Norristown PA- Talento es la capacidad que una persona tiene para aprender cosas con facilidad o para desarrollar con mucha habilidad una actividad. En este sentido, considero a Mariana como una talentosa del arte culinario.
Originaria del estado de Puebla en México, heredó de su madre y abuela el talento de preparar deliciosos platillos, típicos de su región. Cuando llegó a la ciudad de Norristown, instaló un pequeño huerto en el patio trasero de su casa, lo que le permitió cultivar diversos vegetales, desde jitomate y hierbas aromáticas hasta papayas. Para ella, ha sido siempre un deleite cocinar para sus familiares y amigos. Sin embargo, hace unos meses ese gozo se transformó en su única forma de sustento. Como muchos, puso su talento al servicio de su familia.
Hace más de siete meses, escribí una nota acerca de Mariana (#730 de Impacto), cuya historia me dejó muy conmovida. Ella había perdido recientemente a su mamá, se encontraba atendiendo a su hermano, víctima de un derrame cerebral, y vivía angustiada porque Horacio, su esposo, había sido hospitalizado por COVID-19. En aquel tiempo, Mariana vivía entre visitas al hospital y las labores de la casa, preparando desayunos para llevar a vender, atendiendo a su hermano y a sus tres hijos. Hoy, la vida no es más fácil. Horacio ya se encuentra en casa, pero, con atrofia muscular como consecuencia del COVID-19, que lo mantuvo inmóvil e intubado por casi tres largos meses. De acuerdo con sus médicos, él podría llegar a mover brazos y piernas en un periodo de seis a doce meses, siempre y cuando reciba terapia y rehabilitación. Situación complicada por la falta de recursos económicos.
Mariana no ha tenido opción, se ha tenido que quedar en casa para no desatender a su hermano, a su esposo, a sus hijos y a su hogar así que comenzó a cocinar y a ofrecer, uno de los platillos favoritos de ella y de quienes la conocen, ¡Los tamales! Cada fin de semana, a veces con ayuda de alguno de los miembros de la familia o amigos, prepara exquisitos tamales de salsa verde con pollo o con carne de cerdo, de mole poblano, de rajas de chile jalapeño con queso blanco, y de dulce, hechos con azúcar, mantequilla y pasitas. Todos envueltos en hojas de maíz. Un auténtico manjar para quienes hemos probado tal antojito.
La experiencia comienza desde que Mariana abre el bote donde se han cocido los tamales, pues el vapor que se desprende viene acompañado de ese aroma característico que da la masa recién cocida y las hojas de maíz, un auténtico olor a campo. Es de mañana, yo aún estoy sin desayunar, el aroma acrecienta mi apetito, empiezo a salivar, miro con atención como ella saca con gran destreza esa pieza culinaria de origen prehispánico del bote. Con cuidado para no quemarse, la coloca en un plato, le retira las hojas aún calientes, y deja expuesto la vianda. Esta vez se trata de un tamal de rajas con queso, mi favorito. No puedo esperar para clavar la cuchara, corto un buen trozo, uno que lleve de todo lo que hay en ese envoltorio, y finalmente, lo pruebo. ¡Qué delicia!
Lo que hace todavía más especiales a estos tamales, no sólo es su sabor, sino, la actitud con la que Mariana atiende a sus clientes. Siempre alegre, siempre sonriente, siempre amable. La energía que desborda al verla ir y venir por su casa, despachando los tamales, el atole de chocolate (delicioso también), dando el cambio del billete, y agradeciendo la compra, es un acto de verdadero amor a la familia.
Antes que termine marzo, mes que conmemora a las mujeres por sus derechos ganados, hago un reconocimiento especial a la lucha y la valentía de esta talentosa mujer, quién además de convertirse en el pilar de su familia anhela continuar como voluntaria dando sus clases de jardinería y cocina para la comunidad hispana de su ciudad. ¡Ayudémosla! Y como suele decir Horacio: “¡Vamos con toda la actitud, sin miedo al éxito!”.
Los tamales de Mariana se pueden adquirir en 526 E Main St, Norristown, PA
