El presidente aseguró que el objetivo se ha cumplido: impedir que Al Qaeda pueda usar este país como base para orquestar nuevos ataques contra EE. UU. El presidente, Joe Biden, defendió la salida en septiembre de este año de las tropas estadounidenses de Afganistán porque EE.UU. cumplió «su objetivo» al desmantelar Al Qaeda y matar a su entonces líder, Osama bin Laden.
«Creo que nuestra presencia en Afganistán debería estar enfocada en la razón por la que fuimos allí en principio, para asegurarnos de que Afganistán no se convirtiera en una base para atacar nuestra nación otra vez. Hicimos eso. Cumplimos ese objetivo», defendió Biden.
El mandatario recordó que es el cuarto presidente que gobierna con tropas estadounidenses en Afganistán y prometió que no pasará esa «responsabilidad a un quinto». Antes que él, tres presidentes ya intentaron salir del país asiático: George W. Bush (2001-2009); Barack Obama (2009-2017); y Donald Trump (2017-2021).
Reveló que habló sobre su decisión con Bush y, aunque no explicó qué le dijo el expresidente, afirmó que ambos agradecen a los Fuerzas Armadas el sacrificio en Afganistán.
La decisión de Biden significa que EE. UU. y el resto de los aliados de la OTAN no cumplirán la promesa que Trump hizo a los talibanes de sacar todas las tropas de Afganistán antes del próximo 1 de mayo.
El objetivo del actual mandatario es iniciar el proceso de retirada en esa fecha y terminarlo antes del vigésimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Biden no ofreció nuevos detalles de los plazos de la retirada y se limitó a decir que no será una salida precipitada, sino que se hará de forma «responsable» y «segura».
Además, dijo que en los «próximos meses» concretará el tamaño del pequeño contingente que EE. UU. quiere dejar en Afganistán para proteger a los diplomáticos estadounidenses.
MUCHOS SÍMBOLOS
Aunque faltó concreción, este anuncio, el mayor de Biden en política exterior en lo que lleva de mandato, sí estuvo repleto de símbolos.
El mandatario eligió dar su discurso en la «la Sala del Tratado» de la Casa Blanca, donde en 2001 Bush anunció el inicio de la ofensiva militar.
También recordó que es el primer presidente en 40 años en tener un hijo que estuvo en una zona de guerra, en referencia a Beau, quien luchó en Irak y falleció de cáncer en 2015.
Además, sacó un papel que lleva en el bolsillo desde hace 12 años con el número exacto de estadounidenses que han perdido la vida en Afganistán: 2.488.
«La guerra de Afganistán no fue diseñada para ser un proyecto de generaciones», manifestó Biden, quien recordó que hay estadounidenses destinados en ese país que ni siquiera habían nacido cuando se produjeron los ataques del 11 de septiembre y, además, hay familias en las que padres e hijos han luchado en ese conflicto.
Asimismo, tras el discurso, Biden hizo una ofrenda floral en la sección 60 del cementerio nacional de Arlington, donde están enterrados los soldados que perdieron en las guerras de Irak y Afganistán.
«Es hora de acabar con la guerra más larga de Estados Unidos. Es hora de que las tropas estadounidenses vuelvan a casa», subrayó.
La guerra de Afganistán comenzó en octubre de 2001 con la misión de dar caza a Osama Bin Laden, el «cerebro» de los atentados del 11 de septiembre de ese año, y castigar a los talibanes que le habían dado refugio.
SE DEFIENDE DE LAS CRÍTICAS
Por último, Biden se dirigió directamente a quienes han criticado su decisión de salir de Afganistán sin condiciones, es decir, sin supeditarla al cumplimiento de ciertos compromisos por los talibanes o el Gobierno afgano, como hicieron sus predecesores.
«No podemos continuar este ciclo de extender o expandir nuestra presencia militar en Afganistán con la esperanza de crear condiciones ideales para nuestra retirada y esperando un resultado diferente», contraatacó.
Además, argumentó que la amenaza del terrorismo es global y EE. UU. necesita concentrarse en otros temas prioritarios para Washington, como el auge de China.
Horas antes del discurso, el director de la CIA, William Burns, criticó la decisión de Biden al considerar que si EE. UU. se retira existe un «riesgo significativo» de que Al Qaeda y otros grupos terroristas encuentren un refugio en Afganistán, como ocurrió con los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Frente a ello, Biden, consideró que otros países con intereses en la zona, como Pakistán, pueden ayudar al Gobierno afgano y aseguró que Washington seguirá dando ayuda humanitaria.
Se comprometió también a apoyar las conversaciones entre el Ejecutivo afgano y los talibanes, que no han dado fruto en sus siete meses de duración y que los insurgentes ahora amenazan con boicotear por la decisión de Biden, al que acusan de traicionar la promesa que les hizo Trump.
Actualmente, hay unos 3.500 efectivos estadounidenses en Afganistán, entre ellos 2.500 militares y 1.000 miembros de las fuerzas especiales; mientras que la OTAN mantiene a otros 7.000 soldados, procedentes de otros países de la Alianza y también procedentes de socios como Georgia.