El impulso inflacionario inicial, generado por el aumento en el gasto público para combatir la pandemia, fue sucedido por rupturas en las cadenas de abastecimiento y por la guerra en Ucrania. Desde entonces en Estados Unidos algunos de los principales contribuyentes a la inflación se originaron en sectores sensibles a la tasa de interés, tales como la vivienda y los automóviles. Eso contrastó con menos presiones provenientes de los componentes más volátiles del índice de precios, tales como los alimentos y los combustibles.
Durante la pandemia, los aumentos en la demanda empujaron hacia arriba los precios de las propiedades y de los alquileres. Por ejemplo, en 2021 los alquileres de apartamentos administrados profesionalmente aumentaron más de 10 por ciento. Pero las alzas en la tasa de interés han deprimido el valor de los bienes raíces, con los precios de los departamentos bajando 21 por ciento, menos que los precios de las oficinas los cuales han caído 25 por ciento.
Lo mismo con los autos, otro componente del índice de precios sensible a la tasa de interés, cuyas ventas también subieron durante la pandemia. En el primer trimestre de este año, la tasa de interés de los préstamos para comprar autos nuevos llegó a 7 por ciento, desde 4.4 por ciento en 2022, con el promedio del abono mensual en alza a $730, desde $656.
En contraste, en marzo los precios de los víveres disminuyeron desde el mes pasado, mientras que también declinaron los precios de la gasolina y del gas natural residencial. Por ende, en marzo el índice de precios al consumidor en Estados Unidos disminuyó desde el año pasado a 5 por ciento, el nivel más bajo en casi dos años.