Nueva York. – Al menos dos soldados de la Guardia Nacional del dispositivo de seguridad para la investidura del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, fueron relevados de sus puestos por supuestos vínculos con organizaciones de extrema derecha, informaron este martes fuentes del Pentágono a la prensa local.
Según los funcionarios del Departamento de Defensa citados por los medios, los dos soldados retirados del operativo de seguridad de la investidura tenían relación con milicias de extrema derecha y habían realizado comentarios o enviado mensajes inapropiados.
Otra decena de soldados fueron retirados del destacamento desplegado en Washington por asuntos no relacionados con el asalto al Capitolio o por razones que tengan que ver con su vinculación a los grupos que lo apoyaron, informó el diario The New York Times.
El secretario de Defensa en funciones, Christopher C. Miller, dijo el sábado pasado que el FBI estaba ayudando al Pentágono en el complejo proceso para investigar las vinculaciones con movimiento de extrema derecha de los 25.000 soldados de la Guardia Nacional de varios estados que se desplegarán en Washington.
Los responsables de seguridad querían asegurarse de que ninguno de los soldados desplegados pudiera facilitar un ataque contra la ceremonia de investidura, un temor que se acrecentó tras el asalto violento el pasado 6 de enero al Capitolio por parte de simpatizantes del presidente saliente, Donald Trump.
El Servicio Secreto será el responsable final de mantener la seguridad y coordinar el complejo perímetro de seguridad establecido en torno al Capitolio y la Casa Blanca, el área donde se desarrollará este miércoles la ceremonia de jura de Biden como nuevo presidente.
Los soldados que más cerca estarán del presidente electo y la vicepresidenta electa, Kamala Harris, recibirán un escrutinio adicional, un proceso habitual para evitar un ataque interno contra la cúpula del Gobierno, algo que también se hizo antes de la investidura de Trump en 2017.
El Pentágono está tomándose más en serio la presencia del ideología supremacista y de extrema derecha dentro de sus tropas, especialmente después de que se supo que al menos seis de los detenidos en el asalto al Capitolio eran veteranos o están vinculados con las Fuerzas Armadas.
Una de las cinco víctimas mortales del asalto, Ashli Babbitt, fallecida de un tiro en el cuello mientras intentaba ingresar por la fuerza en un área restringida, era veterana de la Fuerza Aérea.