Tijuana, México. — El día en el que el gobierno de Estados Unidos retiró una medida de salud que bloqueaba el paso a muchos solicitantes de asilo en la frontera mexicana durante la pandemia del coronavirus, Teodoso Vargas estaba listo para a mostrar a los funcionarios estadounidenses su cicatrices y las fotos de su cuerpo baleado.
En lugar de eso, se quedó congelado, junto a su esposa embarazada y su hijo de cinco años, en un cruce fronterizo en Tijuana, a unos metro de territorio estadounidense.
No estaba seguro de cómo funcionaban las nuevas normas y de si dar los siguientes pasos hacia los funcionarios estadounidenses para pedir asilo en persona podría suponer un regreso forzoso a su Honduras natal.
“No puedo regresar a mi país”, explicó Vargas, que tiene una larga cicatriz en el cuello por la cirugía tras haber recibido nueve balazos durante un robo en su país. “Por miedo no quiero regresar. Presentando las pruebas creo que me van a decir que uno pueda pasar a los Estados Unidos”.
Los solicitantes de asilo dicen que la alegría por la retirada este mes de las restricciones de salud pública conocidas como Título 42 se está convirtiendo en angustia por la incertidumbre sobre cómo les afectan las nuevas normas del gobierno del presidente Joe Biden.
Aunque el gobierno ha abierto nuevas vías de inmigración, el destino de mucha gente queda en gran parte en manos de una app del gobierno que sólo se utiliza para programar una cita en un punto de entrada y que no tiene capacidad para distinguir el sufrimiento humano o la vulnerabilidad de los solicitantes.
La app CBP One es una herramienta clave para crear un sistema más eficiente y ordenado en la frontera “al tiempo que deja fuera a los contrabandistas sin escrúpulos que sacan beneficio de migrantes vulnerables”, según un email del Departamento de Seguridad Nacional enviado a The Associated Press.
Pero desde que se lanzó en enero, la app ha sido criticada por problemas tecnológicos. La demanda ha superado de lejos las aproximadamente 1.000 citas disponibles cada día en la plataforma.
Como es hondureño, Vargas no puede optar a muchas de las vías legales introducidas por el gobierno de Biden. Un programa permite que hasta 30.000 personas al mes, entre cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos, soliciten un permiso humanitario si piden asilo a través de internet, tienen un patrocinador financiero en Estados Unidos y llegan por aire. Los menores que viajan solos también están exentos de esas normas.
El gobierno ha dicho que los migrantes que no sigan las normas podrían ser deportados de vuelta a sus países de origen y verse vetados de pedir asilo durante cinco años.
Vergas decidió no arriesgarse. Desde hace tres meses, se registra en la app todos los días a las 9 de la mañana desde su cuarto arrendado en un peligroso vecindario de Tijuana.
Su experiencia es compartida por decenas de miles de otros solicitantes de asilo en localidades fronterizas mexicanas.
El abogado de inmigración Blaine Bookey dijo que para muchas personas en la frontera “no parece haber opción ahora para que la gente pida asilo si no consigue una cita a través de la app de la CBP”, siglas en inglés de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
El gobierno dijo que no rechaza a solicitantes de asilo, pero prioriza a la gente que utiliza la app.
El grupo de Bookey, el Centro para Estudios de Refugiados y Género, es uno de los principales demandantes, junto con la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), que ha impugnado algunas de las nuevas normas en una corte federal en San Francisco, incluido un requisito de que la gente pida primero asilo en un país que atravesaron en su camino hacia Estados Unidos. Piden que la corte permita presentar solicitudes de asilo a cualquiera que esté en territorio estadounidense.
También legisladores republicanos de Texas han presentado demandas. Entre otras cosas, alegan que la app CBP One fomenta la inmigración ilegal porque concede citas sin filtrar adecuadamente si los solicitantes tienen base legal para quedarse.
