La intérprete Ana María Ríos Velez muestra la pantalla de una aplicación en la entrada principal del hospital Brigham and Women’s de Boston. Tiene una función multilingue para comunicarse mejor con los pacientes y el personal que no habla inglés. (Foto: Jesse Costa/WBUR)

En marzo de 2020, a unas semanas del inicio de la pandemia, cuando todavía el Brigham and Women’s Hospital en Boston estaba tratando de entender la nueva enfermedad mortal, ya se veía que afectaba más a afroamericanos y a latinos. Pero para los hispanos había una señal de alerta adicional: el idioma.

Los pacientes que sabían poco o nada de inglés tenían un 35% más de posibilidades de morir.

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Los médicos que no podían comunicarse claramente con los pacientes en las unidades de covid empezaron a notar que esto estaba afectando los resultados de salud.

“Teníamos la impresión de que el idioma iba a ser un problema desde el principio”, dijo el doctor Karthik Sivashanker, entonces director médico de Brigham para calidad, seguridad y equidad. “Recibíamos informes de seguridad que decían que el idioma era un problema”.

Sivashanker se sumergió en los registros, observando las características únicas de cada uno de los pacientes que habían fallecido: su raza, edad y sexo, y si hablaban inglés.

“Ahí es donde empezamos a descubrir realmente algunas desigualdades más profundas, antes invisibles”, dijo.

Desigualdades que no tenían que ver únicamente a la raza.

Los hospitales de todo el país han informado más hospitalizaciones y muertes de pacientes de raza negra y latinos (que pueden ser de todas las razas) que de caucásicos.

Estos pacientes pueden ser más susceptibles porque tienen más probabilidades de tener una enfermedad crónica que aumenta el riesgo de desarrollar una forma grave de covid.

Pero cuando el equipo de Brigham comparó a pacientes de raza negra y latinos con pacientes blancos no hispanos que tenían enfermedades crónicas similares, no encontraron diferencias en el riesgo de muerte por covid.

Pero sí surgió una diferencia en los pacientes latinos que no hablaban inglés. Esa comprensión aleccionadora les ayudó a concentrarse en una disparidad específica de salud, pensar en algunas posibles soluciones y comenzar a comprometerse con un cambio.

Esta disparidad de salud que puede poner en peligro la vida comenzó fuera del hospital, en comunidades de bajos ingresos dentro y fuera de Boston, donde el coronavirus se propagó rápidamente entre muchos hispanohablantes que viven lugares pequeños, con trabajos que no pueden hacer desde casa.

Algunos evitaban ir al hospital hasta que estaban muy enfermos, porque no confiaban en la atención en los grandes hospitales o temían ser detectados por autoridades de inmigración.

Sin embargo, apenas a unas semanas de comenzar la pandemia, los pacientes de covid que hablaban poco inglés comenzaron a acudir a los hospitales de Boston, incluido Brigham and Women’s.

“Francamente, no estábamos completamente preparados para ese aumento”, dijo Sivashanker. “Tenemos servicios de intérpretes realmente increíbles, pero estaban comenzando a sentirse abrumados”.

“Al principio, no sabíamos cómo actuar. Entramos en pánico”, dijo Ana María Ríos-Vélez, intérprete de español en Brigham.

Ríos-Vélez recordó haber buscado palabras para traducir esta nueva enfermedad y experiencia a los pacientes.

Cuando se los llamaba a la habitación de un paciente de covid, los intérpretes estaban confundidos acerca de si podían entrar y qué tanto debían acercarse al paciente.

Algunos intérpretes dijeron que se sintieron “desechables” en los primeros días de la pandemia, cuando no se les proporcionó el equipo de protección personal adecuado.

Ríos-Vélez dijo que, cuando ya lo tuvieron, el desafío fue ganarse la confianza del paciente detrás de una máscara, protector facial y bata. Por seguridad, se instaba a muchos intérpretes a trabajar desde casa. Pero hablar con los pacientes por teléfono creó nuevos problemas.

“Fue extremadamente difícil, extremadamente difícil”, dijo. “Los pacientes tenían problemas respiratorios. Tosían. Se ahogaban”.

Y Ríos-Vélez no podía mirar a sus pacientes a los ojos para tranquilizarlos y establecer una conexión.

“No es solo la voz. A veces necesito ver los labios, si sonrío”, dijo. “Quiero que vean la compasión en mí”.

Brigham respondió sumando más intérpretes y comprando más iPads para que los trabajadores remotos pudieran ver a los pacientes.

El hospital compró amplificadores para elevar el volumen de las voces de los pacientes por encima de los ruidos de las máquinas que zumban en una terapia intensiva.

La red Mass General Brigham está probando el uso de intérpretes disponibles por video en las oficinas de atención primaria. Un estudio encontró que, durante la pandemia, los pacientes de habla hispana utilizaban la telemedicina menos que los pacientes caucásicos.

El objetivo de Brigham es que todos los pacientes que necesiten un intérprete, lo tengan. El mayor desafío, dijo, es incluir un intérprete en el cuidado de los pacientes que pueden necesitar ayuda pero no la piden.

