Garnet Valley, PA – El año 2020 ha causado gran estrés en la mayor parte de la población. Las razones son muchas: una pandemia que sigue causando muerte y dolor en todo el mundo, protestas civiles, luchas por justicia social, tensiones políticas. Todo esto encima de otras causas comunes de presión como el trabajo, la familia, enfermedades, factores económicos. ¿Qué podemos hacer para proteger nuestra salud mental y física?
En un artículo de EFE publicado el 6 de noviembre, el Dr. Jaime Diaz-Granados, director ejecutivo adjunto de la Asociación Americana de Psicología, mencionó que la pandemia ha empeorado la salud mental de los latinos con efectos que incluyen más ansiedad, depresión y uso de sustancias. Observa que “los latinos están siendo afectados de manera desproporcionada por el virus, y ahora se enfrentan al estrés y trauma que acompaña a la muerte de familiares, enfermedades, la incertidumbre económica y el aislamiento social”.
Cuando experimentamos estrés, el hipotálamo envía una señal a las glándulas adrenales para que estas liberen adrenalina (también conocida como epinefrina), pequeñas cantidades de noradrenalina (o norepinefrina) y cortisol. Estas substancias, conocidas como las hormonas de “fight or flight” (combata o huya),preparan al cuerpo para responder a situaciones de peligro. Tienen el efecto de indicarle al hígado que convierta glicógeno –un compuesto que almacena energía– en glucosa, y también, de liberar ácidos grasos almacenados en las células adiposas. La glucosa y los ácidos grasos se convierten en trifosfato de adenosina (ATP, por sus siglas en inglés). El cuerpo refleja de inmediato esos cambios: el corazón late más rápido, los vasos sanguíneos se dilatan y la presión sanguínea aumenta para llevar el ATP al tejido muscular; los pulmones reciben más oxígeno y se deshacen más pronto del dióxido de carbono.
El problema es cuando el cuerpo se queda en ese estado a largo plazo. Cuando el estrés es crónico, causa que los músculos se tensen y resulten en dolores de cabeza y dolor muscular en la espalda y los brazos. Otra consecuencia es la falta de aire y un ritmo de respiración rápido. Algunas personas pueden sufrir de ataques de asma y de pánico. Las subidas presión recurrente aumentan el riesgo a desarrollar hipertensión (alta presión) y ataques cardiacos o isquémicos. En el sistema gastrointestinal, donde existen cientos de neuronas, el estrés puede causar dolor e hinchazón y puede afectar la flora bacteriana del intestino; la cual, a su vez, afecta la salud del cerebro. Condiciones de salud mental que se observan al mantener un estado de tensión frecuente incluyen fatiga crónica y depresión.
Algunas recomendaciones para reducir el estrés incluyen el hacer ejercicio regularmente, dormir la cantidad de horas recomendadas, alimentarse saludablemente y hacer actividades recreativas. La meditación y oración también ayudan. Por último, como mencioné en una columna anterior, aun en estos tiempos difíciles, el perdonar, a nosotros mismos y a los demás, nos ayudará a mantener la salud equilibrada.