Joe Biden, presidente de Estados Unidos. (Foto: EFE/EPA/Stefani Reynolds)

Washington, EE.UU.- En menos de tres meses en la Casa Blanca, el presidente Joe Biden ha dado un giro radical al situar al Gobierno federal como motor de la recuperación económica con su rescate fiscal ya aprobado y su ambicioso plan de inversión en infraestructura, algo no visto en décadas.

Hace 40 años, en su discurso de investidura de 1981, el presidente republicano Ronald Reagan (1981-1989) pronunció una frase que marcó una época: «El Gobierno no es la solución a nuestro problema, el Gobierno es el problema».

Con Reagan llegaron importantes bajadas de impuestos y la confianza, respaldada mayoritariamente entre republicanos y demócratas, de que la prosperidad provenía de la economía de mercado y que el sector privado era más eficiente que el público.

El demócrata Biden, que apoyó esa agenda cuando era un joven senador en la década de 1980, parece ahora decidido a desmontar ese paradigma.

CAMBIO DE MODELO

«Representa un cambio significativo, ciertamente. Tiene que ver con el ‘New Deal’ de Franklin D. Roosevelt en la década de 1930 o de la ‘Gran Sociedad’ de Lyndon B. Johnson de la de 1960. Es un regreso de los demócratas a sus orígenes», señaló a Efe Josh Lipsky, experto del centro de estudios Atlantic Council, en referencia a las dos grandes eras de inversión pública y social del Gobierno federal en la historia reciente del país.

El rescate fiscal, el tercero en el país desde el estallido de la crisis provocada por la pandemia, tiene un marcado énfasis social, centrado en los ciudadanos de menores ingresos y las familias con hijos.

«No vamos a pedir disculpas al respecto. El Gobierno debe ser una poderosa fuerza en beneficio de las vidas de los estadounidenses», dijo el director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca, Brian Deese, al presentar el plan de estímulo económico de 1,9 billones de dólares recientemente aprobado por el Congreso.

Este jueves, en Pittsburgh (Pensilvania), Biden presentó su plan de inversión pública en infraestructura valorado en más de 2 billones de dólares, que se desembolsarán a lo largo de una década y que incluye más de 600.000 millones para modernizar la avejentada red de transporte y renovar la flota federal con vehículos eléctricos.

El plan engloba, asimismo, una partida de 400.000 millones de dólares, que tendrá como objetivo contratar a trabajadores para el cuidado tanto de personas mayores como con discapacidades.

ALZA DE IMPUESTOS, ANATEMA PARA REPUBLICANOS

Para sufragarlo, Biden propone algo considerado anatema por la oposición republicana: una subida de impuestos, con un alza de la tasa impositiva a las empresas del 21% actual al 28%.

Los demócratas cuentan con mayoría en las dos cámara del Congreso, pero el margen en el Senado es tan estrecho que no puede permitirse perder un solo voto de su bancada y cuenta con la oposición frontal de los conservadores.

«Es como un caballo de Troya. Se llama infraestructura, pero dentro del caballo va a haber más dinero prestado, y enormes aumentos de impuestos en todas las partes productivas de nuestra economía», apuntó el líder de la minoría republicana en la Cámara Alta, Mitch McConnell, poco después de ser informado de la propuesta por la Casa Blanca.

Aparte de la subida de impuestos, el otro gran tabú de los conservadores es el crecimiento desmesurado del Gobierno federal en detrimento de la iniciativa privada.

Así lo expresó Larry Kudlow, principal asesor económico del expresidente Donald Trump (2017-2021), quien criticó «la enorme expansión» Gobierno federal y advirtió de que acabará convirtiendo la capital del país «en una ciénaga de planificación central».

LA RESERVA FEDERAL A TODO GAS

A todo ello se suma el arsenal monetario desplegado por la Reserva Federal (Fed), el banco central, que mantiene los tipos de interés cerca del 0% desde marzo de 2020 y realiza mensualmente multimillonarias inyecciones de liquidez a través de programas de compra de deuda.

Ante la magnitud del desembolso por parte del Gobierno federal, varios reconocidos economistas, entre ellos demócratas como el exsecretario del Tesoro, Larry Summers, han alertado de la aparición del temido fantasma de la inflación.

Otros, sin embargo, apuntan a la necesidad de recuperar el empleo tras el gravísimo impacto de la pandemia, y se recuerda que aún hay más de 9,5 millones de puestos de trabajo menos que antes de la crisis, la más grave desde la de la Gran Depresión en 1930.

«Una previsible subida temporal en la inflación supone poco riesgo, pero dejar a 10 millones de trabajadores en los márgenes deja un daño duradero. Recordemos que el mandato doble (de la Fed) es de estabilidad de precios y pleno empleo», afirmó Mary Daly la presidenta de la Reserva Federal de San Francisco en su cuenta de Twitter.

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