En la Cordillera Central de Puerto Rico nació un proyecto que busca iluminar con energía renovable el futuro de un municipio, y así combatir -un panel solar a la vez- los efectos del cambio climático.
En las montañas de Puerto Rico, un proyecto de autogestión comunitaria ha logrado captar la atención del mundo por sus esfuerzos para convertir el municipio de Adjuntas en el primer pueblo solar, lo que definen como un acto de “insurrección energética» con el que buscan combatir los efectos del cambio climático.
Fundada en 1980, Casa Pueblo nació para enfrentar la explotación minera en pueblos del centro de la isla. Su lucha se extendió por 15 años, hasta que el gobierno descartó la minería. El rescate de las 36.000 cuerdas de terreno (unos 35.000 acres) fue descrito como “el primer paso trascendental de Casa Pueblo hacia el desarrollo sostenible”, al convertir el área en un bosque del pueblo.
“Comenzamos defendiendo la tierra, las aguas y el futuro de nuestro pueblo de Adjuntas y la zona central. Ahora la meta de Casa Pueblo es mantenernos activos, creativos, con proyectos de soberanía ecológica, cultural, educativa y musical”, dijo a Voz de América Alexis Massol González, co-fundador de Casa Pueblo.
La organización tiene su sede en una antigua casona ubicada a pasos de la plaza pública del pueblo, conectada con una escuela que había sido abandonada y que convirtieron en sede de sus proyectos comunitarios. Cada año, reciben la visita de hasta 80.000 personas que buscan aprender de sus esfuerzos.
Motivados por la reducción de la emisión de gases de invernadero que provoca la quema de petróleo, gas natural y carbón, la organización se propuso iniciar una revolución solar. “Siguen insistiendo en generar electricidad con combustibles fósiles, entonces Casa Pueblo empieza una insurrección energética desde la comunidad para decirle al pueblo que vamos a romper esa dependencia”, dijo Massol González.
En 1999, instalaron los primeros paneles solares como un experimento, sin saber que en 2017 lograrían la independencia energética, unos meses antes de que el huracán María —el segundo con más víctimas fatales en la historia de EE. UU.— destruyera el sistema eléctrico de Puerto Rico.
Según un análisis de Rhodium Group, proveedor de investigación independiente, el huracán María provocó el segundo apagón más grande del mundo, al dejar a 3.4 millones de personas sin energía eléctrica. Cientos de miles de puertorriqueños no recuperaron el servicio hasta cerca de un año después del ciclón.
En Casa Pueblo nunca se fue la luz, nos convertimos en un oasis energético. Aquí llegaban cientos de personas a darse diálisis, terapia respiratoria, almacenar medicamentos, cargar celulares y demás. En ese instante se corrió el velo de la pobreza y desigualdad en este país”, contó Massol González.
Durante el tiempo que pasaron sin energía, Casa Pueblo y organizaciones internacionales que auspiciaron su trabajo se propusieron instalar paneles solares en negocios, centros de emergencias médicas, hogares de envejecientes y escuelas rurales. “Hemos hecho muchos proyectos para que vean que esa es la ruta para este país, que es un compromiso con nuestra gente, pero también con el cambio climático”.
“Nosotros queremos construir una patria alternativa, un mejor país, una mejor sociedad, que la juventud tenga un porvenir halagador”, apuntó Massol González. “Se llama Casa Pueblo porque es el hogar de los puertorriqueños y las puertorriqueñas. No importa su ideología o pensamiento, aquí hacemos la unidad”.
Por su gestión ambiental, Massol González y Casa Pueblo recibieron en el 2002 el Premio Ambiental Goldman, considerado “un Nobel del ambiente”.
En el día a día, la organización mantiene proyectos como Radio Casa Pueblo, la primera emisora comunitaria; el Bosque Escuela, donde se imparten clases en medio de la naturaleza; el bosque solar, que sirve de oasis energético; una escuela de música que ofrece clases a los niños los sábados; una galería de arte para exponer obras de artistas locales, y una marca de café artesanal con cuya venta recogen fondos para su operación.
“Estamos haciendo otro Puerto Rico y lo estamos haciendo en la práctica”, agregó Massol González.
Una gestión para la comunidad
El proyecto para energizar negocios en Adjuntas comenzó con una barbería cercana a la plaza que Wilfredo Pérez González abrió hace 40 años. Luego del huracán María en 2017, el barbero —como el resto de la isla— se quedó sin luz.
Pérez González debía recurrir a una extensión que le prestaba su vecina, quien tenía una planta eléctrica, para atender a algunas personas en un corto periodo de tiempo. Esto cambió cuando personal de Casa Pueblo visitó su negocio y se propuso energizarlo con paneles solares.
El proyecto para energizar negocios en Adjuntas comenzó con una barbería cercana a la plaza que Wilfredo Pérez González abrió hace 40 años. Luego del huracán María en 2017, el barbero —como el resto de la isla— se quedó sin luz.
Unos días después, la Barbería Pérez se convirtió en un establecimiento operado a totalidad con energía solar. “Yo le digo a la gente que esto es bueno porque la luz se va a cada rato, que pongan las placas solares, que son buenas. Ahora se va la luz y yo no me doy cuenta”, dijo a VOA Pérez González.
“Sin esto no podía trabajar tranquilo, es lo mejor que hay”, agregó.
Lo mismo van a hacer 14 comerciantes alrededor de la plaza pública de Adjuntas, cuyos locales ya tienen instalados los paneles solares para independizarse de la red y operar con energía solar por completo.
Gustavo Irizarry es dueño de la pizzería Lucy´s y miembro de la Asociación Comunitaria de Energía Solar Adjuntas (ACESA). Luego del huracán María estuvo seis meses sin energía eléctrica y tuvo que pagar 17.000 dólares en diesel para operar sus plantas eléctricas, una realidad que cambiará con los paneles solares.
“Tener energía renovable es de gran ventaja para mí y mis empleados. Tengo jefas de familia que trabajan aquí y saben que van a contar con un empleo diariamente, no importa las condiciones de energía. Las personas en los campos podrán venir al pueblo donde ofrecerles servicios constantes”, expresó Irizarry.
Los comerciantes se unieron bajo la corporación ACESA, la primera compañía de venta de energía renovable en Puerto Rico. “Nosotros vamos a pagar nuestra propia luz, vamos a crear una economía y gobernar esa economía, vamos a seguir creando más casas solares y más negocios solares, es un proyecto bien lindo”, agregó Irizarry.
El proceso para energizar estos negocios lleva cuatro años. La instalación de los 800 paneles solares necesarios para su funcionamiento se dio con apoyo de la fundación Honnold, creada por el alpinista Alex Honnold para otorgar subvenciones a organizaciones que promueven el acceso a la energía solar en todo el mundo.
“Luego del huracán vimos la debilidad que tenemos en el sistema de energía. Cuando prácticamente después del huracán no te veías las manos, había gente haciendo filas, horas para poder tener gasolina o poder tener alimento. Cuando vives eso, tus prioridades cambian totalmente. Todo Puerto Rico se dio cuenta que sin energía no podemos sobrevivir”, agregó.