Un hombre de la Florida que irrumpió en el Senado de Estados Unidos portando una bandera de la campaña de reelección de Donald Trump el 6 de enero de 2021 está a punto de convertirse en el primer atacante del Capitolio sentenciado por un delito grave.
La sentencia podría servir de hito para condenas en casos similares.
Los fiscales piden 18 meses de prisión para Paul Allard Hodgkins, alegando que “al igual que los otros sublevados, contribuyó a la amenaza colectiva contra la democracia” al forzar a los legisladores a aplazar la certificación de la victoria electoral de Joe Biden y buscar refugio de la multitud que entraba al Capitolio.
Tomas de video muestra a Hodkings, de 38 años, vestido con una camiseta de Trump 2020 y llevando bandera sobre su hombro dentro del Senado. También se tomó una selfi con el hombre con un casco con cuernos y otros que entraron a la cámara en el estrado a sus espaldas.
La sentencia este lunes en Washington podría establecer un precedente para los juicios de otros acusados que decidan aceptar los cargos o someterse a proceso judicial. Hodgkins y los demás están acusados de delitos graves, pero no fueron encausados, como otros, en participar en conspiraciones mayores.
Un abogado de Hodgkins, quien se declaró culpable el mes pasado de un cargo de obstrucción a un procedimiento oficial, pidió al juez de distrito de EE. UU. Randolph Moss que no imponga una sentencia de prisión, porque debe tenerse en cuenta que la vergüenza que acompañará a Hodgkins por el resto de su vida ya representa un castigo.
La solicitud dice que las acciones de Hodgkins no fueron muy diferentes a las de Anna Morgan Lloyd, una mujer de 49 años que también entró al Senado y se declaró culpable del delito menor de desorden público y recibió una sentencia de tres años de libertad condicional.
Hodgkins nunca fue acusado de asaltar a alguien o dañar propiedades y los fiscales dijeron que se merece alguna clemencia por asumir inmediatamente su responsabilidad y declararse culpable del cargo de obstrucción, que puede conllevar una sentencia máxima de 20 años de prisión.
Sin embargo, también destacaron que cuando abordó un autobús desde Tampa para Washington llevaba sogas, gafas protectoras y guantes de látex en una mochila, lo que demuestra que estaba preparado para la violencia.
Su abogado lo describió como un estadounidense cumplidor de la ley, que a pesar de vivir en un vecindario pobre de Tampa trabajaba como voluntario regularmente en un almacén de alimentos para personas de pocos recursos.
Dice que sus acciones el 6 de enero “son la historia de un hombre que por una hora de un día perdió sus estribos … quien hizo una funesta decisión de seguir a la multitud”.