En la primera oleada, los intérpretes también se convirtieron en traductores del sitio web del hospital, las ventanas de información, las señales de seguridad y los folletos de covid.

“Fue muy duro. Me enfermé y tuve que tomarme una semana libre”, dijo Yilu Ma, directora de servicios de interpretación de Brigham. Ahora, Mass General Brigham está ampliando un servicio de traducción centralizado para toda la red de hospitales.

El equipo de análisis de Brigham and Women’s descubrió otras disparidades. Los empleados con salarios más bajos tenían covid con más frecuencia que las enfermeras y los médicos.

Sivashanker dijo que hubo docenas de reuniones en pequeños grupos con asistentes médicos, trabajadores del transporte, personal de seguridad y aquellos en servicios ambientales, que tenían las tasas más altas de pruebas positivas y alentó a todos a hacerse la prueba.

“Les dejamos saber que no perderían sus trabajos si tuvieran que faltar”, dijo Sivashanker. Y él, junto con los gerentes, les dijo a estos empleados “nos damos cuenta de que están arriesgando su vida al igual que cualquier otro médico o enfermero, todos los días que vienen a trabajar”.

Algunos empleados se quejaron de favoritismo en la distribución de equipos de protección, que fue investigado por el hospital.

Para asegurarse de que todos los empleados recibieran actualizaciones oportunas a medida que cambiaban las pautas para la pandemia, Brigham comenzó a traducir todos los mensajes de coronavirus al español y a otros idiomas y a enviarlos por mensaje de texto, que es más probable que lean las personas que están en movimiento todo el día.

El sistema Mass General Brigham ofreció subvenciones por dificultades económicas de hasta $1,000 para empleados con presiones financieras adicionales, como gastos en cuidado infantil.

Angelina German, una trabajadora de mantenimiento del hospital con un inglés limitado, dijo que aprecia recibir actualizaciones a través de mensajes de texto en español, y las sesiones informativas en persona con sus jefes.

“Ahora están más conscientes de todos nosotros”, dijo German a través de un intérprete, “asegurándose de que la gente se cuide a sí misma”.

El hospital también instaló sitios de prueba en algunos vecindarios de Boston con altas tasas de infección por coronavirus, incluidos barrios donde viven muchos empleados que se estaban infectando. Al menos uno de esos sitios ahora ofrece vacunas contra covid.

“No es necesario programar a nadie. No necesitas seguro. Simplemente acércate y podemos hacerte la prueba”, explicó la doctora Christin Price durante una visita el otoño pasado a un sitio de pruebas en el vecindario de Jamaica Plain.

Nancy Santiago salió del lugar de la prueba con una bolsa gratuita de frutas y verduras de 10 libras, que compartirá con su madre. Santiago dijo que está agradecida por la ayuda.

“Tuve que dejar mi trabajo por [falta de] guardería, y ha sido bastante difícil”, dijo. “Pero, ya sabes, tenemos que seguir siendo fuertes, y espero que esto termine pronto”.

Brigham abrió recientemente una operación interior similar en el Strand Theatre, en el vecindario de Dorchester. A todos los que vienen a hacerse una prueba de coronavirus se les pregunta si tienen suficiente para comer, si pueden pagar sus medicamentos, si necesitan asistencia para la vivienda y si están registrados para votar.

Los líderes de Mass General Brigham dijeron que tomarán lo que han aprendido al analizar las disparidades durante la pandemia y expandirán acciones en toda la red hospitalaria.

“Muchos de los problemas que se identificaron durante la respuesta de equidad de covid son, lamentablemente, problemas bastante universales que debemos abordar, si vamos a ser una organización antirracista”, dijo Tom Sequist, jefe de experiencia del paciente y equidad de Mass. General Brigham.

El trabajo de Brigham sobre las disparidades en salud proviene, en parte, de una colaboración con el Institute for Healthcare Improvement (IHI).

“Hay muchas rutinas defensivas que tenemos como médicos y que los datos pueden ayudar a cambiar, y revelar que hay algunos sesgos en tu propia práctica”, explicó el doctor Kedar Mate, presidente y director ejecutivo de IHI.

Mate dijo que “si no nombramos y comenzamos a hablar sobre el racismo y cómo pretendemos desmantelarlo, continuaremos colocando vendajes sobre el problema y no abordaremos las causas subyacentes”.

“La pobreza y los determinantes sociales de las necesidades de salud no desaparecerán pronto, por eso, si hay una manera de continuar atendiendo a las comunidades, creo que sería muy bueno”, dijo Price, quien ayudó a organizar el programa de pruebas de Brigham.

Pero, ¿el trabajo de Brigham ha reducido el riesgo de muerte por covid para los pacientes hispanohablantes? El hospital aún no ha actualizado el análisis, e incluso cuando lo hace, determinar si (o cómo) funcionaron las intervenciones será difícil, dijo Sivashanker.

Pero Sivashanker dijo que más intérpretes y iPads, y mejores mensajes para los empleados que no hablan inglés, además de todos los demás pasos que Brigham ha tomado durante la pandemia, han mejorado la experiencia tanto del paciente como del empleado.

Eso, dijo, cuenta como un éxito, mientras el trabajo continúa.

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