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El presidente estadounidense Donald Trump sostiene una orden ejecutiva en la Sala Este de la Casa Blanca, en Washington, el jueves 20 de marzo de 2025. (Foto: AP/Jose Luis Magana)

A medida que la nueva Administración del presidente Donald Trump completa su segundo mes en el cargo; los analistas se interrogan sobre el nivel de apoyo real con el que puede contar el mandatario para respaldar las controversiales medidas que ha estado tomando desde su arribo a la Casa Blanca; medidas como la imposición de nuevas tarifas arancelarias a las importaciones de sus mayores socios comerciales, o el recorte radical de la fuerza de trabajo en muchos organismos del gobierno, o las leyes ejecutivas contra la diversidad e inclusión, o la actual campaña para detener y deportar a millones de inmigrantes indocumentados.

Actualmente se considera que la población elegible y en edad de votar se compone de unos 245 millones de ciudadanos. Según cifras publicadas en diciembre por el CFR; 156.302.318 electores salieron a depositar su voto el martes 5 de noviembre. De estos, 77.284.718 votaron por Donald Trump, mientras 74.999.166 lo hicieron por Kamala Harris. Es decir, que aproximadamente un 64 % de la población participó en las elecciones, mientras un 36 % decidió no hacerlo, por las razones que fueran.

Esto significó una disminución aproximada del 2 % en comparación con 2020, cuando el 66 % de la población salió a votar, pero un aumento del 4 % respecto al 2016, cuando el porcentaje de ciudadanos que votaron fue del 60 %. El informe no establece si de ese 36 % de votantes que decidieron no sufragar, cuántos no lo hicieron por decisión voluntaria, cuántos no están ni siquiera registrados para votar, y cuántos puedan tener otros impedimentos, como, por ejemplo, de tipo médico o legal, en el caso de la población carcelaria.

Si se compara con el censo electoral global, al final, las cifras muestran que Donald Trump ganó las elecciones con el apoyo aproximado del 32 % de los votantes totales. Lo que significa que, a pesar de haber ganado la Casa Blanca, el Congreso y el voto popular, el porcentaje de aquellos que apoyan sin restricción sus decisiones de gobierno no supera a la tercera parte de la población; lo cual puede explicar en parte las bajas cifras de favorabilidad que sus decisiones están mostrando en muchas de las encuestas que se han publicado en las pasadas 2 semanas, pero Trump no es el único que pierde popularidad, el Partido Demócrata no sale del pasmo y sus crisis.

Según una nueva encuesta de CNN realizada por SSRS, impulsada en parte por el debilitamiento de la opinión pública de sus propios simpatizantes frustrados, el Partido enfrenta una aprobación del mínimo histórico. La encuesta se realizó del 6 al 9 de marzo, días antes de que 10 senadores demócratas, incluido el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, votaran con los republicanos en la Cámara para impulsar un proyecto de ley de gastos redactado por el Partido Republicano para evitar un cierre del Gobierno, para gran disgusto de muchos otros legisladores demócratas y críticos progresistas.

Entre el público estadounidense en general, el índice de favorabilidad del Partido Demócrata se sitúa en tan solo el 29%, un mínimo histórico en las encuestas de CNN que se remontan a 1992 y una caída de 20 puntos desde enero de 2021, cuando Trump abandonó su primer mandato bajo la sombra del ataque al Capitolio del 6 de enero. El índice de favorabilidad del Partido Republicano se sitúa actualmente en el 36 %.

Esto se debe en parte a los altos niveles de insatisfacción dentro del Partido Demócrata. Solo el 63% de los demócratas y los independientes con inclinaciones demócratas tienen una opinión favorable de su propio partido, lo que representa una caída con respecto al 72% en enero y al 81% al inicio del Gobierno del presidente Joe Biden. Este descenso se produce en todas las facciones ideológicas, con índices de favorabilidad hacia el Partido Demócrata que han caído 18 puntos entre liberales y moderados por igual desde principios de 2021.

En contraste, el 79 % de los republicanos y los que tienen inclinaciones republicanas actualmente tienen una opinión positiva del Partido Republicano.

Los independientes políticos, como grupo, tienen opiniones negativas sobre ambos partidos: el 19 % valora favorablemente a los demócratas y el 20 % opina lo mismo de los republicanos.

