San Juan, Puerto Rico. — Durante mucho tiempo, cientos de gatos se han escabullido por las calles empedradas del distrito histórico de Puerto Rico, deteniéndose para recibir la ocasional palmadita en la cabeza al tiempo que turistas y residentes encantados toman fotografías y les ofrecen un poco de comida.
Los gatos son tan queridos que incluso tienen su propia estatua en el Viejo San Juan.
Pero las autoridades advierten que su población ha crecido tanto que el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos pretende implementar un “Plan de Manejo de Gatos Realengos” y está considerando opciones que podrían incluir el retiro de los felinos.
La idea ha indignado a muchas personas, que temen que los gatos sean sacrificados.
“Esto es como el Disney World para los gatos”, indicó Alfonso Ocasio, quien ha estado yendo al Viejo San Juan desde 2014 para alimentar a los gatos un par de veces a la semana. “No sé cómo estas personas se atreven a enfrentarse al mundo con esta propuesta”.
Gatos negros, gatos blancos, calicó y atigrados deambulan por los senderos costeros que rodean el histórico fuerte conocido como “El Morro” que custodiaba la Bahía de San Juan en la época colonial. Los tímidos y hoscos se agazapan en los arbustos lejos de las cámaras y las manos humanas, mientras que otros se posan en las rocas cercanas para acicalarse o mirar a los transeúntes con el océano detrás de ellos.
Se les conoce como gatos “adoquines” o “coloniales”, pero no a todos les resulta adorables.
“Los encuentros entre visitantes y gatos y el olor a orina y heces… son incompatibles con el paisaje cultural”, escribió el Servicio de Parques Nacionales en su plan.
La agencia afirmó que el plan tiene como objetivo mejorar la “experiencia del visitante”, proteger los recursos culturales y naturales, reducir los problemas de salud y seguridad y aliviar “cuestiones molestas”. También señaló que es probable que los gatos estén acabando con la vida silvestre en el área.
Hasta ahora, las autoridades ofrecen dos opciones: Retirar a los gatos o mantener el statu quo. Esto último incluiría el mantenimiento de las estaciones de alimentación, la esterilización o castración de los gatos y la remoción de los que no han sido censados, trabajo que actualmente realiza el grupo sin fines de lucro Save a Gato.
El miércoles por la noche, docenas de personas se reunieron para la primera de dos reuniones públicas sobre el tema. Pero cuando personal del Servicio de Parques Nacionales anunció que no habría audiencia y pidió a los presentes que sólo escribieran sus comentarios, la multitud estalló en ira.
”¡No hace sentido!”
“¡Tenemos dudas! ¡Tenemos preguntas!”
“¡Vamos a defender esos gatos!