Musa de directores y empresaria, la mítica Silvia es considerada la «última diva» del cine mexicano, gracias a sus famosos personajes y por haber abierto las puertas del espectáculo nacional.
«Silvia era sumamente simpática y agradable, tiene y tenía algo que pocas actrices: gracia y espontaneidad. Me queda claro que la presencia de Pinal y su carisma es algo que no se agota», asegura el crítico de cine Rafael Aviña.
Para ser una diva sin duda era necesaria la belleza, pero, según Aviña, lo más importante era el carisma y Pinal se ganó el corazón de los mexicanos gracias a ello y a su capacidad de robar cámara aun cuando no era el personaje principal de las historias.
La actriz nacida en Guaymas, en el norteño estado de Sonora, llegó al mundo en 1931, pero su familia ha reiterado en numerosas ocasiones que nació un año antes.
Su hija, la cantante Alejandra Guzmán, asegura que Pinal cumplió el pasado domingo «¡91 años!»
«Me encanta celebrar con ella la vida, para mí es una diosa y me encanta todo lo que me enseñó y lo que sigue enseñando. La sigo viendo entera con sus pestañas, bien arregladita y entera», expresó Guzmán.
BELLEZA Y TALENTO DURADERO
«A mí no me deja de sorprender cómo ella siguió siendo la guapa y la heroína desde que empezó en películas como ‘Bamba’ (1949) o ‘El rey del barrio’ (1950). Pasaron los años 50, los 60, los 70 y seguía siendo espectacularmente hermosa, y todavía en los 90 y 2000 seguía viéndose muy guapa», reconoce Aviña.
MÁS QUE UNA CARA BONITA
Si bien el crítico no coincide con la afirmación de que Pinal es la última diva del cine mexicano, ya que aún viven actrices como Elsa Aguirre o Meche Carreño, sí se atreve a decir que Silvia superó en talento a «La Doña», María Félix.
«Yo creo que Silvia Pinal era más carismática y mejor actriz que María Félix. Aunque tenía buenas películas, ella (Félix) no era buena actriz, pero tenía una presencia tan fuerte que lo borraba todo. Pero Silvia es encantadora y todo el mundo la adora», comenta Aviña.
Uno de los retos más grandes de su carrera fue el trabajo que llevó a cabo junto a Luis Buñuel en películas como «Viridiana» (1961), «El ángel exterminador» (1962) y «Simón del desierto» (1965).
Estos filmes no solo supusieron para ella un desafío histriónico, sino que marcaron y mostraron parte de la personalidad de liderazgo de la actriz al buscar al polémico director de «Un perro andaluz» (1929).
El encuentro con Buñuel se dio de la mano de su primer esposo, el productor Gustavo Alatriste, quien produjo las tres cintas mencionadas, y fue cuando Pinal transmutó a un mundo intelectual y artístico.
«Silvia empezó a subir de categoría mayor cuando trabajo con Buñuel, cuando hizo ‘Shark’ (1969) con Samuel Fuller, ‘Los cañones de San Sebastián’ (1968) de Henri Verneuil, fue que empezó a rodearse de los círculos culturales de la época», considera el crítico.
MÚLTIPLES TALENTOS
Además de ese carisma tan característico de la actriz, a Silvia la acompañaron en su vida más talentos que la convirtieron en un icono del espectáculo, pues si no era suficiente la belleza, la gracia y sus dotes como actriz, Pinal también destacó como cantante y bailarina.
«Es de las actrices que ha hecho de todo: teatro, cine, televisión, política. Es un personaje sumamente completo», dice Aviña.
Pinal fue una de las primeras impulsoras del teatro musical en México y ella trajo al país musicales de Broadway como “Hello, ¡Dolly!» o «Mame», que quedaron marcados en la memoria por su interpretación.
Aunque Pinal desarrolló una amplísima carrera en televisión y teatro, el cine es sin duda donde su plasmó su esplendor, y premios como los cinco Ariel que posee, o su llegada a Cannes con Viridiana lo demuestran.
Imparable, con 91 años de vida, la actriz sigue reinventándose en la actualidad, y se prepara para debutar en el teatro infantil musical obra de «Caperucita Roja» producida por Iván Cochegrus.