Casi la mitad del público considera que tanto el Partido Demócrata como el Republicano tienen opiniones y políticas demasiado extremas. Esto representa un cambio con respecto a 2022, cuando la mayoría de los estadounidenses (el 56 %) consideraba que las posturas del Partido Demócrata eran convencionales. Las opiniones sobre el Partido Republicano se han mantenido prácticamente sin cambios durante ese tiempo.  

El 16 % de los demócratas considera a su propio partido demasiado extremista, mientras que solo el 9 % de los republicanos opina lo mismo del Partido Republicano.

Sobre quien sería el líder demócrata que, en su opinión, “mejor refleja los valores fundamentales” de su partido, el 10 % de los adultos afines al Partido Demócrata menciona a la representante por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez, el 9 % a la exvicepresidenta Kamala Harris, el 8 % al senador por Vermont Bernie Sanders y el 6 % al líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries. Otro 4 % menciona al expresidente Barack Obama y a la representante por Texas Jasmine Crockett, y Schumer se suma a un puñado de otros con un 2 %. Más del 30% no mencionó un nombre en respuesta.

Y si bien el liderazgo del partido recibe críticas positivas de la mayoría de las mujeres afines al Partido Demócrata (el 57 % de las cuales afirman que están llevando a los demócratas por el buen camino), las personas de color (57 %) y quienes no tienen título universitario (60 %), solo el 38 % de los hombres y el 32 % de los graduados universitarios blancos opinan lo mismo.

Aumentan protestas contra Trump en asambleas realizadas por legisladores republicanos.

El presidente de la Cámara Mike Johnson ha aconsejado a los congresistas y senadores republicanos a que se abstengan de celebrar reuniones públicas con sus electores, pero algunos pocos lo han desafiado, y la escena se multiplica cuando lo hacen.

Esta semana más de 200 personas se reunieron en el auditorio de una escuela secundaria de Columbus, al este de Nebraska, para una asamblea ciudadana realizada por el representante republicano Mike Flood. Los abucheos denotaron que la mayoría estaba allí para expresar su descontento con el congresista.

Columbus, es la ciudad natal del gobernador republicano Jim Pillen y la sede de un condado que votó casi tres a uno por Trump en noviembre.

Flood se suma a la cifra de republicanos que tienen que enfrentar reacciones adversas en casa por las acciones del presidente Donald Trump y del Departamento de Eficiencia Gubernamental de Elon Musk para recortar el gasto público. Estas acciones han generado temor entre el público de que programas populares como Medicaid, Medicare y los servicios y beneficios de Seguridad Social puedan ser recortados, a pesar de la negativa del Gobierno, ya que el hombre más rico del mundo ha hecho comentarios que sugieren lo contrario. Ha llamado a la Seguridad Social “el mayor esquema Ponzi de todos los tiempos” y ha insinuado que podría ser un objetivo principal en su esfuerzo por reducir el tamaño del gobierno federal.

Un esquema Ponzi​ es una forma de estafa piramidal que atrae a los inversores y paga utilidades a los inversores anteriores con fondos de inversores más recientes.

Mientras que el temor a los recortes en los servicios sociales domina las preocupaciones del electorado, también es impopular la falta de apoyo a Ucrania, y se teme que sigan los desmantelamientos de instituciones como el mismo Servicio Postal que pudiera ser privatizado.

Trump firmó el jueves una orden ejecutiva en la que pide el desmantelamiento del Departamento de Educación, pero completar su desmantelamiento es probablemente imposible sin una ley por parte del Congreso, que creó el departamento en 1979. Los republicanos dijeron que presentarán un proyecto de ley para lograrlo. Los defensores de las escuelas públicas dijeron que eliminar el departamento dejará atrás a los niños en un sistema educativo estadounidense que es fundamentalmente desigual.

“Este es un día triste para los millones de niños estadounidenses que dependen de la financiación federal para recibir una educación de calidad, incluidos aquellos en comunidades pobres y rurales cuyos padres votaron por Trump”, señaló Derrick Johnson, presidente de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés).

Los demócratas dijeron que la orden será impugnada en los tribunales y en el Congreso, e instaron a los republicanos a unirse a ellos en oposición.

En los siguientes meses se ira dilucidando hasta donde llegara esta “revolución trumpiana” las prioridades de la clase política, y del pueblo y lo que están dispuestos hacer para defenderlas.

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