El conservador y combativo líder de Hungría dijo que la victoria de Donald Trump ayudará en su propia batalla contra la inmigración y el multiculturalismo y restaurará los valores familiares tradicionales.
En Argentina, un presidente que una vez abrazó efusivamente a Trump en una conferencia política en Maryland ataca a sus críticos llamándolos ratas y parásitos, despotricando contra lo que él llama una élite corrupta y calificando el cambio climático de “mentira socialista”.
El segundo mandato de Trump podría reorientar la diplomacia de Estados Unidos para alejarla de las alianzas internacionales tradicionales y acercarse más a políticos populistas y autoritarios, según esos líderes y observadores externos.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán
Orbán hizo una audaz predicción dos días antes de las elecciones del martes.
“Donald Trump volverá a ser presidente, y eso significa que para fin de año, las fuerzas políticas a favor de la paz serán mayoría en Occidente”, dijo Orbán a la radio estatal.
Orbán ha sido acusado por la Unión Europea de ahogar la democracia húngara dominando los medios de comunicación y construyendo una red de oligarcas leales. Ha preocupado a líderes extranjeros al acercarse más al presidente de Rusia, Vladímir Putin.
Lo que Orbán llama “democracia antiliberal” ha estigmatizado a las organizaciones de la sociedad civil y reprimido los derechos LGBTQ+. Se inclina por retener el poder incluso si eso significa contravenir los intereses de los aliados tradicionales húngaros.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin
Trump ha evitado criticar públicamente a Putin y se ha referido a él en términos cordiales de forma continuada.
“Claramente existe ese tipo de química de mentalidad autoritaria”, dijo Nigel Gould-Davies, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en Londres.
Esa química encaja con la admiración de Trump por otros líderes autoritarios, algunos de los cuales fueron elegidos por sistemas otrora democráticos, señaló Gould-Davies, que puso como ejemplo a Hungría bajo el mandato de Orbán.
Trump ha afirmado que pondrá fin a la guerra de Rusia en Ucrania “en 24 horas”, una afirmación bien recibida por el Kremlin, que actualmente tiene una ventaja en el campo de batalla y ocupa en torno al 20% del territorio ucraniano.
Moscú puede esperar que Trump siembre la discordia en la OTAN con sus demandas de que otros miembros de la alianza cumplan con los niveles de gasto militar acordados, y sus advertencias de que Rusia podría “hacer lo que le dé la gana” con aquellos que fallen.
Gould-Davies señaló antes de las elecciones que el Kremlin daría la bienvenida a la victoria de Trump debido a su aparente deseo de que la guerra en Ucrania termine en términos favorables para Rusia. Putin y otros líderes autoritarios se sentirán alentados por la reelección de Trump, lo que significará “mucho menos énfasis en la política exterior estadounidense en la importancia y el valor de los derechos humanos”, dijo Gould-Davies.
El primer ministro de India, Narendra Modi
Modi es uno de los líderes políticos más queridos y divisivos de su país. Bajo Modi, el nacionalismo hindú, que antes era una ideología marginal en India, se ha vuelto corriente principal y nadie ha hecho más para avanzar esa causa que el líder de 74 años.
Algunos críticos creen que la política de Modi ha dividido a India, especialmente en términos religiosos. Se le ha acusado de emplear discurso de odio contra la minoría musulmana del país, sobre todo en la última fase de la campaña electoral de este año, cuando intensificó la retórica contra ellos.
Para sus seguidores, Modi es un hombre ajeno a la política que rompió la historia de política dinástica del país. Su ascenso se ha visto impulsado en parte por promesas de reformas económicas, pero también por una política que prioriza a los hindúes y que ha encontrado un amplio apoyo en un país donde el 80% de la población es hindú.
Para sus críticos, Modi ha tensionado la democracia y amenazado el tejido laico de India, con ataques crecientes a los medios de comunicación y la libertad de expresión durante los más de 10 años que lleva en el gobierno.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan
Al igual que Trump, Erdogan proyecta una imagen de fuerza que prioriza los intereses nacionales y se basa en mensajes populistas que le presentan como un campeón de la gente de a pie contra las élites.
El gobierno de Biden ha mantenido las distancias con el gobierno de Erdogan, pero Trump y Erdogan han cultivado una relación cordial. Esto a pesar de una serie de diferencias entre sus países, como cuando la administración Trump eliminó a Turquía del programa de cazas de combate F-35 en 2019 porque Ankara compró un sistema de defensa de misiles fabricado en Rusia.
El presidente de Argentina, Javier Milei
El presidente de Argentina tiene un estilo agresivo como Trump, rechaza instituciones multilaterales como las Naciones Unidas y ha mostrado una actitud de desdén hacia la diplomacia, evitando reuniones con líderes de aliados tradicionales como Brasil y España.
Para muchos observadores, el paralelismo más preocupante afecta a las afirmaciones de Milei sobre que las elecciones presidenciales del año pasado en Argentina fueron amañadas en su contra. Eso, junto con sus esfuerzos por minimizar las atrocidades de la sangrienta dictadura militar de Argentina de 1976-1983, ha suscitado preocupaciones sobre su impacto en la democracia.
Milei felicitó el miércoles a Trump por su victoria electoral publicando una imagen en Instagram de los dos hombres abrazándose frente a las banderas de sus naciones.
“Sabes que puedes contar con Argentina para llevar a cabo tu tarea”, se lee en el pie de foto. “Ahora, hagamos que América sea grande de nuevo”.
Los analistas dicen que su gobierno necesitado de efectivo —que necesita con desesperación el apoyo de Estados Unidos, el mayor accionista del Fondo Monetario Internacional— ha apostado a una victoria de Trump. El gobierno de Milei ha puesto sus esperanzas en la idea de que Trump podría ejercer presión sobre el FMI para que preste más dinero a Argentina, su mayor deudor.
El fondo estudia si prestar más efectivo a Argentina, que el gobierno libertario de Milei necesita para reintegrarse completamente al mercado mundial y salir de los controles de divisas. Durante el primer mandato de Trump, el FMI otorgó a Argentina —en ese momento liderada por el presidente conservador Mauricio Macri— un controvertido rescate de 57.000 millones de dólares.
Mariano Machado, analista principal para América en Verisk Maplecroft, una firma global de inteligencia de riesgos, dijo que, aunque las instituciones de Estados Unidos y la separación de poderes están diseñadas para prevenir el gobierno autocrático, “Argentina vuelve ahora a una fase en la que los mismos parámetros de sus instituciones se ven presionados”.
El primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico
Aunque es de izquierdas, Fico ha utilizado una retórica similar a la de Trump.
Fico incluso comparó el intento de asesinato de Trump en julio con el tiroteo de mayo en el que él resultó herido.
“Es un escenario calcado”, dijo Fico. “Los oponentes políticos de Donald Trump están tratando de encarcelarle, y cuando no lo logran, enfurecen tanto a la población que algún perdedor toma un arma”.
Al igual que Trump, Fico muestra desprecio por los medios de comunicación principales y ha declarado la guerra a la inmigración ilegal. Fico ha enfrentado cargos criminales por crimen organizado, que denunció como con motivaciones políticas. Al final, el caso fue desestimado.
El líder eslovaco ha condenado la estrategia de Occidente en la guerra en Ucrania y cancelado envíos de armas a Kiev.
Fico, al igual que Orbán, es conocido por sus puntos de vista prorrusos, se opone a las sanciones de la UE a Moscú y ha dicho que bloquearía la entrada de Ucrania a la OTAN.