El ex-presidente Trump pasó buena parte de su campaña electoral de 2016 y de su presidencia hablando de “fake news” (noticias falsas). Un término poco conocido hasta entonces.
Para evitar la diseminación de contenidos falsos (y/o disuadir de la imputación maliciosa de los mismos) se estableció un proceso de verificación de hechos (“fact–checking”). Este proceso consiste en la verificación de la exactitud de informes y declaraciones cuestionadas. A veces se realiza a priori, otras a posteriori. En ocasiones es un proceso interno, antes de emitir declaraciones y en otras, externo y realizado por terceros.
Con la evolución tecnológica hemos pasado en tan solo ocho años de las “fake news” a la “deepfake” (uso de inteligencia artificial –IA– para producir videos, imágenes o audio manipulados digitalmente para que se asemejen a la voz y a la imagen de otra persona).
Esta será una fuente más de desinformación a identificar y evitar de aquí en adelante. Por supuesto la campaña electoral 2024 por la presidencia de los Estados Unidos no se libra de este tipo de desinformación.
En días pasados Elon Musk retwiteó en su cuenta personal de X, un supuesto anuncio político de la campaña de Kamala Harris. Mientras que en el tweet original se indicó que se trataba de una parodia, en el retweet de Musk se omitió este detalle. Los seguidores de la cuenta de X del magnate vieron la imagen y escucharon la supuesta voz de Kamala Harris, compartiendo ideas “bastante chocantes” sobre ella misma y su campaña.
Nada de esto es cierto. Kamala Harris no hizo esas declaraciones, ni el resto de comentarios del vídeo. Su voz y su imagen fueron alteradas. El vídeo es una parodia pero ha tenido millones de visionados. Pero muchos de los que lo vieron, creen Kamala Harris dijo lo que allí se ve y escucha.
¿Cuántos de los millones de personas que vieron el retweet de Musk fueron conscientes de que veían una parodia? Musk no lo avisó (sí lo hizo el autor del tweet original que lo identificó como “anuncio-parodia” y al que Musk retweeteó omitiendo ese detalle).
Lo curioso es que compartir tweets como el que diseminó el propietario del antiguo Twitter, va en contra de la propia política de su compañía X, donde no se permite difundir contenidos manipulados engañosos o que lleven a engaño.
La tecnología va por delante de la ley y la ausencia inicial de normativa legal ha hecho que el mal uso de la IA también en las campañas electorales sea una realidad en aumento.
El peligro del uso malicioso de la IA ya no es una historia de ciencia ficción sino una realidad utilizada de forma cada vez más frecuente. La IA generativa es cada vez más asequible. Como consecuencia la creación de “deepfakes” que nos convenzan es más barata y sobre todo rápida.
Aunque La Ley de Campaña Electoral Federal de los Estados Unidos del año 1971 prohibe calumniar a candidatos y/o a partidos políticos, o publicar información tergiversada y por tanto, en su espíritu si se recoge que está en contra de todo lo que el “deepfake” representa; es aún más cierto, que dado que esta normativa tiene más de medio siglo, no menciona ni regula expresamente el fenómeno deepfake y aún menos su uso en las campañas electorales.
En octubre de 2023 el Centro para la Democracia y la Tecnología (“Center for Democracy and Technology”) se sumó a la organización Public Citizen presentando una petición a la Comisión Federal Electoral (FEC) para que considerase cómo podría limitar las tergiversaciones fraudulentas en las comunicaciones electorales mediante el uso de medios generados por IA”.
En el caso que nos ocupa y frente a posibles repercusiones legales, Musk se ha defendido diciendo que consultó a un supuesto experto legal mundial antes de compartir el vídeo con la parodia y que este le dijo que “la parodia es algo legal en Estados Unidos”.
Lo cierto es que personajes como el presidente Biden, el ex-presidente Trump o el doctor Fauci tampoco se han librado de ser víctimas de “deepfakes”, como señaló hace un año NPR cuando el entonces candidato Ron DeSantis incluyó en su campaña una imagen de un supuesto abrazo entre Trump y Fauci.
Mientras la ley regule seriamente este asunto y aunque lo haga, nos queda el pensamiento crítico. Si ve, escucha o lee algo que le parece chocante, raro o extraño no lo crea porque sí, profundice y contraste con medios y personas de reputada trayectoria y solvencia.
No todo lo que nos digan que alguien dijo, fue realmente dicho. La vídeo-parodia de Kamala Harris es una buena prueba de ello. Hay que aplicar el pensamiento crítico y el “factchecking” a todo lo que escuchemos en los mítines, debates, anuncios, etc. en esta campaña electoral. Cribar la buena información de la desinformación y reconocer a quien comparte y disemina la primera, otorgándole el olvido a quien se dedica a practicar la segunda debe convertirse en una práctica habitual.
Como siempre, la decisión, y el pensamiento crítico es algo personal y necesario. Su voto cuenta. ¡Hágase oír!