El Día de la Conmemoración de los Caídos, “Memorial Day”, es la celebración estadounidense para recordar a los hombres y las mujeres que perdieron su vida en conflictos bélicos defendiendo a este país.
Desde la Revolución americana hasta nuestros días, los hispanos han servido arriesgando sus vidas para defender a Estados Unidos y los principios sobre los que se sustenta la nación.
Desde el español Bernardo de Gálvez (Batalla de Pensacola, FL) hasta el venezolano Francisco de Miranda (Toma de Yorktown, VA), cuyas respectivas ayudas fueron vitales para el nacimiento de Estados Unidos, pasando por el grupo de Tejanos Antiesclavistas de Texas de la Guerra Civil (1861-1865), siempre ha habido hispanos en la defensa del país.
También hubo hispanos entre los soldados confederados y unionistas (con especial mención a los “Vaqueros de azul y gris” y al oficial de ascendencia hispana David Farragut, que comandó a las fuerzas unionistas en la captura de Nueva Orleans).
Al menos 200,000 hispanos combatieron en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Se han documentado las hazañas del mexicanoamericano Nicolás Lucero, de Marcelino Serna (quien nunca recibió la Medalla de Honor por ser inmigrante mexicano) o del texano David Barkeley Cantú.
Doce hispanos consiguieron la Medalla de Honor en la en la Segunda Guerra Mundial, en la que más del doble de los soldados que sirvieron (alrededor de 500,000) fueron hispanos (la mayoría en el Regimiento de Combate Latino 159 y en la Compañía E del Regimiento de Infantería 141, compuesto solo por soldados hispanos).
En la Guerra de Corea (1950–1953) participaron 43,434 puertorriqueños que sirvieron en el Regimiento 296 de Infantería de la Guardia Nacional Puertorriqueña, donde 582 hombres perdieron su vida en combate.
El Regimiento 65 de Infantería fue “el más dedicado… al apoyo de los principios democráticos sobre los que se alza Estados Unidos…”, en palabras de su comandante William W. Harris. Un árbol y una placa en el Cementerio de Arlington recuerdan a los valientes “Borinqueneers” (así se conocía al Regimiento 65 compuesto exclusivamente por soldados de Puerto Rico). Fue comandado durante la Guerra de Corea por Richard Cavazos. Fundado en 1899, no fue hasta 2014 que el presidente Barack Obama lo galardonó con la Medalla de Oro del Congreso.
En la Guerra de Vietnam (1963-1973) sirvieron unos 80,000 hispanos, que representaron el 4.5 % del total de las fuerzas norteamericanas y alrededor del 19 % de los caídos durante el conflicto.
Veinte años de guerra en Afganistán dejaron un 8 % de hispanos caídos en las filas norteamericanas. Un 11 % en Iraq, donde el primer soldado fallecido fue un hispano, José Gutiérrez (22 años), que llegó a Estados Unidos como indocumentado procedente de Guatemala. Hispana era la ascendencia de la primera enfermera del ejército norteamericano muerta en combate en Vietnam, María Inés Ortiz.
En la actualidad, según datos del “2020 Census”, los hispanos representan el 18.7 % de la población de Estados Unidos y, de acuerdo con el Departamento de Defensa, el 17 % de los militares del país son hispanos
Cinco de los 12 soldados que fueron condecorados con la Cruz Naval en Iraq eran hispanos.
Veinte mil hispanos participaron en la Operación Tormenta del Desierto (1990-1991).
De acuerdo con los archivos del Departamento de Defensa, sesenta Medallas de Honor, la distinción más alta en las fuerzas armadas, han sido recibidas por hispanos. El primer hispano que recibió esta condecoración fue Joseph H. de Castro, que sirvió en la Guerra Civil en el Regimiento de Infantería de Massachusetts.
Félix Longoria (Texas), Maximiliano Luna (Nuevo México), Louis Gonzaga Méndez Jr. (de ascendencia mexicana, española y nativo navaja), Bernardo Carlos Negrete (Cuba), Elwood R. “Pete” Quesada (de ascendencia española), Héctor Santa Anna (sobrino del general mexicano Antonio López de Santa Anna), Humbert Roque Versace (descendiente de puertorriqueños), son solo algunos de los militares hispanos cuyos restos descansan en el Cementerio Militar de Arlington.
Sin olvidar a las mujeres, desde aquellas cubanas de La Habana que recolectaron dinero y vendieron sus joyas para apoyar la causa independentista hasta la “nuyorican” Carmen Contreras-Bozak, primera hispana enrolada en Women’s Army Corps, pasando por las miles de hispanas que sirvieron como enfermeras y en las WAVES (“Women Accepted for Voluntary Emergency Service”) durante la II Guerra Mundial, como la puertorriqueña Carmen Lozano Dumier. Es preciso mencionar a la coronel Maritza Sáenz Ryan, primera hispana graduada de West Point y a la puertorriqueña general Irene M. Zoppi Rodríguez.
En momentos en que la retórica antiinmigrante se acentúa, conviene recordar los orígenes inmigrantes de Estados Unidos y, en particular, las contribuciones realizadas por la comunidad hispana que sirve en las Fuerzas Armadas para preservar la libertad en la tierra que les ha adoptado y a la que llaman hogar.
A aquellos que han servido, sirven o perdieron la vida en acto de servicio, gracias por su sacrificio.