Migrantes alrededor del mundo celebran la Navidad lejos de los suyos, en unas fiestas atípicas marcadas por la prevelancia del coronavirus.
La Navidad regresa en 2021 y todos quisiéramos celebrar estas fiestas de esperanza y solidaridad con las mejores noticias y con la felicidad de poder reunirnos y compartir con los seres queridos.
Pero la pandemia sigue entre nosotros y también sus limitaciones, las economías aún no se han recuperado y muchos han perdido familiares y amigos por el coronavirus.
¿Es pesimista el panorama? ¿Quién lo determina?
El año pasado, esta época fue una de las peores de la pandemia, con decenas de miles de infecciones y muertes, especialmente en las regiones frías del hemisferio norte, donde las reuniones en espacios cerrados aumentan el peligro de contagio.
Ahora están las vacunas, y aunque su distribución ha sido desigual en todo el mundo, han ofrecido una esperanza a poblaciones desesperadas que en diciembre de 2020 no veían una luz al final del túnel.
A pesar de las nuevas restricciones impuestas en muchas naciones tras la aparición de la variante ómicron del coronavirus, las personas quieren celebrar. Los aeropuertos en todo el mundo están repletos y la cantidad de viajeros ha duplicado ya el total del año pasado en la misma fecha. Aunque a última hora, más de 2.000 vuelos fueron cancelados este feriado de Navidad por el impacto de ómicron en el mundo.
A su vez, las personas que han decidido migrar en busca de un mejor futuro también se preparan para celebrar unas fiestas lejos de los suyos.
En Ciudad Juárez, México, cerca a la frontera con Estados Unidos, miles de migrantes pasarán la Navidad y recibirán el año nuevo lejos de sus países de origen y separados de sus familias.
Alejados de los lazos filiales propios, un grupo de personas de diferentes nacionalidades, desde Centroamérica, pasando por el Caribe y Suramérica, buscan unidad en medio de la desesperanza que los embarga.
«Uno puede ser muy hombre, pero como ser humano, pues uno siente la nostalgia, la tristeza de no estar con su grupo familiar», dijo José Luis Rodríguez, originario de El Salvador, a la Voz de América.
Los migrantes llevan meses varados en este albergue de Ciudad Juárez, donde enfrentan una Navidad con nostalgia y la ilusión de ver cumplido en 2022 su sueño americano.
Pero muchos de los 200 migrantes que viven en medio de precarias condiciones en el albergue ven escapar la realización de su sueño, ante las cada vez más difíciles y peligrosas condiciones de vida en la frontera.
«Mi mayor regalo, no sé, reencontrarme con mi mamá, con mis hermanos, aparte de lo material, yo creería pues que la unificación familiar”, aseguró Rodríguez.
Los deseos navideños de este grupo de migrantes tendrán que esperar varias semanas, o incluso meses, mientras se resuelven sus solicitudes de asilo en Estados Unidos. Y aún en medio de la esperanza y alegría que debería traer también para ellos la Navidad, son conscientes de que muchos no lograrán llegar a su destino final.
En España, migrantes descubren nuevas tradiciones
En medio de la sexta ola de COVID, España tienen todo preparado para celebrar sus tradiciones más típicas. Algunas de ellas absolutamente nuevas para los migrantes latinoamericanos.
En la zona de Cataluña, una de las tradiciones que más gusta a los pequeños es el “caga tió”, un tronco de árbol cubierto por una manta para protegerse del frío. Es importante darle de comer, para que en Nochebuena o Navidad, después de cantarle una canción en catalán, el tió expulse de su tronco regalos debajo de la manta.
“Me parece guay porque soy muy amigo del caga tió. A cambio de ser su amigo me da chuches”, dijo a la VOA Alessandro Nava, un pequeño venezolano residente en Barcelona.
Otra costumbre de la zona es la figura del caganer, la cual suele colocarse en el pesebre y resulta una costumbre curiosa para migrantes como Melissa Luca.
«Puedes encontrarte estos muñecos desde Messi, como el Papa… Figuras muy importantes en el mundo, conocidas, pues haciendo número dos», contó Luca.
Aunque por segundo año consecutivo estas Navidades van a ser diferentes debido a las restricciones, para los migrantes la familia va primero.
“A pesar de las dificultades, estar con la familia es lo más importante y pasarla bien”, dijo a la VOA Valentina Pernalente, venezolana residiendo en Barcelona.