Washington. – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este lunes el cese fulminante de su jefe del Pentágono, Mark Esper, en una demostración de que sigue gobernando pese a una derrota electoral que se empeña en negar y disputar en los tribunales.
Se trata de una decisión que llevaba meses esperándose desde que Esper se opuso este verano al plan de Trump de desplegar militares en la represión de las protestas contra la violencia policial.
Finalmente, este lunes, el gobernante anunció por Twitter que Esper será sustituido por el ahora director de Contraterrorismo, Christopher C. Miller.
El anuncio se produjo tras un fin de semana en el que se confirmó que Biden alcanzó los votos del Colegio Electoral suficientes para ser en enero el próximo presidente, y que Trump pasó enclaustrado con su círculo íntimo, estudiando sus opciones para revertir el resultado de la elección y sin agenda pública.
ESPER, CANDIDATO A SER DESPEDIDO
El nombre de Esper figuraba, junto a los de los aún directores del FBI, Christopher Wray, y de la CIA, Gina Haspel, en la lista de posibles despidos de Trump después de que se opusiese a la idea del mandatario de enviar unidades militares para sofocar la violencia y los saqueos surgidos en varias ciudades del país este verano.
«La opción del uso de tropas en activo en el papel de garantes de la ley debería ser solo empleado como último recurso, y solo en las situaciones más urgentes y extremas. No estamos en una de esas situaciones ahora», afirmó entonces Esper en una conferencia de prensa en el Pentágono que desató las iras del mandatario.
Aparte de la destitución de Esper, algo que de todos modos se hubiera producido con la entrada de la nueva Administración, las escasas manifestaciones de Trump se han referido en su mayoría a sus esfuerzos por revertir el proceso electoral.
«La identificación del umbral de los votos está resultando ser aún mayor de lo que se anticipó originalmente. Afecta a un gran número de votos. ¡Manténganse atento! (…) Wisconsin se ve muy bien. Necesita un poco de tiempo estatutariamente. ¡Sucederá pronto!», son dos de los crípticos mensajes de Trump sobre la media docena de procesos interpuestos contra el resultado electoral.
En otro mensaje, con la advertencia de Twitter de que está en duda la veracidad de las acusaciones de fraude del presidente, Trump asegura que «Nevada se está convirtiendo en un pozo negro de votos falsos» y que se están «encontrando cosas que, cuando se publiquen, serán absolutamente impactantes», sin dar más detalles.
Y también con el aviso de duda de credibilidad de Twitter, indica que en Pennsylvania se impidió a su campaña «en gran parte del recuento de boletas», algo que, dijo, es «impensable e ilegal en este país».
En ninguno de los casos Trump ha presentado pruebas de sus acusaciones, mientras que su campaña no ha dejado de recaudar fondos para sufragar las demandas contra los votos por correo que llegaron tras el cierre de las urnas, aunque el matasellos muestre que fueron emitidos a tiempo, o para pedir recuentos en estados clave.
DIVISIÓN EN SU CÍRCULO ÍNTIMO
Entretanto, según los medios locales, el círculo íntimo de Trump se encuentra dividido entre los que le aconsejan tirar la toalla y quienes le animan a seguir con su estrategia de presentar demandas en los estados clave para demostrar el «fraude» que denuncia.
Según los medios, su esposa Melania y su yerno Jared Kushner se inclinan por que asuma el trago amargo de aceptar la derrota, mientras que sus hijos Donald Jr. y Eric le animan a seguir.
Jason Miller, asesor de la campaña de Trump, salió rápidamente al paso de estas informaciones para negarlas e incluso Melania Trump publicó un tuit en el que pidió que se cuente «cada voto legal» y llamó a proteger la democracia del país con «total transparencia».
Los medios, sin embargo, se han reafirmado en esas informaciones que, según la cadena de televisión ABC News, implican que la práctica totalidad del círculo íntimo de Trump es «plenamente consciente» de la derrota y que el problema radica en cómo convencer al presidente de que haga «una salida elegante».
Y aunque el silencio es abrumador entre los republicanos, ya hay congresistas que le han dado la espalda a la estrategia de Trump de poner en duda la fiabilidad del proceso.
SILENCIO MAYORITARIO REPUBLICANO
Es el caso de los senadores Mitt Romney, uno de los habituales críticos de Trump dentro del partido, y Lisa Murkowski, quienes felicitaron a Joe Biden por su victoria electoral, como también hizo ya el expresidente republicano George W. Bush.
Quien este lunes se negó a felicitar a Biden o reconocer su victoria fue el jefe de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, que salió al hemiciclo a anunciar su postura y en lugar de ello defendió la ofensiva legal del presiente.
«Obviamente, ningún estado ha certificado aún sus resultados electorales. Tenemos al menos uno o dos estados que ya están de camino a un recuento y creo que el presidente puede tener retos legales en curso en al menos cinco estados», dijo McConnell.
Pero la tónica general del partido ha sido el silencio, con la excepción de algunos de los más incondicionales de Trump, como los senadores Ted Cruz y Lindsey Graham, o el líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy.