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Un nuevo estudio llegó a una conclusión alarmante: Las tasas de obesidad en los Estados Unidos alcanzaron dimensiones históricas record, al tiempo que se mantienen las disparidades raciales, étnicas, de género y geográficas.
El análisis de Trust for America’s Health (TFAH), con base en los datos de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), concluye que la epidemia de la obesidad está creciendo en los Estados Unidos, como ha estado ocurriendo durante las últimas décadas. El resultado: uno de cada tres personas de todas las edades –alrededor de 100 millones de residentes en el país.
Nueve estados del país –Alabama, Arkansas, Dakota del Norte, Iowa, Kentucky, Luisiana, Mississippi, Missouri y Virginia del Oeste, tenían una tasa de obesidad entre adultos de más del 35% el año pasado. En 2017 solo eran 7 estados.
Se trata de una tendencia preocupante: la incidencia de obesidad ha aumentado 70% para adultos y 85% para niños en las últimas tres décadas. A nivel nacional la tasa de obesidad era de 39.6% y la de los menores de edad de 18.5 en 2015-2016.
Pero acaso el dato más alarmante es que, durante ese mismo periodo, casi la mitad de los adultos latinos (el 47%) y de los afroamericanos (46.8%) están considerados obesos, Por comparación, la tasa de obesidad de los blancos no hispanos es de 37.9% y de los asiáticos de apenas el 12.7%.
Entre los niños latinos las cifras son preocupantes: uno de cada cuatro (25.8%) son obesos, comparado con 22% de los niños afroamericanos, 14% de los blancos no hispanos y 11% de los niños asiáticos.
Pero no todas son malas noticias. El estudio de TFAH muestra que las tasas de obesidad han bajado para los niños inscritos en el programa WIC (Programa de Nutrición Especial para Mujeres, Infantes y Niños), al pasar de 17.9% en 2010 a un 13.9% en 2016.
En Berkeley, un impuesto de un centavo de dólar por onza en las bebidas azucaradas redujo su consumo en 2014. Una política similar en Pensilvania produjo resultados parecidos en 2017.
El estudio de TFAH hace un total de 31 recomendaciones, entre ellas, expandir el programa WIC, encarecer el costo de las bebidas azucaradas a través de más altos impuestos, así como apoyar la aplicación de estrategias contra la obesidad en los 50 estados y expandir los programas de nutrición escolar.
Se trata de recomendaciones de sentido común que, como se ha visto con evidencias, han empezado a hacer la diferencia en comunidades a lo largo del país. A nosotros, como padres, nos corresponde predicar con el ejemplo y poner en la mesa de nuestras familias no sólo alimentos saludables, sino la información necesaria para generar hábitos sanos.
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