El gobierno de Biden dijo que las nuevas medidas, incluida la app, han ayudado a reducir la inmigración irregular en más de un 70% desde el fin del Título 42 el 11 de mayo.
Desde su lanzamiento el 12 de enero y hasta finales de abril, más de 79.000 personas fueron admitidas con citas de CBP One. Entre el 12 y el 19 de mayo, una media de 1.070 personas se presentaron al día en los puntos de entrada tras conseguir una cita en la plataforma, según el gobierno. No dio citas actualizadas, aunque señaló que las cifras deberían subir según se vaya ampliando el programa.
El gobierno también ha recalcado las mejoras introducidas en las últimas semanas. La app puede priorizar a las personas que lo intentan desde hace más tiempo. Las citas se van abriendo a lo largo del día para evitar sobrecargas del sistema. la gente con problemas médicos graves o que enfrenta amenazas inminentes de asesinato, violación, secuestro u otras “circunstancias excepcionalmente apremiantes” puede pedir condición prioritaria, pero sólo en persona en un punto de entrada. La app no permite introducir los detalles de cada caso.
Aun así, algunos solicitantes de asilo dicen que se les rechazó cuando hacían solicitudes en los cruces fronterizos, según abogados.
Koral Rivera, que es mexicana y está embarazada de ocho meses, dice que lleva dos meses tratando de conseguir una cita en la app. Hace poco acudió a un paso fronterizo en Texas para presentar su caso a funcionarios estadounidenses, pero dice que agentes migratorios mexicanos en Matamoros les cortaron el paso a ella y a su esposo.
“Los mexicanos nos sacan del puente. Nos dicen que intentemos con la aplicación”, dijo Rivera, cuya familia ha sido amenazada por miembros de cárteles de la droga.
Priscilla Orta, abogada de inmigración de Abogados para el Buen Gobierno en Brownsville, Texas, dijo que una mujer hondureña en la ciudad fronteriza de Reynosa, México, dijo que un hombre al que acusa de violarla la localizó a través de su celular, que estaba utilizando para conseguir una cita.
La mujer fue violada de nuevo, dijo Orta, que no ha logrado volver a contactar con ella desde entonces.
“Es desgarrador darse cuenta de que uno simplemente tiene que seguir soportando los abusos en México y en cierto modo seguir sufriéndolo porque si no lo hace, entonces podría perjudicarse a sí mismo para siempre en el largo plazo”, dijo la abogada.
Orta dijo que antes podía pedir a los funcionarios fronterizos en los pasos estadounidenses que priorizaran a niños con cáncer, víctimas de torturas y miembros de la comunidad LGTBQ, y normalmente programaban una cita. Pero los funcionarios locales le dijeron que ya no tienen recomendaciones de Washington.
“No saben qué hacer con estas personas extremadamente vulnerables”, dijo Orta, añadiendo que los migrantes enfrentan duros dilemas. “¿Te arriesgas a no cumplir nunca los requisitos para el asilo? ¿O intentas esperar a una cita a pesar del peligro?”.
Vargas, que es agricultor, no tiene dudas de que puede demostrar que su familia y él huyeron de Honduras por miedo, el primer requisito para entrar en Estados Unidos y comenzar el proceso legal de varios años para obtener refugio seguro. Su iPhone está lleno de fotos en las que se le ve en una cama de hospital, cubierto de cables, con el rostro hinchado y envuelto en vendajes. Tiene cicatrices a cada lado de la cabeza por una bala que entró por su mejilla derecha y salió por el lado izquierdo de su cabeza. Hay marcas similares en su espalda y su costado.
Cuando el Título 42 expiró y otros solicitantes de asilo en un refugio de Tijuana se marcharon con citas, se sintió animado. Dos semanas después, estaba desolado.
“No puedo encontrar suficiente trabajo aquí. Voy a tener que regresar a Honduras aunque me matan o ya no sé. Ya estoy tan desesperado”, dijo.