Andrea Thomas no sabía ni qué era el fentanilo cuando su hija murió al ingerir media píldora de lo que pensó era un medicamento recetado. Cinco años después, está entre cientos de miles de familias que han perdido a seres queridos en momentos en que Estados Unidos sufre la peor crisis de sobredosis de su historia.
Unas 150 personas de familias que han perdido a seres queridos por ingestión de fentanilo acudieron el martes a la sede de la agencia antidrogas, DEA. Thomas se alegró de que un hombre fue convicto de vender la píldora que mató a su hija Ashley Romero tras una investigación de la DEA, pero insiste en que el gobierno puede hacer mucho más, especialmente en cuanto a la educación.
“Cuando pierdes a un hijo, es algo antinatural. Hay un dolor permanente, que nunca se va”, expresa Thomas. “No vamos a poder mantener fuera a esas drogas, están ya inundando al país. Lo que necesitamos es educación en las escuelas… la prevención será nuestro punto fuerte”.
En un discurso ante la Cumbre de Familias sobre el Fentanilo, el secretario de Justicia, Merrick Garland, declaró que el Departamento de Justicia facilitará unos 345 millones de dólares el año entrante, incluyendo fondos para monitorear jóvenes de alto riesgo y para dar acceso al antídoto contra sobredosis naloxona.
“Sabemos que el fentanilo es un veneno casi invisible, y que muchos que lo toman ni siquiera saben que lo están tomando”, dijo Garland. “Sabemos que nadie —ninguna persona, ninguna familia— puede derrotar esta epidemia solo. Nos necesitamos los unos a los otros”.
También destacó la gran cantidad de casos penales presentados por el Departamento de Justicia y que están avanzando en tribunales desde Missouri a Rhode Island a la ciudad de Nueva York, donde el lunes una tercera persona fue acusada por la muerte de un niñito de 1 año que al parecer estuvo expuesto al fentanilo en un centro de cuidado infantil.
El Departamento de Justicia ha presentado cargos contra 23 presuntos miembros del cártel mexicano de Sinaloa y hace pocos días logró la extradición a Estados Unidos de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del cártel de Sinaloa. Guzmán López se ha declarado inocente de los cargos de tráfico de drogas y lavado de dinero, y en una carta con sus hermanos se quejó de que los convirtieron “en chivos expiatorios”.
La DEA, entretanto, se ha concentrado en los cárteles de Sinaloa y Jalisco al considerar que son los mayores responsables de la introducción de fentanilo en Estados Unidos, declaró la administradora de esa agencia, Anne Milgram.
“El fentanilo lo cambió todo”, expresó Milgram. “Nos enfrentamos a una amenaza que está en constante crecimiento. Nunca ha sido tan mortífera y peligrosa”.
El fentanilo es un opioide sintético que es exponencialmente más adictivo que la heroína, y es actualmente la principal causa de muerte entre estadounidenses de entre 18 y 49 años. Apenas 2 miligramos de la droga pueden ser fatales.
Cuesta menos de un centavo de dólar comprar los ingredientes necesarios para elaborar una dosis letal de fentanilo, por lo cual su accesibilidad es “virtualmente ilimitada”, expresó Milgram.
La droga con frecuencia es mezclada con medicamentos legales o comprimida en píldoras médicas falsificadas, como la oxicodona. Algunas personas ingieren fentanilo sin saberlo.
Más de 100.000 personas han muerto por sobredosis de drogas en Estados Unidos desde 2020, de las cuales unas dos terceras partes son por fentanilo. El saldo de muertes es más de 10 veces la cantidad de muertes por drogas que había en 1988, cuando la epidemia del crack estaba en su peor momento.