A medida que crece el número de hispanos que hablan inglés en los EE. UU., y también los hispanos de segunda y tercera generación; se vuelve más normal comunicarse en “Spanglish”; –palabra resultante de unir “español” y “English”–; una práctica muy común en el inglés, idioma cuya fonética hace fácil crear estas “blend words”, tales como “motel”, (motor + hotel), o “smog”, (smoke + fog).
Por eso, según afirma Ilan Stavans, profesor de Cultura Hispana y Latinoamericana en el Amherst College de Massachusetts, “el Spanglish es la lengua híbrida de mayor crecimiento en el mundo hispano hablante y el anglófono”. Esta lengua híbrida tiene fisonomías y modalidades diferentes en las distintas regiones de Estados Unidos; por ejemplo, el Spanglish de Texas y California es muy influido por el español de México, mientras que el de la Florida es influenciado por los cubanos; y en Nueva York y Filadelfia prevalece la influencia de “neuyoricans” y dominicanos.
Aunque el Spanglish tiene varias formas de expresarse; tal vez la más común es la que simplemente acomoda palabras del inglés dentro de frases en español, tal vez para hacerlas más cortas; como “espero tu call mañana”; o “bájame ese pack al beisman”, (latinización de “basement”, en español, cantina o sótano). O también, “hay que llevar la troca al carwash”; o “esta T-shir me costó twenty pesos”; o “hoy hay que pagar los biles”; o se pueden oír diálogos como:
–“¿Where is mi papá?”–
–“I don’t know, creo que salió pal downtown”.
Un segundo modo de expresarse es por la traducción literal de expresiones del inglés al español o viceversa; ejemplos muy comunes son: “yo te llamo pa´tras”, traducción literal de “I’ll call you back”, un modo más rápido de decir “yo te devuelvo la llamada”. O expresiones como “get down from the car”, traducción literal de “bájate del carro”, cuando el nativo diría “get off the car”, o sea, “sal del carro”. También es común oír: “él tuvo sexo con”, traducción literal de “to have sex with”; algo que no existe en español; o también “I’m married with”, “estoy casado con”, en lugar del “married to”; y hasta traducciones de refranes como “from lost to the river”, literal por “de perdidos, al río”, algo que, si lo oye un nativo, se va a quedar muy “lost”.
Una tercera forma sucede cuando el inmigrante “hispaniza” una palabra del inglés y la incorpora a su lenguaje regular; este es el caso de expresiones como “la troca”, o “The truck”, (el camión); de amplio uso en Texas, California y todo el norte de México; o “la ganga”, (the gang), o “una cora”, (un “quarter”, 25 cents), expresión muy común en El Salvador. Lo mismo pasa con palabras como “checar”, “mopear”, “clickar”, “chatear”, “hackear”, “textear”, “escanear”; o expresiones como “make a party” por “have a party”; o “throw a photo”, (tirar una foto) en vez de “take a photo”.
Por último, están los importados semánticos, que es cuando los hispanos oyen una palabra del inglés parecida a una del español y le asignan el mismo significado, cuando en realidad tiene otro; ejemplos comunes son “voy a rentar” en vez de “voy a alquilar”; o “he realizado que no traje pan”, (“to realize”), en vez de “me he dado cuenta de que”; o “ya llené la aplicación”, (“the application”), (el formulario). O “te estoy wachando”, un calque semántico de “I’m watching you”; en lugar de “te estoy vigilando”, como sería en español.
La moraleja de todo esto es que, “la lengua es libre y vuela sola”; algo que no siempre cae bien en la Academia Norteamericana de la Lengua Española; pero nadie podrá “tirar pa’tras” que, por ejemplo, en Colombia a los vigilantes se les llame el “guachimán”, (latinización de “watch-man”); o que algunos incluso se rían un poco llamando a personajes como Vanessa Redgrave “Vanesa Tumbarroja”, o a George Bush “Jorge Rastrojo”; o, en fin, que el marido urja a su mujer diciéndole: “please, mija, open the puerta para que la mosca fly!”