Nueva Delhi, .- Después de dos años de pandemia y en medio de una tercera ola, la India sigue empeorando sus indicadores sobre abandono escolar y la caída de las matrículas, unos datos especialmente alarmantes en relación con las niñas, que representan el sector más vulnerable de esta sociedad eminentemente patriarcal.
En este contexto, la India conmemora este lunes el Día Internacional de la Educación y el Día Nacional de la Niña, con un sistema deficiente que ha sido incapaz de frenar las deserciones estudiantiles pese a repetidos intentos por evitarlo.
Con 1.350 millones de habitantes, la India cuenta con 320 millones de niños y jóvenes matriculados en el sistema educativo, 158 millones de ellos mujeres.
Pero ahora «existe una creciente preocupación de que la pandemia afecte desproporcionadamente a las niñas», reconoció el Ministerio de Educación en una carta recientemente enviada al Parlamento nacional.
Esto, indicó, «puede conducir a un mayor riesgo de que las niñas abandonen permanentemente la escuela y se reviertan los avances logrados en años recientes».
LAS DESIGUALDADES
El sistema de educación en línea puesto en marcha con el confinamiento a principios de 2020 es en ocasiones inalcanzable para niñas de familias en zonas empobrecidas o áreas rurales, donde el acceso a las nuevas tecnologías es muy limitado.
Además, la preferencia por los hijos varones en muchas familias tradicionales, conlleva que los padres den prioridad a los niños para usar los pocos equipos disponibles en casa, relegando a las niñas al tiempo libre disponible.
«En el caso de niñas de familias muy pobres que viven en áreas rurales es posible que ni siquiera tengan acceso a tecnología clave», reconoció el Gobierno al ser consultado por el Comité de la Mujer sobre las razones que explican una tasa superior en la deserción escolar de las niñas.
A esto se suma un problema de larga data en el país asiático, que cuenta con deficientes infraestructuras, un número escaso de maestros en las zonas rurales, y un sistema de transporte pobre o inexistente para llegar a las escuelas.
En algunos casos los niños tienen que hacer a diario largos recorridos a pie para ir a la escuela y se encuentran además con obstáculos como ríos, zonas boscosas o colinas.
«Los padres a menudo no están dispuestos a enviar a sus hijas a la escuela, situadas en lugares lejanos, por razones de seguridad y protección», aseguró en su informe el comité del Parlamento.
EXCLUIDOS DEL SISTEMA
El confinamiento, sin embargo, no ha afectado solo a las niñas. Un informe citado por el Parlamento indio señaló una pérdida de la capacidad lingüística del 92 % y de la capacidad matemática en el 82% de los estudiantes de primaria debido al cierre de las escuelas.
Ante esta situación, un puñado de escuelas alternativas han florecido en el país para tratar de brindar educación a los jóvenes que por cualquier razón quedaron excluidos del sistema formal.
Satyendra Pal, de 26 años, hijo de un humilde trabajador pobre del estado norteño de Uttar Pradesh, puso en pausa sus estudios universitarios de Matemáticas en 2015 para brindar educación gratuita a los niños pobres de los barrios marginales a orillas del río Yamuna, en el este de Nueva Delhi.
El área, que alberga algunos de los mayores edificios de la capital india, es también morada de miles de trabajadores e inmigrantes pobres, cuyos hijos simbolizan la gravedad del sistema educativo.
La escuela callejera, que abrió en 2015 con cinco niños, llegó a contar con 350 estudiantes justo antes del inicio de la pandemia, dijo a Efe Kuldeep Maurya, que forma parte del grupo de maestros.
Con cientos de hijos de jornaleros sin teléfonos inteligentes ni ordenadores portátiles para asistir a las clases, la escuela volvió a abrir sus aulas bajo un puente, con el único mobiliario de una pizarra y un par de esterillas en el suelo.
«El metro que pasa por encima nos enseña metafóricamente a seguir adelante sin importar nada y ayudar a las personas a llegar a sus destinos sin importar los antecedentes que tengan», apunta Maurya.