrado! ¡Un abrazo!
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