Caracas. – Venezuela se está quedando sin gasolina. El precio del barril de petróleo está en su punto más bajo, el país tiene las mayores reservas conocidas en el mundo y sin embargo sus gasolineras están secas. Si bien la grave crisis económica y la crisis mundial del coronavirus han jugado un papel importante, son principalmente las sanciones de Estados Unidos las que impiden que los venezolanos llenen su tanque.
Para tener combustible, hay que poder refinar el crudo extraído de las reservas, y eso es precisamente lo que Venezuela ya no logra hacer.
Esto se debe en primer lugar a la grave crisis económica que vive Venezuela desde hace siete años. Socavada por la mala gestión y la corrupción, la empresa petrolera estatal PDVSA ha visto su producción disminuir y sus infraestructuras deteriorarse a lo largo de los años.
Hace una década el país producía más de tres millones de barriles, contra unos 700.000 hoy en día. Y debido a los sucesivos cierres de refinerías, sólo se puede procesar 100.000 barriles (un millón anteriormente), si es que el país logra importar los productos necesarios a esta operación.
Venezuela no sólo tiene que importar estos productos, sino que también tiene que importar gasolina, porque el consumo de los venezolanos es mucho mayor que su capacidad de producción actual.
Estados Unidos, a pesar del llamado de las Naciones Unidas, no parece dispuesto a levantar las sanciones que se aplican a PDVSA desde enero de 2019.
Atascado, el gobierno de Nicolás Maduro no ha tenido más remedio que decretar un plan de racionamiento de gasolina: mientras las colas se extienden por kilómetros, los militares deben asegurar la distribución a los sectores esenciales de la economía y la salud.