Denver (CO), (EFE News). – La Navidad evoca la figura del hogar en especial para las familias latinas, una comunidad que este año ha enfrentado con más dureza los estragos del coronavirus y muchas de las cuales esperan un milagro para no ser desalojadas al no haber podido pagar la renta, un milagro que a veces llega desde organizaciones solidarias.
«No sabíamos qué iba a pasar con nosotros y luego sucedió el milagro: me llamaron diciendo que tenían dinero para pagar nuestra renta», dijo a Efe Elizabeth, una estudiante de secundaria de Colorado que prefirió identificarse así.
«Y entonces lloré porque ya no nos van a desalojar. Tendremos un lugar para pasar las fiestas. Estoy segura de que mis padres pronto volverán al trabajo y ya no necesitaremos la ayuda. Le pedí a Dios un milagro y alguien escuchó mi ruego», agregó.
Elizabeth no fue la única en Denver en llorar, primero de ansiedad y luego de alegría, al ver solucionado el pago de la renta, uno de los tantos desafíos generados por una pandemia que no desaparece todavía.
Socorro y su esposo trabajan en una escuela pública como personal de mantenimiento y limpieza, un trabajo que han mantenido sin problemas más de una década hasta que el coronavirus obligó al cierre de las escuelas y esta pareja de inmigrantes vio desaparecer sus ingresos al punto que estuvieron muy cerca de quedar en la calle hasta que recibieron un llamado de ayuda.
Por su parte, Rosa dijo a Efe que durante años desconfió de las organizaciones y prácticamente nunca pidió ayuda. Por ello, aunque sin dinero para pagar la renta, Rosa ni siquiera pensó en solicitar ayuda. Aun así, había un cheque a su nombre para que pudiese pagar su renta. Reconoció «no merecerlo», pero la urgencia de su situación la impulsó a aceptar esos fondos.
«En total logramos ayudar a unas 80 familias de inmigrantes latinos en el área de Denver, muchas de ellas sin recursos y duramente golpeadas por la pandemia», explicó a Efe Robin Waterman, directora ejecutiva de Aurora Community Connection (ACC, o La Conexión), un centro de recursos para familias al este de la capital de Colorado.
«Volví a aprender este año lo que aprendí al completar mi doctorado (en Harvard) y en 30 años de trabajo con muchas relaciones con familias inmigrantes: ellos se sorprenden cuando se enteran de que otros piensan que ellos quieren ‘una ayudita'», comentó Waterman.
«De hecho, ellos vienen a Estados Unidos para mejorar su vida y siempre planearon lograrlo por medio de su dedicación al trabajo, no pidiendo limosnas», agregó la directiva de la organización, que dio preferencia en la distribución de unos 75.000 dólares a inmigrantes «impactados por la pandemia» y «con desafíos económicos temporales».
AYUDA AL PROPIETARIO, NO AL INQUILINO
Existen programas de ayuda, federales y estatales, enfocados en el pago de la renta pero están diseñados para que el envío del dinero se haga directamente a los propietarios de las viviendas y no a los inquilinos, lo que origina que un importante número de dueños prefiera no participar, como refleja reporte de la organización The Salvation Army.
Trámites complicados, la ayuda no resuelve la insolvencia de sus inquilinos o no incluye los sobrecargos por el retraso, o simplemente porque la ayuda es sólo parcial o sólo hasta cierto monto son algunas de las razones por las que los propietarios desestiman ser parte del proceso de aplicación a las ayudas.
Si encima los propietarios residen en el extranjero, los obstáculos son casi insalvables, como señaló a Efe Alicia Tomasini, una argentina quien junto a su esposo peruano han desistido de solicitar la ayuda Emergency Rental Assistance Program (ERAP) que entrega el condado Miami-Dade (Florida).
«Los dueños tienen cuenta en un banco en Estados Unidos, pero no ha habido forma de que entreguen la ayuda, tampoco a través de la gestora de la propiedad, quien ha preferido que no le entreguen el dinero a ella», señaló la mujer, que lleva siete años residiendo en Miami.
Varias organizaciones se han dado a la tarea de asistir a los inmigrantes y a la comunidad en general para que puedan pagar la renta, ya que en Estados Unidos, según la Asociación Nacional de Profesionales Inmobiliarios Hispanos (NAHREP), la mayoría de los latinos (52,5 %) no tiene casa propia y vive en alquiler.
EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES
El paquete de estímulo que aprobó la noche del lunes el Congreso incluye la ampliación de la moratoria de desahucios, que vencía a fines de este mes, hasta el 31 de enero, además de destinar un fondo de 25.000 millones de dólares en asistencia para el alquiler de viviendas, lo que constituye buenas noticias para no pocos.
Pero la labor de las organizaciones sigue siendo vital, como es el caso de Conexión Américas, de Nashville (Tennessee), que distribuyó entre septiembre y noviembre unos 400.000 dólares de ayuda para la renta entre familias de inmigrantes con pocos recursos, según dijo Martha Silva, portavoz de esa organización que entregó a cada familia unos 4.000 dólares.
En Oregón, Caridades Católicas ayuda a los latinos de ese estado a pagar sus rentas en el marco de su programa «Ahorrar Primero» y desde marzo distribuyó casi un millón de dólares entre hispanos, en especial en el área de Portland.
En esas y otras ciudades, el verdadero «milagro de la Navidad», dijo Waterman, no consiste en que las familias latinas, inmigrantes o no, reciban dinero para la renta, sino en que esas familias «descubran que no se las trata como ‘pobres o necesitadas’, ni como ‘personas vacías’ que dependen de nosotros».
«Sabemos que ellos son fuertes y capaces, y pueden cuidarse a sí mismos, pero en este momento son extremadamente vulnerables debido a clasismo y racismo», comentó.
«Cada uno de ellos es una hermosa persona y un elemento esencial de nuestra comunidad. Y así lo expresan con su trabajo en cada momento. No necesitan otra ayuda que la de ser ayudados con toda dignidad», aseveró.