Norristown, PA – Mariana nació en México, a los nueve años comenzó a trabajar en el campo, donde aprendió a cultivar diferentes vegetales. Ella recuerda: “Aunque mi ilusión era poder ir a la escuela, yo trabajaba motivada por llevar dinero a casa y ayudar a la manutención de mi familia”. Sus manos se acostumbraron a sentir la tierra, a manipular y a conocer las plantas, actividad que la llevó a desarrollar una habilidad que la acompañaría siempre. Mariana conoció a Horacio, y decidieron formar una familia. Cuando llegaron a los Estados Unidos comenzaron a trabajar y a formar su hogar. Dulce nació pocos meses después y Horacio Jr. años más tarde. Mariana siguió con su gusto por las plantas, y en su casa logró cultivar jitomate, calabaza, chiles, cilantro, y varios tipos de hierbas aromáticas. La vida marchaba bien, y su esposo se había revelado un gran padre y compañero de vida, sin embargo, “a veces las cosas no pasan como uno las espera”, dice ella refiriéndose a lo que vendría años más tarde.
En el otoño del 2018, el hermano de Mariana sufrió un derrame cerebral que lo dejaría incapacitado para seguir trabajando y con requerimientos de cuidados especiales de tiempo completo; responsabilidad que quedó en manos de ella y de Horacio. En 2019, Mariana esperaba a su tercer hijo, así que “Viviana”, llegó con gran esfuerzo desde México para apoyar a su hija también con la atención del bebé. Sin embargo, unos días después de su llegada, comenzó a sentirse mal con dolores en el vientre, la llevaron al hospital y tras varios estudios le diagnosticaron cáncer. Así, Mariana dio a luz al pequeño Max, en medio de una cirugía, quimioterapias y radioterapias de su mamá. Al finalizar el tratamiento, y después de unos meses de bienestar, “Viviana” cayó enferma nuevamente sin que ya nada se pudiera hacer. Ella, valiente y resignada, se despidió de Mariana y de su familia, y regresó a su país.
En marzo del 2020 llegó la pandemia
Un día Horacio comenzó a sentirse muy cansado, tanto que ya no tenía energía para ir a trabajar, le dolían los músculos, tosía mucho, sentía dolor en la espalda y en la garganta. Mariana también, comenzó a sentirse mal. Ambos con fiebre y escalofríos. Afortunadamente, los niños nunca presentaron síntomas; pero su hermano sí, a quien llevarían de emergencia al hospital siendo dado de alta a los dos días. Ella se recuperó pronto en casa, pero Horacio empeoró a tal grado que ya le faltaba el aire para subir las escaleras. Sin dudar, fueron al hospital y ahí, los médicos confirmaron que él tenía los pulmones muy inflamados y dañados. Así, el 4 de mayo, Horacio fue ingresado muy grave al hospital con diagnóstico de COVID-19. Desde entonces Mariana tiene que mantener y atender, ella sola, a sus hijos y a su hermano mientras su esposo se sigue en el hospital.
Dicen que, “las malas noticias nunca llegan solas”, Mariana ha tenido que sufrir todo este peso con un terrible dolor. Al día siguiente que internaron a Horacio, se enteró del fallecimiento de su mamá, y un día después, de recibir la noticia entubaron a su esposo por complicaciones de la neumonía. “Aunque a veces la vida pone pruebas muy duras, debemos seguir luchando, no hay opción, así es la vida real”, dice Mariana.
Horacio fue retirado del respirador e intervenido por las llagas que desarrolló. Aunque ya se encuentra en rehabilitación para lograr mover sus brazos y piernas, los médicos le han dicho que su recuperación total requerirá de seis a doce meses más. “Yo necesito trabajar, no puedo estar a expensas de las donaciones por siempre, pero no podré hacerlo con mi hermano aquí”, reflexiona Mariana con valentía, y determinada a salir adelante, pidió ayuda a su familia en México para que su hermano pueda ser atendido allá.
Organizaciones como CCATE (Centro de Cultura, Arte, Trabajo y Educación) donde Mariana compartió sus conocimientos como instructora de jardinería, ACLAMO (Acción Comunal Latinoamericana de Montgomery County), y el Consulado mexicano, están haciendo lo posible para apoyar a la familia de Mariana y gestionar el traslado de su hermano. Finalmente, ella nos dice: “Agradezco y bendigo a todas las familias que, aun estando en peor situación que la mía, nos han tendido la mano. Crean en esta enfermedad. No perdamos la fe. Así como recibimos también debemos dar”.
Si quieres ayudar a esta familia guerrera manda un mensaje de texto al 267 473 53 35.