El presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump, y el aspirante demócrata a la Casa Blanca, el exvicepresidente Joe Biden, se dieron cita el martes en Ohio, para protagonizar el primer debate presidencial de cara a las elecciones del próximo 3 de noviembre.
Noventa minutos durante los cuales ambos candidatos debatieron sobre algunos de los principales temas de interés en Estados Unidos en estos momentos, como el nombramiento de un nuevo magistrado para el Tribunal Supremo, la pandemia o la seguridad de los comicios.
Chris Wallace, presentador de Fox News Sunday fue el moderador y el debate se dividió en seis segmentos de aproximadamente 15 minutos cada uno.
El presidente Trump, acusó al hijo del candidato demócrata de corrupción. Ante las acusaciones y sus múltiples interrupciones, Biden respondió: «Bueno, es difícil hablar con este payaso. Discúlpeme».
Asimismo, el exvicepresidente señaló: «Esto no es sobre mi familia o su familia, esto es sobre su familia, el pueblo estadounidense».
Y dirigiéndose a cámara zanjó que Trump «no quiere hablar de lo que necesitan».
El mandatario volvió a agitar las sospechas de corrupción sobre Hunter Biden en otro momento del debate, cuando aseguró que «fue expulsado del Ejército, fue expulsado sin honor», ante lo que Biden protestó «no es cierto».
Biden subrayó por su parte que su hijo «tuvo, como mucha gente, un problema con las drogas. Lo ha superado, lo ha solucionado… Ha trabajado en ello y estoy orgulloso de él», afirmó.
Trump acusa de «fraude electoral» y asegura que cuenta con el Supremo
El presidente advirtió de un «posible fraude electoral» en los comicios de noviembre y aseguró que cuenta con el Tribunal Supremo si hay algún problema en el recuento de votos.
«Esto va a ser un fraude como nunca hayan visto», dijo el mandatario, quien cuestionado por el moderador señaló que posiblemente habrá que contar con el Tribunal Supremo, donde Trump quiere confirmar a la jueza Amy Coney Barrett antes de los comicios para cubrir la vacante dejada por la fallecida magistrada progresista Ruth Bader Ginsburg.
La ira es la clave
La ira es una poderosa fuerza motivadora en la política de Estados Unidos, capaz de impulsar a los votantes y llenar las arcas de campaña, afirman los profesores de ciencias políticas y política pública que han estudiado el tema. Según ellos, esa ira de los votantes fue lo que potenció el camino a la Casa Blanca de Donald Trump en 2016 y que ayudó a los demócratas a retomar el control de la Cámara de Representantes en 2018.
“Los propios políticos buscan deliberadamente encolerizar a los estadounidenses, porque cuando la gente tiene ira tiende a votar lealmente por los candidatos de su partido que encuentran en la boleta”, dice Steven Webster, un profesor asistente de ciencias políticas de la Universidad de Indiana.
“Para explicarlo simplemente: un votante indignado es un votante leal, y como los políticos están enfocados en ser reelegidos, nos indignan para impulsar esa meta”, agregó.
Una encuesta reciente reflejó que un 61% de los partidarios de Biden dicen que se sentirían indignados si gana Trump, mientras que un 37% los partidarios de Trump expresaron que lo estarían si ganara Biden.
“Si uno puede lograr que la gente se sienta indignada, eso es una herramienta política muy útil si posibilita alterar el balance con este sentimiento gutural en lugar del pensamiento racional”, dijo Bonnie Stabile, profesora de política pública de la Universidad George Mason.
Mientras los esfuerzos para generar la ira pueden ser buenos para campañas políticas, los académicos consideran que a la larga podrían erosionar la confianza de los estadounidenses en el gobierno federal y, en un sentido más amplio, la fe en el sistema democrático.
Un sondeo del Centro Pew reveló que solo 1 en 5 adultos estadounidenses, o un 20%, confían en que el gobierno federal “hace lo correcto” casi siempre o la mayor parte del tiempo.
“Confiar en el gobierno tiende a facilitar una cultura en que podemos tener una cooperación bipartidista”, dice Webster. “Confiar en el gobierno perpetúa el respaldo por los programas sociales que buscan mejorar la sociedad, como el Medicare, el Medicaid y la Seguridad Social”.
Una encuesta en 2016 reflejó que el 83% de los participantes estaban insatisfechos con la forma de trabajar del gobierno federal, y un 32% respondió que no solo estaban insatisfechos, sino indignados.
“Los republicanos piensan que el gobierno federal hace demasiado y los demócratas que no hace lo suficiente”, dice Webster.
Webster no ve una salida de esta trampa de ira para los estadounidenses mientras los políticos continúen encolerizando activamente a sus simpatizantes y los votantes sigan receptivos a esos mensajes de cólera.
Los otros dos debates presidenciales están previstos para el 15 y 22 de octubre en Miami, y en Nashville, Tennessee, respectivamente. El vicepresidente Mike Pence se medirá con la compañera de fórmula de Biden, la senadora Kamala Harris, el 7 de octubre en Salt Lake City, en el estado de Utah.
Con información de EFE y VOA