San Juan, Puerto Rico.- Las placas solares y los generadores eléctricos se han convertido en Puerto Rico en imprescindibles para la población, que sufre frecuentes cortes de luz y puntuales apagones de larga duración como el actual causado por el huracán Fiona.
Son parte del paisaje urbano y rural porque la fragilidad de la red eléctrica es un hecho. Arrastra problemas desde hace tiempo y no se ha recuperado del huracán María de 2017, que la destrozó por completo dejando a muchas zonas de la isla durante meses a oscuras.
Fiona provocó el pasado domingo un apagón general en la isla y, este viernes, todavía más del 60% de los abonados sigue sin luz, pese a que una importante partida de los fondos federales aprobados para la reconstrucción de Puerto Rico tras María van destinados a la obra faraónica de transformar la red eléctrica.
«El sistema energético del país es bien vulnerable, acabamos de pasar hace cinco años una situación como está pero de mayor gravedad (huracán María), cuando el sistema se fue al piso totalmente, y se ha hecho difícil levantarlo», dice a Efe Luis Coto, encargado de un supermercado 24 horas situado en el área metropolitana.
Su supermercado cuenta con un potente generador eléctrico, situado en el techo del edificio, al que tienen todo conectado, desde las neveras a los aires acondicionados.
LAS HERRAMIENTAS PARA «SEGUIR FUNCIONANDO»
«Gracias a los generadores se puede seguir funcionando y operando el negocio y dando servicio a la comunidad», explica Coto, quien insiste en la necesidad en Puerto Rico de «estar preparado» con generadores o sistemas de energías renovables.
Desde el techo del supermercado, se aprecia con claridad que los restaurantes y casas de los alrededores tienen también generadores. Se ven y se oyen, no pasan desapercibidos, el ruido de estos aparatos es ensordecedor.
Hay muchos tipos. Desde las enormes plantas que en los bloques de apartamentos, llamados condominios en la isla, más lujosos dan electricidad a todas las casas, aunque son los menos en la isla, a los pequeños para las viviendas unifamiliares.
Otros edificios tienen generadores para zonas comunes, algunos con enchufes en el pasillo para que los residentes de los distintos apartamentos conecten un alargador para energizar al menos la nevera y cargar sus celulares.
Funcionan con combustible, lo que genera emisiones de gas y provoca filas en las gasolineras y estrés ante la eventual escasez de gasolina y diésel en la isla o los problemas en su distribución, como ha ocurrido esta semana tras Fiona.
Además, entrañan peligros. Los bomberos han atendido en los pasados días decenas de emergencias relacionadas con generadores eléctricos, algunas fatales, como un hombre al que le explotó el aparato cuando lo manipulaba u otro que falleció intoxicado por inhalación de los gases.
Ante los inconvenientes que presentan los generadores, cada vez más familias optan por la energía renovable, como la de Hiram Arroyo, catedrático de Promoción de la Salud en la Universidad de Puerto Rico, quien instaló hace un año una treintena de placas solares en su casa al dar las clases en línea durante la pandemia.
LAS PLACAS SOLARES GANAN POPULARIDAD
«En los últimos cinco años, mi generación se ha visto necesitada en invertir en las placas solares por los acontecimientos y las crisis naturales que se han presentado en el país, incluyendo los huracanes», explica a Efe Arroyo.
El académico, que sufre interrupciones del servicio «a diario», también cita como otro factor «las deficiencias de los sistemas públicos de energía eléctrica» y el desempeño de la empresa privada LUMA Energy.
Arroyo optó por arrendar las placas, pagando mensualmente una cantidad acorde a su consumo. La otra opción habría sido comprarlas por un precio que oscila entre los 20.000 y los 30.000 dólares.
Los beneficios de la energía solar son «tangibles». Tras el huracán Fiona al menos tiene «los servicios esenciales básicos de refrigerador y otros utensilios domésticos energizados gracias a las placas solares» instaladas en su azotea, señala.
Además de los enseres, hay personas que por sus problemas de salud requieren electricidad. Es el caso de la madre de Arroyo, que necesita oxígeno para dormir y cuenta para ello con un generador.
También causan apagones averías como la ocurrida en una central en abril pasado que dejó a toda la isla a oscuras durante varios días. Las promesas posteriores de que la red eléctrica estaba bien preparada para esta temporada de huracanes, han quedado en entredicho.