Una familia hispana pasea el 23 de agosto del 2007 en una calle de la ciudad de San Antonio, Texas. EFE/ Archivo/José Luis Castillo.

Para un mundo paralizado por el coronavirus, la salvación depende de una vacuna. Pero en los Estados Unidos, en donde al menos 4,6 millones de personas se han infectado y casi 155,000 han muerto, la promesa de esa vacuna se ve obstaculizada por otra epidemia anterior a COVID-19: la de la obesidad.

Los científicos saben que las vacunas diseñadas para proteger al público de la gripe, la hepatitis B, el tétanos y la rabia pueden ser menos efectivas en adultos obesos que en la población general, dejándolos más vulnerables a infecciones y enfermedades.

Agregan que hay pocas razones para creer que será diferente con una vacuna contra COVID-19.

“¿Tendremos el año que viene una vacuna para COVID adaptada a los obesos? Seguro que no», dijo Raz Shaikh, profesor asociado de Nutrición en la Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill.

“¿La vacuna funcionará en personas obesas? Nuestra predicción es que no».

Más de 107 millones de adultos estadounidenses son obesos, y su capacidad para volver de manera segura al trabajo, cuidar a sus familias y reanudar la vida diaria podría verse afectada si la vacuna contra el coronavirus les proporciona una inmunidad débil.

El 48% de las mujeres hispanas adultas y el 40% de los hombres hispanos adultos que viven en los Estados Unidos son obesos, según la Oficina de Salud de las Minorías del Departamento de Salud y Servicios Sociales (HHS).

En marzo, al comienzo de la pandemia mundial, un estudio de China que pasó inadvertido descubrió que los pacientes de ese país ​con COVID-19 que pesaban más, tenían más probabilidades de morir que los más delgados.

Mientras las terapias intensivas en Nueva York, Nueva Jersey y otros lugares se colmaban de pacientes, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) advirtieron que las personas obesas con un índice de masa corporal de 40 o más, conocido como obesidad mórbida o con un sobrepeso de aproximadamente 100 libras, estaban entre los grupos con mayor riesgo de enfermarse gravemente por COVID-19.

Alrededor del 9% de los adultos estadounidenses están en esa categoría.

A medida que pasaron las semanas y se tuvo una imagen más clara de quiénes estaban siendo internados, los funcionarios federales ampliaron su advertencia para incluir a las personas con un índice de masa corporal de 30 o más.

Eso amplió enormemente las filas de las personas consideradas vulnerables a los casos más graves de la infección: el 42,4% de los adultos estadounidenses.

Se sabe desde hace tiempo que la obesidad es un factor de riesgo significativo de muerte por enfermedad cardiovascular y cáncer. Pero los científicos en el campo emergente del inmunometabolismo están descubriendo que la obesidad también interfiere con la respuesta inmune del cuerpo, poniendo a las personas obesas en mayor riesgo de infección por patógenos como la influenza y el nuevo coronavirus.

Delia Mercado acampa junto a la ventana de la habitación donde su esposo está hospitalizado por coronavirus en el hospital Abrazo West Campus en Goodyear, Arizona. EFE/Beatriz Limón/Archivo

Los análisis de sangre muestran que las personas obesas, con hipertensión o niveles elevados de azúcar en sangre, experimentan un estado de inflamación leve crónica; la inflamación se enciende y permanece encendida.

Si bien todavía se están investigando los mecanismos biológicos precisos, la inflamación crónica parece interferir con la respuesta inmune a las vacunas, posiblemente exponiendo a las personas obesas a enfermedades prevenibles incluso después de la vacunación.

La evidencia de que las personas obesas tienen una respuesta distinta a las vacunas comunes se observó por primera vez en 1985 cuando los empleados obesos de un hospital que recibieron la vacuna contra la hepatitis B mostraron una disminución significativa en la protección 11 meses después, algo que no ocurrió con los que no eran obesos.

También se sabe que las vacunas son menos efectivas en adultos mayores, por lo que las personas de más de 65 años reciben una vacuna anual contra la gripe sobrealimentada que contiene muchos más antígenos del virus de la gripe para ayudar a aumentar su respuesta inmune.

Históricamente, las personas con un índice de masa corporal alto a menudo han sido excluidas de los ensayos farmacológicos porque generalmente tienen afecciones crónicas relacionadas que pueden distorsionar los resultados.

Los ensayos clínicos en curso para evaluar la seguridad y la eficacia de una vacuna para el nuevo coronavirus incluyen a personas con obesidad, dijo el doctor Larry Corey, del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, quien supervisa los ensayos de fase 3 patrocinados por los Institutos Nacionales de Salud.

Corey dijo que, aunque los coordinadores de ensayos no se centran específicamente en la obesidad como una posible complicación, el índice de masa corporal de los participantes será documentado y los resultados evaluados.

KHN (Kaiser Health News) es un servicio de noticias sin fines de lucro que cubre temas de salud. Es un programa editorialmente independiente de KFF (Kaiser Family Foundation) que no tiene relación con Kaiser Permanente.

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