Un área en la corteza frontal del cerebro puede coordinar la respuesta a situaciones potencialmente traumáticas, según un estudio hechos en animales encabezado por científicos en el Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAA, en inglés).
Comprender dónde y cómo los circuitos neuronales que involucran la corteza frontal regulan tales funciones, y cómo dichos circuitos podrían funcionar mal, puede proporcionar información sobre su papel en los trastornos psiquiátricos relacionados con el trauma y el estrés en las personas.
Además, «ser testigo cuando otros experimentan acontecimientos traumáticos también puede contribuir a esos trastornos», afirmó el autor principal de la investigación, Andrew Holmes, del Laboratorio de Ciencia Genómica y de la Conducta en NIAA.
En el experimento, hecho con animales, en situaciones de estrés y trauma, el aprendizaje acerca de fuentes potenciales de amenazas mediante la observación de cómo otros lidian con el peligro, puede ser una manera efectiva de evitar el daño, indica el estudio.
La comprensión de las diferencias en la forma que el cerebro procesa la experiencia directa de una amenaza, en comparación con la observación de otro a la amenaza, puede arrojar luz sobre los factores que predisponen a los humanos a los trastornos psiquiátricos relacionados con el trauma y el estrés.
Los científicos examinan la actividad cerebral de ratones expuestos al aprendizaje por temor como testigos, un proceso por el cual los animales aprendieron acerca de las fuentes de peligro y minimizaron su propio riesgo observando cómo otros respondían a la amenaza.
Para ello, los investigadores centraron su atención en la corteza prefrontal dorsomedial (dmPFC, en inglés), un área del cerebro que, en los ratones, los humanos y otros animales, desempeñan papeles clave en el procesamiento de la información social y la interpretación de las amenazas.