WASHINGTON DC – La ira es una poderosa fuerza motivadora en la política de Estados Unidos, capaz de impulsar a los votantes y llenar las arcas de campaña, afirman los profesores de ciencias políticas y política pública que han estudiado el tema.
Según ellos, esa ira de los votantes fue lo que potenció el camino a la Casa Blanca de Donald Trump en 2016 y que ayudó a los demócratas a retomar el control de la Cámara de Representantes en 2018.
“Los propios políticos buscan deliberadamente encolerizar a los estadounidenses, porque cuando la gente tiene ira tiende a votar lealmente por los candidatos de su partido que encuentran en la boleta”, dice Steven Webster, un profesor asistente de ciencias políticas de la Universidad de Indiana.
“Para explicarlo simplemente: un votante indignado es un votante leal, y como los políticos están enfocados en ser reelegidos, nos indignan para impulsar esa meta”, agregó.
La estrategia del uso de la ira no es nueva, dice Webster, y viene desde la fundación del país. El profesor exploró este fenómeno en su libro “American Rage: How Anger Shapes Our Politics” (“La ira estadounidense: cómo la ira modela nuestra política”).
“Trump es ciertamente un ejemplo muy obvio, a falta de una palabra mejor, del uso de la ira por los políticos”, dijo Webster.
Sin embargo, señaló que “los políticos demócratas usan la ira tanto como los republicanos… De hecho, los demócratas están bastante indignados ahora. Resulta irónico, Joe Biden está diciendo que quiere restaurar el alma de Estados Unidos, pero Joe Biden y sus aliados están provocando ira hacia Donald Trump, porque la ira es una motivación orientada a la acción”.
La ira es una herramienta política muy útil
Una encuesta reciente reflejó que un 61% de los partidarios de Biden dicen que se sentirían indignados si gana Trump, mientras que un 37% los partidarios de Trump expresaron que estarían indignados si ganara Biden.
“Si uno puede lograr que la gente se sienta indignada, eso es una herramienta política muy útil si posibilita alterar el balance con este sentimiento gutural en lugar del pensamiento racional”, dijo Bonnie Stabile, profesora de política pública de la Universidad George Mason.
Mientras los esfuerzos para generar la ira pueden ser buenos para campañas políticas, los académicos consideran que a la larga podrían erosionar la confianza de los estadounidenses en el gobierno federal y, en un sentido más amplio, la fe en el sistema democrático.
Un sondeo del Centro Pew reveló que solo 1 en 5 adultos estadounidenses, o un 20%, confían en que el gobierno federal “hace lo correcto” casi siempre o la mayor parte del tiempo.
“Confiar en el gobierno tiende a facilitar una cultura en que podemos tener una cooperación bipartidista”, dice Webster. “Confiar en el gobierno perpetúa el respaldo por los programas sociales que buscan mejorar la sociedad, como el Medicare, el Medicaid y la Seguridad Social. Sin esa confianza en el gobierno, es realmente difícil sostener todo lo que se ha convertido en algo natural para los estadounidenses”.
Confianza en el gobierno
La confianza pública en el gobierno lleva décadas disminuyendo.
Una encuesta en 2016 reflejó que el 83% de los participantes estaban insatisfechos con la forma de trabajar del gobierno federal, y un 32% respondió que no solo estaban insatisfechos, sino indignados.
“Los republicanos piensan que el gobierno federal hace demasiado y los demócratas que no hace lo suficiente”, dice Webster. “Y entonces tenemos a demócratas y republicanos indignados con el gobierno por razones diferentes”.
Este sentimiento de cólera y desconfianza puede llevar a la erosión de los valores democráticos básicos, añadió.
“Cuando los estadounidenses están indignados, son más proclives a decir que quienes discrepan políticamente con ellos son menos inteligentes y están más inclinados a decir que los que respaldan al otro partido son una amenaza para el bienestar del país”, dijo Weber.
“Esta ira política convierte las discrepancias políticas en desacuerdos y evaluaciones personales, y cuando lo político se vuelve así de personal, tenemos una gran cantidad de problemas”.
La inequidad económica está exacerbando esta separación entre la gente en la medida en que los estadounidenses pasan mucho menos tiempo juntos en espacios públicos, dice Stabile.
“La gente puede eludirse entre sí”, señala. “La ira realmente se aviva cuando … no hay un balance consensual entre lo que significa ser un ciudadano y cuál es el espacio común en que existimos”.
Webster no ve una salida de esta trampa de ira para los estadounidenses mientras los políticos continúen encolerizando activamente a sus simpatizantes y los votantes sigan receptivos a esos mensajes de cólera.