Washington, EE. UU. — No hubo violencia. Muchos de los candidatos que negaron la legitimidad de elecciones anteriores admitieron su derrota sin problema. Y muy pocos le hicieron caso a las falsas denuncias de fraude electoral lanzadas por el expresidente Donald Trump.
Al menos por ahora, hay un sentido de normalidad en Estados Unidos. El extremismo que consumió al discurso político los últimos dos años ha sido reemplazado por algo semejante al orden democrático tradicional.
En lugar de ello, la narrativa postelectoral se ha enfocado en la suerte política de cada partido: los republicanos quedaron decepcionados porque no lograron las abrumadoras mayorías que anticipaban, mientras los demócratas aliviados se preparaban para la posibilidad de una leve mayoría republicana en la cámara baja.
Al menos por ahora, las graves amenazas que se cernían sobre la democracia norteamericana antes del día de las elecciones —la violencia extremista, la intimidación de votantes y la negativa republicana a respetar los resultados electorales¬— no ocurrieron.
“Fue un buen día, creo, para la democracia”, comentó el presidente Joe Biden, aun cuando admitió que posiblemente su partido perdería el control de una de las dos cámaras del Congreso.
El gobernador de Nueva Hampshire, Chris Sununu, un republicano, dijo que los votantes albergaban dudas sobre el liderazgo de Biden, pero tienen una prioridad más urgente ahora: “Preocúpate de resolver los problemas después, hay que lidiar con los locos ahora”, expresó el gobernador a CNN.
Sin embargo, lo cierto es que “los locos” siguen dominando en el partido de Sununu.
Aun cuando muchos republicanos culparon a Trump por respaldar a candidatos que perdieron, el expresidente trató de minimizar los resultados electorales desde su plataforma social de bajo perfil. Trump mandó no menos de 20 mensajes desde el martes en la tarde mencionando la posibilidad de fraude electoral, concentrándose en Nevada y Arizona a medida que continuaba allí el conteo de votos.
El anticipado anuncio para el martes de una nueva candidatura presidencial podría darle a Trump otra plataforma para propagar mentiras sobre las elecciones.
De los candidatos prominentes en estas elecciones, solo Kari Lake, candidata republicana para gobernadora de Arizona, ha sido agresiva en la promoción de las denuncias falsas de Trump sobre el prolongado conteo de votos, una característica normal en muchos estados. Lake está en una reñida contienda frente a la demócrata Katie Hobbs cuyos resultados hasta el momento no se han anunciado.
En Pensilvania, Doug Mastriano, candidato a gobernador respaldado por Trump, fue derrotado abrumadoramente. Su asesora legal, Jenna Ellis, exasesora de Trump, declaró inequívocamente que no hubo indicios de irregularidades.
“No existe esa consternación que había en 2020”, declaró Ellis en su podcast. “No podemos andar diciendo ‘nos robaron todo’. Eso sería ridículo para estas elecciones”.
Y en Michigan Tudor Dixon, respaldado por Trump y uno de los negacionistas de las elecciones del 2020, rápidamente admitió su derrota frente a la gobernadora Gretchen Whitmer luego que The Associated Press anunció el resultado.
El senador progresista Bernie Sanders, quien ha denunciado la amenaza de la ultraderecha contra la democracia incluso antes de su candidatura presidencial del 2020, sugirió que los republicanos están empezando a actuar más racionalmente.
“Creo que un número de republicanos ahora entienden que el deseo de Trump de socavar la democracia no solo es equivocado, sino que no les redunda en votos”, declaró Sanders a la AP. “Para toda esa gente que quiere creer en esa mentira de que Trump ganó en el 2020, el martes fue un mal día para ellos y un buen día para el resto del pueblo estadounidense”.
Ciertamente, en todo el país, los llamados negacionistas electorales perdieron algunos de los comicios más prominentes.
Solo uno de los 14 candidatos para secretario de Estado que se autoproclamaron nacionalistas, Diego Morales, en Indiana, ganó su contienda. Los aspirantes que se caracterizaron por propagar los reclamos infundados de Trump de que él ganó las elecciones del 2020 también perdieron campañas para gobernador en Michigan, Minnesota, Wisconsin y Pensilvania.
Algunos republicanos de esa tendencia, sin embargo, sí ganaron elecciones al Senado, como en Carolina del Norte y Ohio. En Georgia, el republicano Brian Kemp fue reelegido tras contradecir las teorías conspirativas de Trump, pero el candidato a senador Herschel Walker, quien ha propagado las mentiras sobre las elecciones pasadas, tuvo que ir a una elección de desempate en diciembre.
