La acumulación de grasa durante los primeros cinco años de vida desestabiliza la producción equilibrada de insulina, lo que repercute en la vida adulta, reveló un estudio que destaca que el problema afecta de forma desproporcionada a los menores hispanos.
El reporte, a cargo de Katherine Sauder, del Centro Médico de la Universidad de Colorado en Denver, analizó cientos de casos de bebés y niños nacidos entre 2010 y 2020 y concluyó que el fenómeno de ganar peso por acumulación de grasa y el subsecuente aumento de la glucosa durante el ayuno nocturno «es más pronunciado entre los niños hispanos».
«La mayor acumulación de materia grasa en la infancia está asociada con cambios en la producción de glucosa en los niños hispanos menores de cinco años», un problema que también afecta a niños negros, aunque en menor medida.
Según Sauder, estudios anteriores, tanto en animales de laboratorio como en adultos, habían demostrado que la acumulación de grasa en la temprana infancia produce «disturbios metabólicos» que años después causan diabetes o problemas cardiovasculares para las personas.
Sin embargo, otros estudios no llegaron a establecer esa correlación y pocas de las investigaciones tomaron en cuenta la etnicidad de los niños participantes.
Fue necesaria una nueva investigación que tuviese en cuenta no solamente la masa corporal total de los niños, sino que diferenciase la materia grasa o la materia sin grasa (huesos, músculos) de esa masa corporal, y por supuesto que tuviese en cuenta la proveniencia étnica y demás características.
«El tema no es solamente cuánto más pesado es un niño, sino si ese peso extra proviene de grasa o de materia no grasa», dijo Sauder en declaraciones recogidas en un comunicado de la universidad.
«Los niños que crecen acumulando grasa desde el nacimiento hasta los cinco años tienen niveles de glucosa de ayuno más altos que aquellos niños con menos masa corporal o que crecieron sin acumular grasa», ahondó.
Señaló que el desproporcionado impacto negativo de disfunciones metabólicas pediátricas entre niños morenos y negros podría explicarse por lo anterior.
El siguiente paso, dijo, es verificar si la disparidad en la producción de glucosa «persiste en la pubertad y la adolescencia», y entender cuáles son las consecuencias a largo plazo del problema «para limitar el crecimiento acelerado de los niños en alto riesgo».
«La composición corporal al inicio de la vida es importante para la salud metabólica», aseveró Sauder.
El estudio completo, con detalles sobre los participantes y las variaciones entre los distintos grupos étnicos, fue publicado en el número de este mes de la revista especializada Journal of Clinical Endocrinology.