Es más fácil decirle adiós a alguien… después que le has dicho que lo amas mucho más allá de lo que pueden expresar las palabras.
Hoy quiero meditar en la pérdida de familiares y amigos que me han dejado a causa de enfermedades, accidentes automovilísticos, violencia policial, cáncer, asesinatos judiciales y extrajudiciales y, por supuesto, la pandemia. Hace unos días, mi primo Arturo Sosa se alzó y se marchó, dejándonos atrás, mientras buscaba el camino hacia su nueva realidad allá muy alto entre las nubes.
Muy poco me detenía a pensar sobre a cuántos podía perder en cualquier momento, de entre aquellos que estimo y amo, para no mencionar a los muchos conocidos que fallecieron sin que yo llegara a saber bien sus nombres, o sin haberlos mirado nunca directamente a los ojos o haber escuchado las historias de sus preciosas vidas.
Como hombre latino, antes me resultaba muy difícil decirle “te quiero” a otro hombre. Pero ahora siento que debo expresarle mi amor a todos los hombres y mujeres de mi vida, sin esperar nada a cambio.
Solo quiero que todos sepan que, si bien, no tengo mucho dinero, les doy el don del amor, que es el núcleo de mi corazón como el de todos los corazones.
Y sí, también necesito expresarles a mis enemigos y a aquellos que están al otro lado de la división cultural, y que a veces se oponen a todo lo mío, que también los amo, a pesar de que de tanto en tanto me resulte difícil entender algunas de sus políticas y sus acciones.
Pero la verdad final es que el amor debe ser compartido hoy…; mañana puede ser demasiado tarde.
Por lo tanto, si alguien dejara esta tierra repentinamente, en la noche o en medio del día, sabríamos que les hemos expresado nuestro amor y les hemos dado un poco de nuestro corazón para mantenerlos fuertes, mientras suben al tren que los conducirá a su nueva casa en aquel lugar, ¡oh, lejano lugar!
Y sí, mientras lees estas humildes palabras, quiero que sepas que todavía tengo suficiente amor en mi corazón para amarte también a ti de aquí hasta la luna y de regreso.