Desde antes de la invasión a Ucrania, inmigrantes rusos han viajado desde Europa hasta la ciudad fronteriza de Tijuana (México) con la esperanza de poder cruzar la frontera a EE. UU. y obtener asilo. Sin embargo, las cifras han aumentado rápidamente en los últimos meses.
Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), más de 8.600 rusos buscaron refugio en la frontera sur entre agosto de 2021 y enero de 2022, 35 veces más que los 249 que lo hicieron durante el mismo período del año anterior. Nueve de cada 10 entraron al país a través de puntos fronterizos oficiales en San Diego, California.
A diferencia de EE. UU., el proceso para que un ciudadano ruso obtenga una visa de turista para México es relativamente simple y digitalizado. Muchos vuelan de Moscú u otras ciudades europeas a Cancún. De ahí, van a Tijuana, donde juntan dinero para comprar o alquilar autos con los que intentarán pasar el cruce fronterizo de San Ysidro, a través del cual ingresan alrededor de 30.000 vehículos a EE. UU. por día.
Los rusos optan por entrar al país a través de puntos legales en vez de buscar la asistencia de coyotes. El abogado de inmigración Taylor Levy explica que, aunque los europeos tienen una mayor ventaja para entrar por un puerto oficial y obtener asilo por tener mayores recursos que los migrantes latinoamericanos, están expuestos igualmente a la extorsión y a ser víctimas del crimen organizado.
Los inmigrantes de Rusia también tienen otro punto a su favor: en su mayor parte – al igual que los ucranianos – han estado exentos de ser deportados bajo el Título 42, probablemente porque EE. UU. no tiene los recursos para devolverlos, dice Jessica Bolter, analista asociada del Instituto de Políticas Migratorias (MPI).
Maksim Derzhko logró obtener asilo junto a su hija de 14 años. Ambos llegaron a Cancún desde Vladivostok y entraron a EE. UU. en un carro con otros siete rusos. Derzhko dice que la sensación de cruzar la frontera es “difícil de explicar con palabras”: “Es miedo. Lo desconocido. Es muy difícil. No teníamos otra opción”, dice. Y varios que se oponen abiertamente al régimen de Vladimir Putin piensan igual.
Muchos de los recién llegados son partidarios del líder opositor ruso encarcelado Alexei Navalny, y manifiestan no sentirse seguros en su tierra natal. En este grupo de migrantes también se incluyen personas LGBTQ y minorías religiosas, como los testigos de Jehová, que han sido excluidos de la sociedad y hostigados por las autoridades.
“Recibo llamadas todos los días; la gente ha estado huyendo de Rusia como loca”, dijo Anaida Zadykyan, una abogada de inmigración en Los Ángeles que ha ayudado a los rusos a presentar solicitudes de asilo. “Políticamente, los tiempos son peores que durante Stalin; la gente vive aterrorizada. Económicamente no hay dinero. La gente siente que no puede sobrevivir”.
En el año fiscal 2022, el número de ucranianos y rusos encontrados en la frontera ya superó los dos años anteriores, y el aumento más significativo se produjo a medida que aumentaron las amenazas del Kremlin. La CPB aún no ha proporcionado datos de febrero o principios de marzo, pero es fácil predecir que, lo que viene promete agudizar la crisis migratoria a la que ya se enfrenta Biden.