Ajenos a ideologías y competencias, Puerto Rico y Venezuela tienen la mente en un mismo objetivo: la producción solidaria de alcohol para luchar contra el COVID-19, la pandemia que no distingue colores, razas o clases sociales. El ron, ese licor tan valorado en el Caribe y el resto del mundo, da paso a la producción de alcohol para uso sanitario, y lo hace de mano de las mundialmente reconocidas destilerías puertorriqueñas Bacardí y Serrallés, y de la no menos prestigiosa Santa Teresa de Venezuela.