Los legisladores demócratas de Nueva York, en pleno diseño de los distritos electorales del estado para las elecciones al Congreso, se ven tentados por el «gerrymandering», la práctica de rediseñar circunscripciones para favorecer a un partido, en un momento en que luchan en Washington contra la supresión del voto de minorías abogado por los republicanos.
De las 26 circunscripciones que tiene el estado neoyorquino, llama la atención, la número 10, que se extiende como una salamandra retorcida y kilométrica por los distritos de Manhattan y Brooklyn.
Desde el extremo occidental del alto Manhattan, esta circunscripción desciende hacia el sur, solo tomando algunos bloques de edificios pegados al río Hudson y atravesando seis barrios distintos, para entrar en Brooklyn, por donde caracolea por distintas zonas de otros vecindarios como una nave sin rumbo.
Pero el plan sí que tiene rumbo. Si sale adelante, algo muy probable ya que los demócratas controlan en Nueva York ambas cámaras legislativas, con el nuevo dibujo de esta y otras circunscripciones el Partido Demócrata podría arrebatar hasta tres escaños a los republicanos en las elecciones del próximo noviembre.
«GERRYMANDERING», LA INGENIERÍA POLÍTICA PARA GANAR ESCAÑOS
El polémico y muy estadoundiense «gerrymandering» es un término acuñado en 1812 cuando el entonces gobernador de Massachussets, Elbridge Gerry, dibujó un distrito electoral que se extendía como una salamandra (salamander, en inglés) para asegurarse un escaño para su partido.
Su esfuerzo político se conoció como «Gerry-mander» en honor a su inventor y su forma y, desde entonces, la acción de dejarse tentar por su canto de sirena es el «gerrymandering».
La nueva distribución del distrito 10, cuya silueta ya era retorcida, responde también al agrandamiento de otro distrito, el 11, un bastión republicano en Staten Island que con los cambios incluye nuevos barrios del sureste de Brooklyn de mayoría demócrata y cuyos votos podrían decantar la balanza hacia el lado demócrata en los comicios.
«Hay una larga tradición en este país de hacer distritos que benefician a un partido u otro, siempre ocurre después de los censos y es algo normal y corriente» dice a Efe el profesor de la Universidad de Nueva York, John Guterrez.
La redistribución de las circunscripciones electorales se hace en Estados Unidos cada diez años, una vez que se dan a conocer los resultados del censo electoral y solo afecta a aquellos estados en los que la población ha crecido o menguado lo suficiente para ganar o perder representantes en el Congreso federal.
Nueva York, que hasta ahora elegía a 27 congresistas, ha visto su representación reducida a 26.
LAS CRÍTICAS REPUBLICANAS
La propuesta, presentada el pasado domingo 20 de enero, no ha tardado en ser criticada por el Partido Republicano, conocido también por su afición al corta-pega electoral y a una política de restricción del voto de las minorías en los estados que controla.
El pasado diciembre, el Departamento de Justicia demandó al estado de Texas, controlado por los republicanos, por diluir la fuerza de los votantes latinos en su redistribución electoral. Además, un tribunal federal calificó el reciente «gerrymandering» en este estado, que ha ganado dos representantes en el Congreso tras el último censo, de discriminación racial intencionada.
«La redistribución de distritos de Nueva York muestra que a los demócratas no les importan los derechos de los votantes, solo consolidar el poder», aseguró la agrupación conservadora, que solo cuenta con siete congresistas por el estado de Nueva York.
El presidente del Comité republicano de Nueva York, Nick Langworthy, fue un poco más allá y aseguró que «estos mapas son el intento más descarado e indignante de manipular las elecciones para mantener a (la demócrata) Nancy Pelosi como presidenta” del Congreso.
«A pesar de todas sus protestas falsas sobre la transparencia y la equidad en las elecciones, lo que están haciendo es una manipulación de manual, partidista y sucia, que claramente viola la Constitución del estado de Nueva York», insistió Langworthy en referencia a los intentos demócratas de evitar que, precisamente, el partido Republicano aplique leyes para restringir el voto de negros e hispanos.
LA LUCHA DEMÓCRATA PARA PROTEGER EL DERECHO AL VOTO
Mientras los demócratas de Nueva York se aficionan al tiralíneas electoral, en Washington su partido intenta sacar a delante un proyecto de ley que busca proteger el derecho al voto de las minorías.
La iniciativa, que todavía debe superar el escollo del Senado, se puso sobre la mesa después de que los republicanos comenzaran a aprobar leyes estatales, al menos 33 hasta el momento, que en práctica, dificultan el acceso a las urnas, sobre todo para las minorías afroamericana e hispana.
Para Guterrez, a quien le parece correcta la estrategia demócrata en Nueva York, la solución a estas cuestiones pasaría por un debate global sobre la estructura del sistema de Gobierno, como el hecho de que todos los estados del país elijan a dos senadores sin importar su población. Algo para la que, al día de hoy -según Guterrez-, los estadounidenses no están preparados.