Antes del día de las elecciones, Derrick Johnson, presidente de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP por sus iniciales en inglés), se expresó “sumamente preocupado” por la posibilidad de que los votantes de raza negra sufrieran intimidación, especialmente luego que cientos de trumpistas participaron como observadores electorales voluntarios en distintas partes del país.
Las agencias de inteligencia estadounidenses emitieron un boletín menos de dos semanas antes de la jornada electoral, advirtiendo sobre la posibilidad de violencia contra funcionarios electorales o centros de votación.
Pero días después del cierre de las urnas, Johnson dijo que la jornada mayormente transcurrió con tranquilidad. Señaló, sin embargo, que es imposible determinar si las amenazas de violencia inhibieron a los votantes de ir a sufragar.
“Es frustrante que en nuestra democracia tenemos que actuar con miedo”, declaró Johnson. “Deberíamos hacer más fácil el ir a votar”.
Entretanto, en una cumbre en Asia, líderes mundiales le comentaron a Biden sobre la jornada electoral relativamente tranquila. El asesor de seguridad nacional Jake Sullivan dijo que el resultado electoral dejó a Biden en “una fuerte posición en el escenario internacional”.
“Yo diría que un tema que salió en estos dos días fue el de la fortaleza de la democracia estadounidense y lo que estas elecciones revelan sobre la democracia estadounidense”, expresó Sullivan a reporteros a bordo del avión presidencial. “Por lo tanto, obviamente, el presidente se siente muy satisfecho con los resultados”.
El día de las elecciones, Trump intentó infructuosamente de provocar desorden en varios estados, especialmente en los que hay nutridas minorías raciales.
El martes por la tarde, el día de los comicios, Trump subió un mensaje a redes sociales diciendo falsamente que a los votantes se les estaba negando el derecho a votar en Detroit. “¡Protesten, protesten, protesten!” escribió el exmandatario.
No hubo protestas ni tensión visible en el centro de convenciones de Detroit donde se estaban contando los votos. Hace dos años, una turba de trumpistas gritó y golpeó contra las puertas durante el escrutinio.
En el centro donde se contaban los votos en Milwaukee, varios observadores electorales abuchearon a los comisionados mientras unos 250 trabajadores tabulaban los votos enviados por correo el martes en la noche.
El comisionado republicano Doug Haag, quien observó mientras las memorias de computadora con los conteos eran introducidas en sobres sellados, estaba entre los que amonestaron a los revoltosos, quienes se tranquilizaron tras recibir una última advertencia y se les permitió seguir allí el resto del proceso.
En el condado Maricopa, en Arizona, hubo llamados de grupos de extrema derecha para protestar frente al edificio donde se estaban contando los votos, para exigir que sean contados a mano. La policía respondió con una fuerte presencia, incluyendo agentes montados a caballo y helicópteros. Pero ni siquiera vino un puñado de manifestantes. Dos años antes, un grupo grande de manifestantes armados se congregaron frente al centro.
Y en Nevada, los funcionarios locales se prepararon para desórdenes, pero la jornada electoral se caracterizó más por mal clima que por la intimidación de votantes.
En el condado Clark, un bastión demócrata densamente poblado, un hombre entró en un centro de votación y le alzó la voz a los trabajadores allí, diciendo que las máquinas estaban manipuladas, según la policía local. Los trabajadores le pidieron bajar la voz, tras lo cual el hombre salió y trató de arrancar el cartel que decía “Vote Aquí”.
En Reno, Nevada, donde la gente fue a votar pese a la nieve y el hielo, Jamie Rodriguez, el comisionado electoral del condado Washoe, dijo que hubo un solo caso de intimidación de votantes. Dos hombres amenazaron a los trabajadores y actuaron “agresivamente” contra electores antes que un funcionario electoral los escoltara afuera. La policía del condado Washoe dijo que estaba investigando.
Los sujetos “lanzaron comentarios de que los trabajadores electorales no eran patriotas, de que no estaban haciendo lo correcto”, expresó Rodriguez.
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Contribuyeron a esta nota los corresponsales Michael Balsamo en Washington, Harm Venhuizen en Milwaukee, Corey Williams en Detroit y Seung Min Kim en Nusa Dua, Indonesia.