San Francisco (EE.UU.), (EFE).- En marzo y abril, Gobiernos y empresas tecnológicas del mundo entero anunciaban a toda voz aplicaciones de rastreo de contactos que debían erigirse en apoyo clave contra la COVID-19. Cuatro meses después, su grado de penetración es muy inferior a lo esperado y su efectividad ahora se relativiza.
El caso de Estados Unidos es particularmente ilustrativo, puesto que pese a albergar la sede de Apple y Google, cuya tecnología para este fin fue la más promocionada de todas cuantas se han desarrollado, únicamente el estado de Virginia tiene ya en funcionamiento una aplicación basada en esa interfaz.
Entre los factores que están entorpeciendo esta estrategia de lucha epidemiológica destacan los todavía persistentes recelos por la falta de garantías de privacidad, los fallos de diseño que en algunos casos han derivado en alertas falsas y, por encima de todo, las pocas descargas por parte de los usuarios.
PARTE DE UNA ESTRATEGIA MAYOR
«Si la gente no se está descargando y usando las aplicaciones, no es una señal de que estas hayan fracasado, sino de que hay un problema de confianza en la respuesta general de salud pública a la pandemia», dijo en una entrevista con Efe Margaret Bourdeaux, directora de investigación de Políticas Públicas Globales en la escuela de Medicina de la Universidad de Harvard.
A su juicio, el éxito de estas aplicaciones no se puede juzgar de forma aislada, sino que debe englobarse en la totalidad de la respuesta a la pandemia, ya que estas no pueden constituir el pilar fundamental de una estrategia contra la COVID-19.
«Hay que organizar e implementar bien las intervenciones básicas de salud pública, y el rastreo de contactos digital es valor añadido, un apoyo. Pero sin esos fundamentos, resulta difícil experimentar con algo que sólo va a ofrecer una ayuda marginal», remacha la investigadora.
DEMASIADO BOMBO PUBLICITARIO
Un estudio publicado en abril por la Universidad de Oxford en el Reino Unido apuntó que un grado de adopción de las aplicaciones de rastreo de contactos por parte del 60 % de la población lograría su máxima efectividad, aunque el modelo usado sugirió que también se podrían lograr buenos resultados con porcentajes inferiores.
Sin embargo, la interpretación más generalizada que se hizo de ese informe fue que por debajo del 60 % de adopción estas aplicaciones no resultaban útiles, algo que en opinión de Hilary Ross, del Centro Berkman Klein para Internet y Sociedad de Harvard, ha contribuido a una percepción injusta de fracaso.
«Creo que, al principio de la crisis, al rastreo de contactos digital se le dio demasiado bombo publicitario y se le consideró una bala de plata, algo que no es», explicó Ross a Efe.
Hasta la fecha, ningún país ha logrado alcanzar ese 60 % de adopción (Islandia, Singapur e Irlanda son de los que más se han acercado a ese umbral, pero siempre por debajo del 40 %), en Alemania, por lo general considerada un caso de éxito en la respuesta a la pandemia, la adopción es de en torno al 20 % de la población, y en países como Francia no llega al 5 %.
COBRAR POR DESCARGARSE LA APP
Quizás una de las alternativas menos convencionales que se han sugerido para incentivar a la población a descargarse y usar estas aplicaciones es la compensación monetaria, estrategia apuntada por los investigadores Stéphane Helleringer y Jemima A. Frimpong de la Universidad Johns Hopkins.
Su estudio a través de una encuesta online apuntó que ofrecer incentivos de 50 o 100 dólares incrementa significativamente la utilidad percibida por parte de los usuarios y aumenta el número de descargas, mientras que un pago de únicamente 10 dólares apenas surte ningún efecto.
«Sabemos, por otras intervenciones, que la gente reacciona ante incentivos financieros, y dados los costes económicos de la COVID-19, cualquier incentivo monetario que pueda ofrecerse para descargarse la aplicación tendría probablemente un retorno alto en términos de control de la pandemia», explicó a Efe Helleringer.
Por el momento, no hay constancia de que ningún país o región haya adoptado esta estrategia para aumentar las descargas de sus aplicaciones de rastreo de contactos y, según cuenta el investigador, todavía está por determinar cuál es el umbral monetario exacto por encima del cual el efecto se empieza a notar.