Filadelfia, PA- Este 25 de mayo se celebramos el histórico Dia de la Recordación. Este es uno de los días feriados estadounidenses que se pauta cada último lunes del mes de mayo. Se recuerda en este día aquellos y aquellas que cayeron en batalla y en servicio a la patria. Comenzó a celebrarse unos años después de finalizar la Guerra Civil en 1865 y no fue hasta en 1971 que se convirtió en un día federal oficial. Inicialmente, se conocía como el Dia de la Decoración, donde los familiares de los caídos iban y decoraban sus tumbas en memoria de sus vidas.
Es muy interesante que se tome un día solo para recordar a los caídos y no se tome en cuenta la historia detrás de la nación en donde vivimos y en donde también hemos plasmado recuerdos, que nos son tan obvios que a veces se los traga el olvido.
Empecemos por los Borinqueneers, ese valeroso grupo de puertorriqueños que peleó en la Guerra de Corea en 1950. Muchos de ellos aún viven, cantan y nos alegran con sus historias y cuentos. Otros muchos yacen en el cementerio de Green Mount o en Valley Forge. Mi padre fue parte de esos Borinqueneers, por eso y por los tantos amigos y familiares que también son parte de esa historia, les guardo gran respeto y honor.
También vayan nuestros saludos a los miles de familiares cuyos seres queridos jamás regresaron de Corea, ni Vietnam, ni del Golfo Pérsico, ni de Afganistán. Fueron miles los puertorriqueños y latinoamericanos que dejaron sus sueños y pasiones en la densa selva vietnamita o en el árido desierto del Oriente Medio.
Aquí en esta nuestra ciudad de Filadelfia tenemos una memoria histórica que va mucho más allá de lo que la prensa publica o la televisión reseña. Las décadas del ‘60, ‘70 y ‘80 encierran la historia de las tantas iniciativas que la comunidad puertorriqueña desarrolló en Filadelfia. Desde el 1960 comienzan a cuajarse una serie de organizaciones socioculturales que van a convertirse en los paladines de la comunidad latina; Concilio 1962, Aspira PA 1969, APM 1970, Norris Square 1972, Taller Puertorriqueno 1974, Congreso 1977, HACE 1981, AMLA 1982, Esperanza 1987. Solo menciono aquellas que lograron hacer mella en la vida y sueños de miles de latinos en Filadelfia y que hoy gozan de reconocimiento local, estatal y nacional.
Hombres como el Dr. Jesús M. Sierra, Domingo Negrón, Dr. Diego Castellanos, mujeres como Carmen Aponte, Agripina Sanchez, entre tantos y tantas otras, dejaron un legado que no puede pasar a las mazmorras del olvido ni a las lúgubres sombras del silencio. Fueron pioneros y pioneras que dejaron un legado que nuestras nuevas generaciones tendremos que emular.
Y qué decir de los miles de hermanos dominicanos, que han sabido abrirse camino y son una importante fuerza económica en nuestra ciudad. Y qué tal los hermanos mexicanos, que han establecido una presencia irrevocable y le han cambiado el gusto y la imagen al sur de Filadelfia. Celebran uno de los acontecimientos históricos más concurridos de la ciudad cada 5 de mayo. No puedo pasar por alto a la comunidad colombiana, venezolana, guatemalteca salvadoreña y hondureña. Estas comunidades nuestras le han dado un frescor cultural y culinario a nuestra comunidad latina en general.
Pero esta historia nuestra no se circunscribe únicamente a Filadelfia, ni a unas décadas atrás. Habrá que recordar que nosotros los latinos llegamos aquí mucho antes que los peregrinos del Mayflower. ¿A qué le suenan a usted los nombres de Florida, Texas, Nuevo México, Arizona, California, Oregón, Montana, Colorado? Es históricamente sabido que estos territorios pertenecieron a México y cualquiera que lea un poco de historia lo constatará. Esa memoria histórica hay que rescatarla para no dejar que nos sigan viendo como extranjeros y advenedizos. Somos más de aquí que Donald Trump. Aquí hemos dejado la memoria de nuestros antepasados y de nuestras victorias.
De esto trata la celebración de Día de la Recordación, de recordar y conmemorar los esfuerzos de los que nos antecedieron. Eso es parte de nuestra historia, es parte de lo que somos. Aunque nos traten de indocumentados o ciudadanos de segunda categoría no podrán borrar jamás esa hermosa herencia cultural. Somos 60 millones de americanos que trabajamos, cantamos y bailamos al son del recuerdo y nuestras caras lindas son el testimonio vivo y eterno de quienes somos.