Washington, EE. UU.— Una vez que la promesa de una oleada roja se disipó, los republicanos se enfrentaban el miércoles a una dura realidad de que cualquier regreso al poder podría significar presidir un Congreso dividido por un escaso margen, y la posición del líder republicano en la Cámara de Representantes Kevin McCarthy quedó debilitada por la mediocre actuación de su partido mientras se enfila a hacerse de la presidencia de la cámara baja.
Si los republicanos obtienen los escaños que requieren para ponerle fin al control demócrata en Washington, McCarthy podría finalmente ascender a la posición que ha buscado desde hace tiempo, pero es casi seguro que se vea debilitado, al igual que muchos otros republicanos que han ocupado la presidencia de la Cámara de Representantes antes que él y quienes se vieron obligados a dejar el cargo u optar por una jubilación temprana.
“Miren, nos dijeron que tendríamos una oleada increíble”, dijo el representante republicano por Arizona, Andy Biggs, líder del caucus Libertad de la cámara baja, en un programa transmitido por internet.
“Si ese hubiera sido el caso”, con un margen de 20, 30 o 40 escaños, “uno diría, ‘bien, de acuerdo, Kevin es el evidente nominado republicano a la presidencia de la Cámara de Representantes. Pero pienso que necesitamos discutirlo seriamente”.
En tanto, en un Senado dividido exactamente por la mitad, la lucha por el control seguía su curso con las contiendas reñidas en Arizona y Nevada, mientras que Georgia se dirige a una segunda vuelta el 6 de diciembre.
Los republicanos encontraron duras competencias por todo el país, poniéndole fin a sus esperanzas de lograr los grandes avances que habían prometido. En su lugar se acercaron a lo que podría ser otro Congreso en el que ambos partidos están separados por unos cuantos escaños.
Si los republicanos se imponen, este resultado en la Cámara de Representantes sería un enorme reto para el Partido Republicano y en especial para McCarthy.
Tendría que controlar a una nueva generación de republicanos, muchos de ellos externos y advenedizos que se inspiraron en el expresidente Donald Trump y están impacientes por confrontar al presidente Joe Biden con investigaciones.
McCarthy tendría poco margen de maniobra con un estrecho control de la cámara baja, ya que cada integrante puede ejercer presión con su voto para impulsar prioridades personales.
Las votaciones de rutina para financiar al gobierno o elevar el límite de deuda del país traerían consigo la posibilidad de desencadenar crisis y provocar estancamiento en las operaciones federales, como ha sucedido en ocasiones anteriores.
McCarthy ha estado antes en esta posición. Buscó la presidencia de la cámara baja en 2015, pero se le escapó de las manos por presión del flanco conservador del partido.
Aunque el miércoles no surgieron rivales que expresaran públicamente sus intenciones de enfrentarse a McCarthy, los obstáculos a los que se enfrenta estaban claros después de que miembros de extrema derecha amenazaban sus ambiciones.
El representante Matt Gaetz reiteró su apoyo al representante Jim Jordan, fundador del caucus Libertad y ex adversario de McCarthy por la presidencia de la cámara.
Jordan ha indicado que apoyaría a McCarthy.
La del martes fue la primera elección nacional desde el asalto al Capitolio federal del 6 de enero de 2021, y las emociones estaban a flor de piel. El reciente ataque contra el esposo de la presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi dejó impactados a muchos, y las autoridades federales advirtieron de crecientes amenazas en todo el país.
El futuro de la propia Pelosi seguía siendo incierto. Una Cámara de Representantes con escaso margen podría hacer que ella y otros altos demócratas permanezcan en el cargo en lugar de jubilarse, como muchos esperaban que sucediera si los demócratas sufrían una abultada derrota.
Durante una llamada al mediodía con el equipo de campaña de los representantes demócratas, Pelosi informó a los legisladores que aún había una ligera posibilidad de que el partido conservara el control.
Aun con una pequeña mayoría, los republicanos podrían traer una nueva intensidad al Capitolio y amenazar con poner fin a los planes más ambiciosos de Biden.
Pero el estado de ánimo entre los republicanos era tenso en momentos en que los demócratas conseguían sorpresivos triunfos en lugares que los republicanos consideraban propios.
“La oleada roja nunca llegó”, tuiteó la representante republicana por Texas Mayra Flores, quien perdió su elección.
McCarthy intentó mantenerse optimista mientras se dirigía a una multitud de simpatizantes en Washington el miércoles.
“Estamos expandiendo este partido”, dijo McCarthy en referencia a las contiendas que han ganado hasta el momento. «El pueblo estadounidense está listo para una mayoría que ofrecerá una nueva dirección y que encarrilará nuevamente a Estados Unidos.
Los republicanos se acercaban lentamente a obtener los cinco escaños que necesitaban para alcanzar la mayoría de 218 bancas en la Cámara de Representantes.
Pero era una batalla desgastante. Los republicanos sumaron triunfos en algunos estados pero perdieron otros. Los resultados estuvieron lejos de las enormes victorias que el Partido Republicano había pronosticado cuando estaba confiado en que el declive en los índices de popularidad de Biden y la elevada inflación distanciaría a los votantes de los demócratas.
No pasó mucho para que el miércoles empezara el juego de hallar culpables, y de forma brutal, recayendo menos sobre McCarthy — quien recaudó millones de dólares para el partido — y más sobre el jefe de campaña: el representante Tom Emmer, cuya estrategia fue considerada como deficiente.
McCarthy había reclutado a la generación de mayor diversidad racial de candidatos republicanos a la cámara baja, con más mujeres que nunca. Pero también incluyó a una nueva camada de candidatos leales a Trump, incluyendo a negacionistas y escépticos electorales, algunos de los cuales estuvieron en los alrededores del Capitolio el 6 de enero.
Trump respaldó a cientos de candidatos en todo el país para este ciclo electoral, aunque no siempre fueron las primeras opciones de McCarthy y el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell. En una entrevista durante la jornada electoral, el exmandatario dijo que apoyaba a McCarthy para presidir la cámara baja, y arremetió contra su añejo rival McConnell, al que calificó como un “pésimo líder”, según Fox News.
McCarthy había estado ansioso por celebrar la derrota del jefe de campaña de los representantes demócratas, el representante por Nueva York Sean Patrick Maloney. Fue el primer jefe de campaña demócrata en perder sus elecciones en varias décadas.
Pero la derrota de Maloney se convirtió en un grito de batalla, al utilizar la admisión de su derrota como un indicador de la salud de la democracia del país.
“No creo que el pueblo estadounidense le haya dado la espalda a la democracia”, dijo Maloney en las oficinas de campaña del Partido Demócrata. “Con todo el viento en contra, y todo el daño causado por la pandemia y los años de Trump, el corazón de la democracia estadounidense sigue latiendo”.
El conteo de votos se prolongó más allá de la jornada electoral en muchos estados, y la contienda por el Senado en Georgia se dirigía a una segunda vuelta debido a que ningún candidato logró una mayoría.
___
El periodista de Associated Press Kevin Freking contribuyó a este despacho.