El Paro, el 14 de febrero del 2006, en el Independence Park. (Foto-cortesía David Cruz)

Mientras algunos, este 14 de febrero celebran el amor de pareja y la amistad, yo celebro a los inmigrantes, a raíz de un hecho que me hizo confirmar que el amor es también buscar el bien común.

Era un día frío del 2006 en la ciudad del amor fraternal, la noche anterior había nevado, pero ello no impidió que miles respondieran al llamado de realizar un “paro”. El lugar de reunión fue la esquina de la calle 5 y Market, al frente de la Campana de la Libertad. ¿La razón?, evitar la aprobación de la propuesta de ley HR-4437, que calificaba como delincuentes a los extranjeros indocumentados y a cualquier persona que los ayudara.

Ricardo Díaz, principal vocero de lo que fue el movimiento “Un día sin”, recuerda: “estaba con mi amigo Pablo Mansilla al recibir esa información y dijimos ¡tenemos que hacer algo! la gente tiene que saber lo que está pasando en el gobierno”. A los pocos días, junto con otros líderes comunitarios empezamos a organizar la convocatoria masiva. Ricardo rememora: “cuando la gente empezó a informarse no había duda… ¡el paro se iba a realizar!, pero ¿cuál sería la consecuencia de no ir al trabajo por un día? Para minimizar aquello, “tuvimos no sólo que pedir permiso al patrón, sino buscar que se nos uniera como aliado… y lo logramos en muchos casos, puntualizó Ricardo.

En un evento histórico que diera origen a una serie de manifestaciones en el país, los inmigrantes de Pensilvania y sus aliados estaban multitudinariamente reunidos en la cuna de la independencia, de una manera ordenada y pacífica. Había un alto nivel de compromiso, puntualizó. “Cuando llegué, ya había algunos cientos de personas con pancartas, familias con niños, para pedir que los escucharan, ellos tenían muy claro el mensaje: eran personas trabajadoras, no criminales”.  Un miembro del equipo organizador, Theresa Conejo, recuerda: “la rabia y el miedo, se convirtieron en acción, y ese día aprendí que… ¡juntos sí se puede!”

Las marchas pro-reforma migratoria se han repetido en el país desde 2006. (Foto-archivo EFE)

Un puñado de líderes, movidos por la amenaza de lo que esa ley representaba para miles de personas, y convencidos de que no podían esperar para tomar acción, en solo seis semanas hicieron la diferencia, y la propuesta de ley no pasó. Solo días después entendimos que ese 14 de febrero del 2006 avivó el actual movimiento nacional en pro de una ley de inmigración justa y para todos. El coraje de estos líderes comunitarios con mucho amor fraternal había hecho historia, junto con NJ y DE, donde también hubo manifestaciones ese día.

Consecutivamente una de las más grandes protestas ocurrió el 10 de abril de 2006, en 102 ciudades a través del país. Se estimó que se congregaron entre 100.000 y 500.000 personas en varias ciudades.

Las marchas pro-reforma migratoria se han repetido en el país desde 2006. (Foto-archivo EFE)

El primer día de mayo, Día Internacional del trabajo, decenas de ciudades se habían unido a las manifestaciones, en lo que se conoció como “El Gran Paro Estadounidense”, que fue un boicot y huelga laboral.

Tuve la suerte de ser parte de esos líderes y, 15 años después, sé que hemos recorrido parte del camino, pero que necesitamos otra vez la voz, apoyo, esfuerzo y compromiso de otros como tú, hasta que podamos tener una ley de inmigración que nos permita abrazar a cada inmigrante en este país con verdadero amor fraternal. Seguiremos en la lucha hasta lograrlo, ¡Si se puede!

petymarcet@gmail.com

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