¿Qué se siente al saber que vas a ir al espacio? ¿La comida flota?: los astronautas Jessica Watkins, Kjell Lindgren y Bob Hines fueron este jueves «estrellas» para niños de un colegio de Washington, a quienes se les dijo que ellos, en un futuro no tan lejano, podrían ser los primeros en llegar a Marte.
El intercambio en la biblioteca Martin Luther King de la capital estadounidense tenía como objetivo acercar a los menores a la exploración espacial y satisfacer su curiosidad pudiendo preguntar en persona sus dudas a esa tripulación de la misión Crew-4, que regresó de la Estación Espacial Internacional (EEI) en octubre tras casi seis meses en el espacio.
Vestidos con un mono azul, con su nombre grabado y el logo de la NASA, los gritos de asombro con los que fueron recibidos reflejan que su trabajo sigue despertando pasiones entre los más pequeños. A estos últimos se les instó a pensar y soñar en grande, porque el universo, recalcaron, les está esperando.
«Por supuesto sabemos que hay riesgo en lo que hacemos, pero lo que nos hace no estar asustados es tener un equipo increíble que nos ayuda», dijo Watkins en esa charla, donde se dejó claro que el despegue va precedido de años de entrenamiento.
Lo más duro de una misión, según Hines, es estar lejos de sus familiares. «Pero durante los seis meses en órbita hablamos con ellos por teléfono casi cada día y una vez a la semana hacemos una vídeollamada. Eso ayuda. Cuando los volvemos a ver al final es súper emocionante».
A los niños les interesa saber si da miedo estar en el espacio, cómo consiguen dormir y qué se siente al despegar. Y sus respuestas ayudan a ponerse en su piel por momentos.
«Parece como si tuvieras sentado a un elefante encima de tu pecho y cuesta respirar, pero afortunadamente solo dura unos 90 segundos y después, de repente, todo está en silencio, tú estás flotando y es increíble», les dijo Kjell, que fue el comandante de esa misión en la que también participó la italiana Samantha Cristoforetti, de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Kjell, nacido en Taiwán y doctorado en Medicina, quiso ser astronauta desde pequeño. Ver un despegue cuando estaba en segundo grado, con unos siete u ocho años de edad, le hizo tener el espacio como objetivo, según contó a EFE.
Con encuentros como el de este jueves inspira a las nuevas generaciones.
Lo más importante para ser astronauta, según Watkins, es saber trabajar en equipo: «Eso es lo necesario para que un vuelo espacial tripulado sea un éxito y realmente para poder disfrutar del tiempo juntos».
El equipo se presentó ante los niños a días de que este 3 de abril la NASA revele los nombres de los cuatro astronautas – tres estadounidenses y uno canadiense»- que volarán a la Luna el próximo año en el marco de la misión Artemis II.
«No creo que vaya a haber muchas sorpresas. Nuestra agencia tiene clara la importancia de la diversidad en todos sus equipos, incluidas las tripulaciones. Es emocionante tener un cuerpo de astronautas tan fuerte y con habilidades tan diversas», añadió a EFE Watkins, graduada como astronauta en 2017, y para quien su estancia en la EEI fue su primera vez en el espacio.
La Luna, coincidieron los tres, es un paso previo al objetivo de llegar a Marte, que la NASA se agenda para 2040. «Hay una serie de desafíos. A nivel tecnológico es un reto, pero como siempre hemos hecho, trabajaremos de forma constante de cara a esa meta», recalcó Kjell.
Los niños con los que hablaron este jueves son alumnos de tercero a quinto curso de la escuela primaria Thomson y tienen entre 8 y 11 años. En 2040 tendrán entre 25 y 28: «Tengo la impresión de que uno de vosotros podría ser de hecho una de las primeras personas en Marte», dijo Hines a ese público entregado.