Los adultos mayores con COVID-19, la enfermedad que causa el coronavirus, tienen síntomas «atípicos», lo que complica los esfuerzos para asegurar que reciban un tratamiento oportuno y apropiado, según médicos.
COVID-19 se caracteriza por tres síntomas: fiebre, tos insistente y dificultad para respirar. Pero los adultos mayores, el grupo de edad de alto riesgo de sufrir complicaciones graves o morir por esta condición, podrían no mostrar ninguno de estos síntomas.
Al principio de la infección por coronavirus, los mayores pueden parecer «apagados», y comportarse de manera inusual. Es posible que duerman más de lo habitual o que pierdan el apetito. Pueden parecer apáticos o confundidos, y perder el sentido de la orientación. Pueden marearse y caerse. A veces, dejan de hablar o simplemente se deprimen.
«Al sufrir de una variedad de condiciones, los adultos mayores no reaccionan de una manera predecible, y eso lo estamos viendo también con COVID-19», dijo la doctora Camille Vaughan, jefa del departamento de geriatría y gerontología de la Universidad Emory. Esto se debe a la forma en que el cuerpo de los adultos mayores responde a enfermedades e infecciones.
A edad avanzada, «la respuesta inmunológica de una persona puede verse afectada y alterar la capacidad para regular la temperatura», señaló el doctor Joseph Ouslander, profesor de medicina geriátrica de la Facultad de Medicina Schmidt de la Universidad Atlántica de Florida.
«Las enfermedades crónicas subyacentes pueden enmascarar o interferir con las señales de una infección», dijo. «Algunas personas mayores, ya sea por cambios relacionados con la edad o por problemas neurológicos previos, como un accidente cerebrovascular, pueden tener alterados los reflejos de la tos. Otras personas con discapacidad cognitiva tal vez no sean capaces de comunicar sus síntomas».
Reconocer las señales de peligro es importante: si no se detectan las primeras señales de COVID-19, la salud de los adultos mayores puede deteriorarse antes de recibir la atención necesaria. Y podrían entrar y salir de sus casas sin las medidas de protección adecuadas, con el riesgo de propagar la infección.
El doctor Quratulain Syed, geriatra de Atlanta, Georgia, cuenta sobre un hombre de 80 años al que trató a mediados de marzo. Durante unos días, este paciente, que padecía del corazón, de diabetes y de un deterioro cognitivo moderado, dejó de caminar, se volvió incontinente y profundamente letárgico. Pero no tenía fiebre ni tos. Su único síntoma respiratorio: estornudar de vez en cuando.
La esposa de este paciente llamó dos veces al 911. En ambas ocasiones, los paramédicos revisaron sus signos vitales y dijeron que estaba bien. Después de otra llamada de su angustiada esposa, Syed insistió en que lo llevaran al hospital, donde dio positivo para COVID-19.
La doctora Laura Perry, profesora adjunta de medicina en la Universidad de California-San Francisco, tuvo una paciente así hace unas semanas. La mujer, de unos 80 años, tuvo lo que parecía ser un resfriado antes de caer en un estado de confusión. En el hospital, no podía identificar dónde estaba ni permanecer despierta durante un examen. Perry diagnosticó delirio hipoactivo, un estado mental alterado en el que las personas se vuelven inactivas y somnolientas. La paciente dio positivo en el test de coronavirus y aún está en terapia intensiva.
Todavía no está claro por qué algunos pacientes mayores se encuentran bien mientras que otros no.
En Suiza, el doctor Sylvain Nguyen, geriatra del Centro Hospitalario de la Universidad de Lausanne, ha elaborado una lista de síntomas típicos y atípicos en pacientes mayores con COVID-19. En la lista atípica se incluyen cambios en el estado habitual del paciente, delirio, caídas, fatiga, letargo, baja presión arterial, dolor al tragar, desmayos, diarrea, náuseas, vómitos, dolor abdominal y pérdida del olfato y del gusto.
Los datos provienen de hospitales y residencias de mayores en Suiza, Italia y Francia.
Los médicos deben asegurarse de evaluar cuidadosamente los síntomas de un paciente mayor. Los envejeciente también pueden sentirse mal porque sus rutinas han cambiado. En las residencias y en la mayoría de los centros de vida asistida, las actividades se suspendieron, y los residentes se debilitan y pierden estado físico al no caminar, esta se suma a la depresión.
Los especialistas aconsejan que hay que insistir en realizar el test del COVID-19 ante cualquier problema nuevo de salud en nuestros adultos mayores, aunque no se cumplan con los síntomas comunes.
!Asi que si te rechazan la primera vez y las cosas no mejoran, vuelve a llamar y pregunta de nuevo!
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorialmente independiente de Ia Kaiser Family Foundation no relacionado con Kaiser Permanente.