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Gloria Muñoz Ramírez
San Cristóbal de las Casas, Chiapas- Un pequeño niño zapatista reparte volantes y hojas informativas en las calles de San Cristóbal de las Casas en las que exigen un alto a todas las guerras. Otra mujer de San Andrés Larráinzar, con su hijo en brazos, hace lo propio con los automovilistas, quienes bajan el vidrio y reciben con sorpresa y amabilidad las hojas en las que advierten que “urge que alcemos la voz y movilizarnos”. Un zapatista de edad mayor repite la escena en el parque central, en el que turistas y población del municipio graba con sus celulares la multitudinaria marcha de bases de apoyo zapatistas procedente de Los Altos de Chiapas.
Bajaron del caracol de Oventik en camiones de redilas repletos de hombres, mujeres, niños y niñas encapuchadas. Mínimo tres generaciones de zapatistas se concentraron esta mañana en el Museo de la Medicina Maya, para trasladarse al centro de la ciudad formados en sus ya tradicionales cuatro columnas, en perfecto orden. Jóvenes y mujeres son mayoría y llevan la voz cantante, leen durante el trayecto el comunicado con el que se posicionan frente a las guerras que recorren el mundo, en especial la que tiene a Ucrania como escenario. Piden por la sobrevivencia de los pueblos de Ucrania y Rusia, diferenciándolos de sus gobernantes.
“Ni Putin ni Zelensky”, dicen algunas de las pancartas que se dejan ver en un río interminable que da vueltas por la ciudad. Los comercios no cerraron en esta ocasión, como lo hacían en otras movilizaciones zapatistas. Ésta vez los dependientes salieron de las tiendas para recibir los volantes y tomar fotografías. Las bases de apoyo cambiaron el trayecto y cruzaron el mercado de Santo Domingo y caminaron en medio de la multitud que compra su mandado en domingo.
Los zapatistas decidieron iniciar su recorrido justo al lado del la colonia Primero de Enero, donde es perceptible la destrucción del tejido social por el crimen organizado, partidos políticos, las iglesias y la delincuencia común. Ahí empezaron a repartir las hojas informativas y a gritar sus consigas. No fue poco.
El EZLN muestra músculo. Y lo hace en medio de un ambiente polarizado en el que se descalifica cualquier crítica al poder. Se presentan por miles de manera simultánea en esta ciudad y en las cabeceras municipales de Ocosingo, Palenque, Altamirano y Las Margaritas. La contundencia de su presencia desmiente la propaganda oficial que difunde que están divididos, que son inexistentes, que son cinco y ya no importan. Ellos y ellas marchan de buen ánimo, caminan con sus pancartas y sus mantas llamando a despertar al pueblo de México y del mundo, como hace 28, 20, 15, 10, 5 años, como lo han hecho todo el tiempo.
Esta movilización es su primera aparición pública luego de la “Travesía por la Vida” que llevó a cientos de zapatistas a recorrer las luchas de abajo en una decena de países de Europa. Para la jornada de hoy llamaron a sus viejos y nuevos conocidos a manifestarse contra las guerras capitalistas, pues “no es sólo Ucrania. También Palestina, Kurdistán, Siria, el pueblo Mapuche, los pueblos originarios en todo el planeta, y tantos y tantos procesos libertarios que son agredidos, perseguidos, asesinados, silenciados, distorsionados”.
“No habrá paisaje después de la batalla”, se lee en una enorme manta que alude al reciente comunicado en el que explicaron que “distintos gobiernos se han alineado a uno u otro bando, haciéndolo por cálculos económicos. No hay ninguna valoración humanista en ellos”.
Una joven zapatista lee el posicionamiento dentro del vehículo que encabeza la movilización: “Nosotros, nosotras, las zapatistas, que decimos que tu dolor es nuestro dolor, hacemos el llamado a que nosotras como mujeres organicemos a nuestros pueblos para organizarse cada quién en su geografía y en su calendario para parar las guerras injustas porque las más afectadas somos nosotras por ser mujer y por ser madre”. Atrás caminan miles de ellas, la mayoría no había nacido aquél primero de enero de 1994 y hoy son los cuadros que mantienen vivo al zapatismo, construyendo su propia agenda.
Fotos: Luis Enrique Aguilar