El Día de San Patricio, patrón de Irlanda, atrae mayores multitudes en EE. UU. que en la nación donde nació la festividad. Este 2024, se espera que un 62 % de estadounidenses «celebren como irlandeses» en una festividad popularizada por inmigrantes y sus aportes a la identidad del país.
WASHINGTON — Cada año al inicio de la primavera, Estados Unidos se viste de verde vibrante. El Día de San Patricio, celebrado cada 17 de marzo, llena las ciudades de tréboles, duendes, sombreros con cinta de hebilla y el sonido de gaitas. Millones de estadounidenses asisten a desfiles y eventos donde la emblemática cerveza Guinness es infaltable.
Se estima que este 2024 unos 162 millones de personas en EE. UU. celebrarán «como un irlandés», lo cual significa que alrededor de un 62 % de los estadounidenses marcará la fecha de alguna manera, según la cadena de televisión ABC. Este número supera en 20 veces la población de Irlanda.
Pero, ¿cómo el homenaje en este lado del Atlántico al santo patrón irlandés se convirtió en un festejo que supera en magnitud a las celebraciones en el lugar donde nació la tradición?.
Fiebre verde del otro lado del Atlántico
En los días previos al Saint Patrick los estadounidenses beben cerveza verde, comen bagels verdes, visten camisetas, collares y trajes esmeralda, y hasta tiñen ríos y fuentes – la Casa Blanca lo hizo en 2023 – en honor al santo, quien se cree murió el 17 de marzo de 460 y es venerado por popularizar el cristianismo a Irlanda.
Sin embargo, la que hoy es conocida como una de las mayores fiestas populares en EEUU comenzó como un día de recogimiento y solemnidad en su lugar de origen. Desde al menos 1631, los católicos irlandeses iban a misas y cenaban modestamente, con la notable diferencia que en aquellos inicios era el azul y no el verde, el color asociado con el santo.
De acuerdo con los historiadores, fue en Boston, una de las ciudades con mayor influencia de la inmigración irlandesa, donde se celebró por primera vez el Día de San Patricio en las entonces Trece Colonias, en 1737.
Sin embargo, documentos consultados por el historiador Michael Francis en el Archivo de Indias en Sevilla, muestran que el primer festejo al santo de este lado del Atlántico tuvo lugar el 17 de marzo en 1601 en el asentamiento español de San Agustín, en lo que es ahora el norte de la Florida.
Fue irónicamente el ejército británico el responsable de iniciar la tradición del desfile del Día San Patricio en Nueva York, hoy una celebración masiva que reúne a miles, considerada una de las mayores del mundo. Fueron soldados irlandeses que servían como casacas rojas los que caminaron la mañana del 17 de marzo de 1762 de camino a un desayuno en honor a la efeméride.
De «ciudadanos de segunda mano» a heroes
La fiesta en honor a Saint Paddy comenzó a expandirse a medida que la inmigración irlandesa hacia EEUU creció en el siglo XIX, cuando la hambruna de 1845 provocó la muerte de cerca de un millón de personas en Irlanda y empujó a otros 1,5 millones a emigrar. La mayoría de ellos llegaron vía Nueva York en busca del sueño americano.
La animosidad inicial contra los pobres emigrantes irlandeses fue mutando poco a poco y en eso tuvo mucho que ver su participación en la Guerra Civil estadounidense. Muchos de ellos sirvieron como soldados en el Ejército de la Union que terminó victorioso.
Para el fin del conflicto con los estados Confederados, los irlandeses ya eran considerados parte del tejido del país. “Salieron como ciudadanos de segunda clase, pero regresaron como héroes”, escribió el historiador Mike McCormack, de la orden católica irlandesa-estadounidense de los Hibernianos, la más antigua de su tipo en suelo americano.
Con el paso de los años, las familias que cruzaron el Atlántico comenzaron a tener mejores trabajos, sus hijos fueron a la universidad e incluso un descendiente de irlandeses llegó hasta el puesto más alto del país: el presidente John F Kennedy, parte de una de las familias políticas más conocidas de EE. UU.
Décadas después, el actual mandatario Joe Biden se convertiría en «el más irlandés de los presidentes». Sus ancestros emigraron a EEUU durante la gran hambruna de la década de 1800 y el resto es historia. Fue durante su presidencia que la fuente de la Casa Blanca se tiñó de verde en saludo a San Patricio.
Una tradición que regresó modificada
A través de los años y la integración de las tradiciones irlandesas, la fiesta perdió parte de su significación religiosa – aunque todavía para muchos descendientes tiene un componente de fervor al santo – para convertirse en una jornada para festejar la herencia irlandesa-estadounidense y un pretexto para celebrar en las calles, comprar durante la temporada de ofertas y sobre todo…beber.
Este fin de semana, un 82 % de encuestados en EE. UU. planea vestir de verde, mientras que un 29 % preparará una comida especial asociada con la fiesta – usualmente carne procesada y repollo – mientras que otro 27 % irá a un bar o un restaurante a celebrar.
Una asombrosa cantidad de 13 millones de pintas de cerveza Guinness serán consumidas alrededor del mundo en la fecha.
Mientras el planeta se vuelve «irlandés por un día», en el lugar donde nació la tradición la fiesta en honor a San Patricio sigue teniendo un tono más solemne, aunque poco a poco la Isla Esmeralda se ha contagiado del entusiasmo desde el otro lado del Atlántico.
El ambiente de fiesta popular se extendió en Irlanda con la llegada de la televisión, a través de la que muchos vieron las celebraciones masivas en EE. UU. A partir de 1996, el Festival de San Patricio comenzó a celebrarse en Dublín con eventos que recuerdan al de Nueva York y que hoy atrae a más de un millón de asistentes cada año a la capital irlandesa.